Misal Popular Iberoamericano.- Conforme A.
Fecha Monday, 10 May 2021
Tema 115. Aspectos históricos


Conservo el Misal Popular Iberoamericano que en los años 90 usábamos los fieles en las Misas celebradas por sacerdotes de la prelatura en sus centros, oratorios y casas de retiro, especialmente cuando la celebraban en latín. El mío es la 2ª edición de 1979, coordinada por Mons. Juan Larrea Holguín, obispo numerario del Ecuador. Al Misal como tal le sigue un Devocionario con oraciones recitativas tradicionales, que incluyen varias de Pío XII, pero no de los Papas posteriores (Juan XXIII, Pablo VI), que dirigieron la iglesia católica con anterioridad a la primera edición de este Misal, en 1977. La presentación es inmejorable, con lomos dorados que han resistido perfectamente el paso del tiempo. 

 

Esta edición utiliza la traducción castellana del Misal realizada por la Conferencia Episcopal Colombiana en 1974 y utiliza la actualización de los textos de la Biblia, estructura del Misal y devocionario de Felipe Scio de San Miguel, quien fue un autor del siglo XVIII.

 

No he releído ahora las traducciones de las lecturas de la Misa de este Misal, pero sí recuerdo que muchísimas veces me resultaban, por aquel entonces, ininteligibles y carentes de sentido. No entendía por qué utilizar este Misal era de buen espíritu y no parecía serlo utilizar otros que entonces se empleaban en las parroquias, que tuviese un castellano actual, con términos y giros propios de España, con conceptos adaptados a la nueva exégesis bíblica y con oraciones adecuadas a los tiempos en los que vivíamos. Con perspectiva actual, veo que el uso de este Misal era un síntoma más del autoaislamiento y de la inadaptación del opus dei a la realidad eclesial de entonces.

 

La Misa de un sacerdote del opus dei era algo iniciático y exclusivo para adeptos en sus oratorios, a los que difícilmente accedían los que no eran miembros. Los sacerdotes tenían particularidades en sus vestimenta (uso de amito, casullas decoradas con diseños propios del opus dei), en sus ritos (a veces en latín, de espaldas y sin concelebrar habitualmente, recitación casi exclusiva de la plegaria eucarística I), en sus altares (Misa en altares laterales, uso de cubrecaliz, campanillas y palmatoria) y en sus gestos (juntar los dedos pulgar e índice tras la consagración)…, que les diferenciaban del resto de los sacerdotes católicos de entonces y marcaban sus diferencias, para mostrar y demostrar su superioridad, su devoción y su fidelidad a la tradición. La realidad era, sin embargo, que algunas de estas manifestaciones habían decaído y otras no se habían incorporado a la reforma litúrgica, con lo que, aunque no estuviesen prohibidas, realmente ya no debían realizarse.

 

Desconozco si, desde los 90, los sacerdotes de la prelatura han procedido o no a un “aggiornamento” que, en la práctica, les asimile al resto de los sacerdotes católicos en cosas tan prácticas como es la forma de celebrar la Misa y si por fin han descatalogado de sus centros el ininteligible Misal Popular Iberoamericano. Espero que en la actualidad utilicen un Misal que sea, cuanto menos, comprensible en su castellano, y que incluya un devocionario con oraciones que resulten significativas para quienes las rezan, aunque sean modernidades. Seguro que Dios sonreirá y les guiñará un ojo.

 

Conforme A. 









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