Sobre las herencias.- Ramana
Fecha Friday, 07 May 2021
Tema 120. Aspectos económicos


Estimada RL,

Acabo de leer tu carta/pregunta sobre la herencia y paso a relatarte sucintamente mi experiencia, para que a ti no te pase. Dices que tienes una hermana única, numeraria, y que quiere dejarle algo a la Obra. No es así, tu hermana fue obligada a escribir un testamento cuando hizo la fidelidad (incorporación definitiva a la secta) por el que, al fallecer, lo deja TODO a la obra escribariana. Lo que herede de tus padres irá directamente a no pagar sirvientas con cofia, pero sí a sostener el tren de vida de los numerarios más dóciles y con mando en plaza; a lo mejor dedican algo a Saxum, Torreciudad y otras pedradas parecidas, por aquello de tener casa en Jerusalén y Barbastro, pero no para los pobres, precisamente.

Mi consejo: que te donen en vida todo a ti, que los cuidas y no los vas a abandonar, como ella hizo en su día Ad maoirem Scribae gloriam. Ten en cuenta que para sostener todo su cuento necesitan de mucho dinero, y como no llevan un tren de vida precisamente franciscano, caerán como hienas al olor de la sangre sobre el sudor de tus padres.

Mi caso es muy parecido, dos hermanos, él agregado, viviendo de la sopa boba de mis padres primero y luego de mi padre, ya viudo, durante toda su vida en el Opus, más de 50 años. Así de gratis les salió a la obra. Cuando me preguntaban si mi hermano vivía con mi padre, yo respondía que no, que comía y dormía donde mi padre, pero vivir no, vida de familia, con la secta, su verdadera familia “espiritual”; en casa de mi padre solo la sopa boba y mentir, con esa mala conciencia nada laical que después de 50 años todavía le hacía decir, en vez de la verdad, que vas a un retiro, que vas a la sierra “con unos amigos”. Los que no conozcan este lenguaje, supongo, pensaran que todos los opusianos son gays vergonzantes, siempre en la sierra “con unos amigos”. Como si ir a un retiro fuera algo pecaminoso, o poco laico, cuando ahora el que más y el que menos se va de retiro de meditación y tan contentos. Pero me he divertido, como Teresa y uno de los grandes de OpusLibros: Gervasio. Al final de su larga vida hubo que llevarlo a un geriátrico, durante bastantes años. Mi hermano, al cabo de un tiempo, ya nunca o casi fue a visitarlo (estaba a menos de un kilómetro), yo comía con él todos los días y lo sacaba a pasear por el barrio, se hizo famoso, le besaba la mano a todas las camareras de las terrazas que frecuentamos. Fui, fuimos, muy felices esos últimos años, siempre juntos.

Recuerdo un día, un par de años antes de morir, tomando su diaria cervecita, me pregunta: "¿sabes algo de tu hermano? Vivía de okupa en la casa paterna a menos de un km., pero había roto todo trato con nosotros, hasta cambió el número de teléfono. "Lo mismo que tú, papá", y con una tristeza infinita, me respondió: "él se lo pierde". Esa fue la última vez que hablamos de él, al menos que recuerde. Mientras tanto, mi hermano de sangre y poco de espíritu, y nada de familia, se quedó él solo viviendo en la casa de mi padre, asumiendo la señora que le cuidaba y pagando todos esos gastos de solterón con una cuenta corriente que mi padre tenía para gastos y que estaba a nombre de mi hija. Cuando la señora me dijo que le hacía la maleta cada vez que “se iba a la sierra con unos amigos”, os juro que no daba crédito.

Cuando murió mi padre, tras un mes ingresado en un hospital, ni se enteró, no es que no fuera a verle, es que ni llamaba donde lo atendían a ver qué tal estaba. Eso sí, cada mes, puntualmente, no se olvidaba de cobrar el alquiler de una plaza de garaje que mi padre tenía. Ir a verle no, pero sacarle la pasta sí. De todo esto me enteré tras la muerte y las gestiones para la herencia. Todo ha sido un infierno, en vez de llegar a un acuerdo, contrata a un pirata opusiano, agresivo, para intentar llevarse más de lo que le corresponde, no reconoce el robo de la cuenta de mi hija y ni se digna a contestar mis correos, rogándole que quedemos amistosamente para llegar a un acuerdo.

Yo, de haber sabido todo esto y cómo las gastaba, podría haber saqueado una cuenta que estaba a mi nombre y al de mi padre, que nunca toqué, pues era con la que se pagaba su cuidado, podría haberle, qué se yo, hecho firmar un papel para que me lo donase todo en vida. Pero no lo hice, porque yo no soy del Opus Scribae, gracias a Dios, y no pienso que el fin justifica los medios ni que mi único dios es el dinero.

Ojalá te haya sido útil. Si te quedan dudas o quieres charlar, le pides mis datos a la gran Agustina, cuya labor es impagable. Ojalá escarmentéis en cabeza ajena, en este caso la mía y evitéis que os roben. Sabiendo además que todo ese robo va directamente a una causa nefanda: Se llama contribuir al mal.

Ramana

 









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