Sobre sacerdotes.- Leo Boig
Fecha Monday, 12 April 2021
Tema 010. Testimonios


Hace unos días tuve un pequeño "enganche" en una página web “ultra-conservadora” con un sacerdote del Opus Dei (OD). La cosa no tendría mas importancia si hubiese sido tan solo un intercambio de ideas y opiniones de forma educada y amable. Pero no fue así, le recriminé sus comentarios faltos de nivel y de caridad sobre una colaboración de un periodista por la muerte de Hans Küng. Su reacción fue calificarme de ignorante sin conocerme.

Tal vez todo sea una tormenta en un vaso de agua, pero socavó la idea que yo tenia del comportamiento de un sacerdote. No puedo imaginarme a un sacerdote escribiendo sin respeto por una persona y con una actitud chulesca y de señoritingo.

Ese respeto casi atávico que siempre he tenido por los sacerdotes (mediadores entre la divinidad y las personas) me ha impedido creer fácilmente lo que he leído en el libro de “Tras el umbral” de Carmen Tapia. No podía imaginarme a un grupo de sacerdotes asistiendo a la denigrante, humillante y violenta actitud de Escriba con Carmen. No me cabía en la cabeza. Tampoco las visitas de sacerdotes para murmurar y desprestigiar a las victimas que habían marchado de la Obra. ¿Cómo puede un sacerdote mentir y hablar mal de una persona?. No era posible porque siempre nos habían dicho que si no podíamos hablar bien de alguien que callásemos. No, no y no; los sacerdotes no pueden mentir no pueden comportarse de forma violenta y agresiva con gente vulnerable. Se nos ha dicho desde niños que un sacerdote morirá antes de revelar el secreto de confesión. ¡Qué responsabilidad y qué heroísmo se necesita para ser sacerdote! Entiendo que puedan ser débiles y que puedan mentir o cometer pecados frente a pruebas que rebasen su capacidad, pero no es el caso de los graves sucesos que han explicado las victimas del Opus Dei.

Pero el pequeño detalle del otro día, me abrió una puerta que yo siempre había decidido, en el fondo, mantener cerrada: el comportamiento inmoral de los sacerdotes no justificable por una presión inaguantable sobre ellos.

Como ya he dicho, tal vez todo ha sido una tempestad en un vaso de agua, pero esa pequeña tempestad me ha permitido estar un poco mas cerca de las víctimas y mas lejos de los acosadores prepotentes y siniestros. Aunque quiero seguir pensando que una inmensa mayoría de los sacerdotes hacen todo lo que pueden para que su vida sea un ejemplo de buenos pastores y no escandalizar a los pequeños.

Pido perdón a Carmen, a Maria Angustias, a Agustina y a tantas y tantas victimas de las que he recelado de su testimonio frente a la credulidad otorgada, de entrada, a un sacerdote. Un testimonio que ha sido un grito de angustia y de impotencia ante la incredulidad de los “bien pensantes”. Lo siento. Pero aun noto en mi interior que no he vencido suficientemente este claro prejuicio.

Leo Boig







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