Ordenaciones sacerdotales: saldo muy negativo.- Stoner
Fecha Friday, 17 December 2021
Tema 125. Iglesia y Opus Dei


El pasado 17 de noviembre, Hilario escribió: “Volviendo al tema de las ordenaciones, estas solo confirman que el barco se hunde y que los nuevos sacerdotes no cubren las bajas (fallecimientos, excardinaciones y salidas) del año, más de 50 el año pasado y veremos cuántas son este año 2021.”

Escribo para confirmar lo comunicado Hilario y aportar una pequeña reflexión.

El dato que circula es que en 2020 fallecieron 47 sacerdotes numerarios. El saldo es muy negativo, dado que se habían ordenaron tan solo 29… Como comentaban Hilario y Antonio Moya, a las bajas por fallecimiento hay que sumar aquellas por otras causas.

No es sencillo conseguir el número de sacerdotes fallecidos del clero de la Prelatura. En Romana (que tampoco se actualiza con suficiente frecuencia), a veces indican quiénes eran sacerdotes, y otras veces misteriosamente cambian el criterio y no distinguen a los cooperadores orgánicos del clero de la Prelatura. Así, de los últimos años, dos ejemplares en que sí indicaron quiénes eran sacerdotes son: el del segundo semestre de 2018, donde reportan el fallecimiento de 8 sacerdotes numerarios, y el de 2019 II con 12. En 2020, por lo que parece y va dicho, fallecieron 47, y supongo que la cifra aumentará en 2021. Aun concediendo que estos años sean particularmente duros debido al covid, de todas formas es indudable que cada año fallecerán más sacerdotes, por un tema de edad promedio. Si la edad media de los numerarios es de 58-60 años, la de los sacerdotes (no poseo el dato exacto) estimo que debería ser de al menos unos 70…

El saldo neto es ingresos menos egresos. Ya mencionamos los egresos, las bajas de sacerdotes (sin considerar los incapacitados por edad, por enfermedad, etc). Por el lado de los ingresos, estos son más fáciles de calcular, a través de las distintas tandas de ordenaciones sacerdotales. Y estas promociones ya no son lo que eran. Están disminuyendo: 29 el año pasado, 27 este, y 24 para el 2022, que son los recientemente ordenados de diáconos. De todas formas, me parece muy difícil que en los próximos años caigamos por debajo de 20 sacerdotes. Algún piso tiene que haber, y espero que no sea tan bajo. Parece una cuenta regresiva.

Si por un lado consideramos el envejecimiento natural del personal, los fallecimientos y bajas, y por otro los pocos pitajes y las pocas ordenaciones, no hay dudas que el saldo neto será cada vez más negativo. El cierre y venta de centros, junto con la disminución de delegaciones y regiones, ha sido una medida prudente, de buen gobernante.

No hay que ser demasiado perspicaz para ver que vamos a ser muchos menos en un breve período de tiempo... Este es un proceso con mucha inercia. Muy difícil de revertir. Son dinámicas que llevan literalmente décadas y se pueden ver a la distancia de años. Pero, cual Titanic aproximándose al iceberg que provocará su hundimiento, es imposible cambiar el rumbo, por la enorme inercia institucional. El saldo neto de ordenaciones es un indicador objetivo, duro, muy informativo, sobre desarrollo y las perspectivas para la labor de los próximos años. Para el vigor o decrepitud con que comenzaremos a recorrer los siguientes 100 años de la Obra. El Opus Dei en 2028 ya está perfilado desde hoy. La realidad de la Obra para los próximos lustros será muy distinta a la que hemos conocido. Habrá un claro cambio estructural. Un nuevo Opus Dei.

Ante este panorama, la reflexión nace sola. Y la haremos de la mano de unas palabras pronunciadas por don Álvaro del Portillo en 1983, en un contexto de Prelatura recién estrenada, con un cierto exitismo, una sensación de ser la salvación para la maltrecha Iglesia:

La salud de la Iglesia se mide por las vocaciones al sacerdocio. Y la crisis que hay en la Iglesia –y que sigue en aumento- se ve también en eso: cada año hay menos vocaciones para el sacerdocio, y esto supone un dolor muy grande, muy grande.

Este mismo diagnóstico sombrío se aplica ahora al Opus Dei. La crisis también llegó, de manera fuerte, pero no sorpresiva ni inesperada. Y continuaba don Álvaro, refiriéndose a una ceremonia de ordenación sacerdotal:

Yo pensaba en nuestro Padre, que lo vería desde el Cielo. El Papa ha ordenado, entre los del año pasado, los que ordenó en Valencia y éstos, a un centenar de miembros de la Obra.

Ya no somos lo que fuimos.

Stoner









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