En honor de las numerarias auxiliares, (Las ex y las in).- Pez
Fecha Monday, 12 April 2021
Tema 077. Numerarias auxiliares


Muchos escritos aparecen en Opuslibros firmados por ex- numerarias auxiliares. Unánimemente reprochan al Opus Dei su inmisericorde trato con ellas: su dureza de vida, su horario estrictísimo, su manera de explotarlas, el infantilismo con que las trataban y mil fechorias más. Desde mi condición de feliz ex numerario comparto todas y cada una de sus quejas, y lamento profundísimamente su sufrimiento, que el numerario medio, al menos en mi época, apenas podía entrever, era tema vedado.

Lo que no comparto es la acusación de señoritismo a los numerarios, como si hubiéramos sido cómplices de vuestra explotación. Ni éramos conscientes ni mucho menos responsables de ello. Los culpables son los que desde los comienzos lo organizaron todo para exprimiros como un limón: desde luego, Escrivá se llevará la mayor parte.

Por parte de los numerarios, sólo vi durante casi veinte años, admiración y agradecimiento por vuestra magnífica labor. Nos ocultaban el duro precio que pagabais. Pensábamos, eso nos decían, que recibíais el salario normal por vuestro trabajo, que vuestras condiciones de trabajo eran las normales y que vuestros detalles de cariño en comidas eran como los que yo había visto en mi familia. Uno más, y no pequeño, de los múltiples engaños en que todos y todas vivíamos.

Recientemente una ex- auxiliar se quejaba de tener que hacer las camas, sucias, de numerarios mayores. Honradamente manifiesto mi sorpresa, aunque la creo. A los numerarios de mi lejana "promoción" (¡qué poquísimos quedan!) nos instruyeron muy seriamente, en el Centro de Estudios pero luego tambiėn, sobre facilitar la tarea de las Auxiliares en todos los aspectos pero también en eso. Cambio diario de ropa interior, limpieza de la ducha, lavabos... si quedaban restos de cabello u otras suciedades. Y por supuesto, si por la noche manchábamos el pijama o la sábana, cosa normal en hombres célibes y castos, retirarlas y ponerlas en un rincón para que las cambiaran sin que les fuera desagradable. El criterio que nos daban era que procurásemos que las auxiliares no hicieran lo que no nos gustaría que hiciera nuestra madre. Creo que todos lo cumplíamos y con gusto.

Dicho esto, una anécdota personal. Durante tres meses, el Centro de estudios en que viví estuvo en obras y no funcionaba la Administración. La comida y la cena la traían del restaurante de una supernumeraria y yo dirigía el servicio y recogida con otro grupo de numerarios a mis órdenes; el desayuno lo preparábamos nosotros mismos. Fue duro pero emocionante y exitoso. Claro, entrábamos en la cocina y demás dependencias necesarias. Me asombró lo pequeñas que eran las instalaciones para una Residencia de unas ochenta personas... Teníamos prohibido entrar en lo que era la residencia de las auxiliares, que estaba rehaciéndose totalmente. El cura nos comentó que antes de las obras estaban muy mal y que las habían mejorado muchísimo. Claro, cuando estuvieron acabadas las obras, yo y mi grupo de "pinches de cocina" nos adentramos a curiosearlo, justo la noche antes de que lo ocupara la nueva Administración. Nos quedamos perplejos al ver lo que luego supe que llamaban, creo, "camarillas". Eran habitaciones (por llamarlas de algún modo) sin muebles, es decir: no había armario sino estantes de obra en la pared, el colchón descansaba sobre una repisa de obra también, una ventana pequeña y muy en alto, daban al patio interior y era imposible asomarse, en vez de mesita de noche, una hornacina en la pared. No había mesa. Y lo más sorprendente: no había puerta, sino una cortina... Lo vimos, repito, nuevecito sin estrenar. Nos quedamos helados. Tanto me sorprendió que tuve que comentárselo al cura en la charla quincenal. Me riñó suavemente y me confirmó que las auxiliares vivían así pero que no era cosa mía.

 Algunas os quejabais del uniforme y la cofia con que os hacían servir al comedor... siempre me pareció algo absurdo, pero la verdad es que estabais muy guapas... Desde la distancia, mis excusas por lo que me pueda tocar, mi admiración, mi cariño y el beso que os ganasteis y nunca os pudimos dar.

Pez









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