Hoy he perdido una amiga...- Carmen Charo
Fecha Friday, 03 July 2020
Tema 130. Agradecimientos, felicitaciones


Hola Agustina, estoy muy impresionada y dolorida por la muerte de Julia.

Esto lo escribe una compañera  en el facebook de Julia y me parece precioso.

Carmen Charo

 

Hoy he perdido una amiga. Compañera de treinta años de trabajo. Cómplice de mil historias, risas (muchísimas) y llantos (algunos).

Nunca la vida, la vida mala, esa que no entiendes y que no se explica, se cebó tanto con alguien. Cero oportunidades de ser feliz le dió, cero, ninguna. Nada de nada le debía. Le fué arrebatando todo sin piedad, madre, padre, abuela, hermano. A todos se llevó de manera trágica y demasiado pronto y cuando no le quedó nadie, la emprendió con ella. Le robó la salud, mental y física.

Le regaló un montón de bonitas e incurables enfermedades, entre ellas un cáncer de pulmón como premio a sus infinitos cigarros fumados, la única cosa que fué incapaz de dejar.

Pero ella tenía encaje, como los buenos boxeadores. Se crecía con cada hostia. Aguantaba en el ring, jamás la tumbó.

Le dieron un año y aguantó nueve. Así era mi Julia.

Nunca se quejó. Si la vida te da limones, pues haces limonada!

Hasta ayer, hasta que no pudo más, hasta que su cuerpo pequeño y agotado dijo basta.

Hizo una familia dentro del trabajo. La UCI era su casa y nosotras su familia. La que no tenía fuera, la que había ido perdiendo hasta quedar sola.

La sombra de la depresión siempre detrás de ella, pero no le daba cuartel.

Prestidigitadora de pastillas y remedios que tomaba cómo y cuándo quería. Tantos años!  sé de esto más que cualquier psiquiatra, decía.

No era así del todo! Sus siete despertadores y algún vecino cabreado dan fe. El sueño la evitaba por la noche y llegaba de madrugada, el muy cabrón, para jugarle malas pasadas y risas entre sus compañeras; Julita no ha llegado!... Pues a aporrear el teléfono hasta que descolgaba con voz soñolienta y cabreo.

Compañera maravillosa y buena. Siempre de buen humor, y cuando no lo estaba, cuando su mirada era turbia y las manos le temblaban,  sabía que estábamos al quite. Se sentía arropada. Se sentía segura. Nunca quiso dejar la UCI, era su casa. Ayer no quiso morirse hasta que no ingresó en ella, con su gente, en paz.

Te voy a extrañar mucho Julia Sánchez Santos, pero me alegro que te hayas ido. Se lo he dicho a las chicas esta mañana; toda tu gente te espera arriba y por fin encontrarás la paz.

No les llenes el cielo de humo, pero, si lo haces, tampoco importa.

Te quiero siempre.









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