Hace unos días una amiga me entregó una serie de cartas escritas por mi madre a la suya hace más de cuarenta años.
En una de ellas, fechada en marzo de 1980, mi madre escribe: “… el mes pasado fue mi cumpleaños y se presentó NN a comer dándonos la gran sorpresa. Llegó a la una y media y marchó a las tres y veinticinco. Nos supo a gloria pues no le habíamos visto desde octubre.”
Me resultó particularmente significativa, y dolorosa, la precisión de “… las tres y veinticinco”.
Yo era numerario y vivía a menos de 100 kilómetros. Mi madre falleció en junio de ese mismo año.
Imanol