Lo que hizo ha acabado con él.- Elorrio
Fecha Friday, 17 July 2020
Tema 010. Testimonios


Parece poca condena: “Roma le ha condenado a cinco años sin poder ejercer, seguidos de otros cinco en los que sólo podrá ofrecer actividad pastoral a otros miembros del centro de Granada en el que vive. Además, no podrá volver a prestar atención religiosa a ningún menor de 30 años”. Pero no lo es. Está terminado. Ni mencionaré su nombre, por caridad. En el fondo me da lástima, ver en lo que se puede caer. Existe la debilidad, y la malicia. Existe la caída de quien lucha, y la doblez de quien vive en la impostura. Cuando desaparece la impostura de una vida dependiendo de la edad, la posición, la discreción con la que se tramita… se da a la persona una segunda oportunidad o lo condena de por vida. No es una segunda oportunidad un traslado tras otro de ciudad, como se hizo, para que reincida en inocentes con la mayoría de edad recién estrenada. No podrá rehacer su vida. Todo el mundo conoce su historia, su posición, y su reiteración.

Pudo ser excomulgado, reducido al estado laical, expulsado de la obra. Lo ha sido las tres cosas.

De la Obra se irá. La Obra, como Madre buena, no consiente ciertos escándalos. Se le invitará a irse… como alternativa a ser expulsado. No tiene otra alternativa. Si un presidente del Gobierno cesado es como un jarrón chino que nadie sabe dónde ponerlo, ¿dónde se puede ubicar a un sacerdote con esos antecedentes? Físicamente, ¿en qué centro? Por muy numerario que sean sus compañeros de centro, incluso por obediencia a los directores… ¡Cuánto de molesto tiene que ser vivir con una persona así! Que te vean los vecinos, tus amigos y conocidos que vives con… Quien va a querer ir por la labor que se realice en ese Centro, se sea de la Obra o no se sea. ¿Con que cara se presentara ante el director o el sacerdote de su casa, a hablarles de su vida interior, a pedirles dirección espiritual, medios de formación?

Tampoco se puede olvidar que los hechos han sido cometidos con personas del mismo sexo. Ni puede permanecer como numerario, ni seguir con el ejercicio del ministerio sacerdotal. La condición -que no debemos a enjuiciar- y el ejercicio -que no tiene ni excusa ni perdón- y los agravantes del prevalimiento, solicitación, etc., le impiden cualquier posibilidad de permanencia.

Su estado clerical, expulsado de la Obra, dependerá de localizar un obispo benigno que lo quiera incardinar: ¿Quién va a admitir esa joya? Incluso permaneciendo en la Obra, ¿cinco años suspendido de ejercicio? ¿otros cinco sólo atendiendo a los que vivan con él?, ¿a los que viven con él, como las personas con las que se sobrepasó? Alguien por mucho sentido sobrenatural que tenga, ¿puede asistir, sin asco a un sacramento celebrado por este individuo? ¿puede ponerse de rodillas y confesar con humildad sus faltas y pecados sin pensar que puede terminar con la solicitación o con el empleo de lo manifestado para…? Ha quedado en una posición, que como diría Zorrilla en el Tenorio, ni para mí, ni para vos.

Terminará fuera de la Iglesia. Ya lo estaba, pero ahora, descubierta la impostura, puesta de manifiesta la doble vida esquizoide que ha llevado, ¿qué Fe puede tener, qué esperanza restar, o que caridad inspirar su día a día? No le quedan ni las apariencias. El engaño ha terminado.

Miguel, lo que te hizo ha sido suficientemente castigado. Es fácil decirlo cuando no se ha sufrido, pero lo que hizo, ha acabado con él, y no lo ha podido hacer contigo. La vida sigue y hay que rehacerla. Has tenido la satisfacción de ver que el tiempo ha puesto a esta persona en su sitio. Quien más conmiseración me causa de esta historia es ese triste personaje rodeado de “noblezas”, reconocido por su cercanía al fundador, admirado por sus iniciativas…: humillado en toda su soberbia. La pena, como bien sabes no tiene un carácter exclusivamente vindicativo. La recuperación de ese individuo, muy difícil, pero creo que todos se la debemos desear, como la desearíamos para nosotros en su situación. Que busque un lugar alejado, que reconsidere lo que ha hecho, que haga penitencia, y si le queda valor, repare en lo que pueda todo el daño causado.

La Obra debe pagar. La Obra debe pagar por poner de director espiritual de un colegio mayor a un sacerdote que abuse de sus residentes, miembros de la Obra. Debe pagar porque es un miembro de su clero que ha cometido sus abusos en el ámbito de la institución y en el ejercicio de los encargos que la obra le había encomendado. Debe pagar por no cortar a la primera, y facilitar, la segunda, la tercera… La Obra debe pagar porque ha causado un daño. Pero para la Obra no solamente debe ser un deber, debe ser una catarsis, una posibilidad de manifestar su consternación y su pesar. Tengo la suerte de no estar en tu situación, pero si lo estuviera, sé que jurídicamente sin ninguna viabilidad, pero interpondría un acto de conciliación contra el individuo y contra la institución para que reparen materialmente -económicamente- el daño que te han causado psicológico y moral. Con una cantidad suficiente, que duela. Que su aceptación manifieste el dolor que deben de tener. Las palabras cariñosas del Vicario de Chile, de los responsables de España, ¿en qué se concretan? No será exigible jurídicamente, pero, en cualquier caso, cualquier persona bien nacida no tendría el reparo de asumirlo, incluso sin que le fuera reclamado. Será un papelón, para unos y para otros, comparecer ante un Juzgado de Primera Instancia, (incluso no hacerlo) para aceptar pagar por el daño que te han infringido, o para negarse a ello. Y como el tiempo ha puesto a este individuo en su sitio, ese sencillo acto de conciliación pondrá a unos y otros en el suyo. Si se avinieran a satisfacer algo, sea poco o sea mucho, dedícalo a lo que desees. Para ti, o para cualquier buen destino. Y si en redondo unos y otros se niegan o no comparecen, ponlo en conocimiento del Ordinario de la Diócesis donde ocurrieron los hechos y de S.S. el Santo Padre. Y que todos queden como lo que son.

No ha sido la Iglesia la que te ha causado ese mal. Ha sido una institución que te sedujo en tu juventud, y te ofreció altos horizontes en tu vida, y que a tu entrega generosa respondió poniéndote en manos… de un indeseable. Si yo fuera un director del Opus Dei, si yo tuviera vergüenza, si todos los días hiciera una hora de oración con Dios, si todos los días asistiera de una forma sincera y fructífera a la Santa Misa, te puedo asegurar que no tendría la más mínima duda cual sería mi respuesta.

Elorrio









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