Compartiendo recuerdos.- Antonia
Fecha Friday, 06 March 2020
Tema 077. Numerarias auxiliares


Buenas tardes a todos,

Sigo compartiendo con vosotros algunos recuerdos, preferiría ya no acordarme de nada, pero es al contrario, se me van avivando los recuerdos de una forma clara y dura. Entonces no sabía dar razón de porqué lo hacía todo y es que obedecía ciegamente a una persona, igual que si fuera un mandamiento.

Seguimos en los años 80.

Vivía una tía enferma con mis padres, principio de Alzheimer. Un mal día salió y no regresó, no hicieron mucho por buscarla y mi madre cayó enferma de pena. Al mes y medio un pastor la encontró, imaginaros en qué situación. Por una parte la paz de poder enterrarla pero mi madre empeoró y ya nunca estuvo bien del todo. ¿Y qué pasó? Lo que me temía. No podía ir, era una falta de pobreza, haría más si rezaba, fue muy muy duro. Me entra una pena tremenda recordar esto. Si hubiera sido ahora les digo: mañana me voy y ahí os quedáis. Pero no sabía entonces ni opinar, estúpida de mí. Y todavía tardé un año y medio en ir, y vi a mi madre muy deteriorada en un estado lamentable. Pero nada, usted a lo suyo, me dijeron, rezando y siendo fiel, sus padres serán felices… ¡alucinante!

A los pocos meses se casaba una hermana. Una numeraria oyó mi conversación y me dijo como con miedo: debería ir a la boda de su hermana  después de lo que he oído. Pero yo no he comunicado nada, le dije. Pues allá que me fui a dirección a decir  que se casaba mi hermana y creo que sería muy conveniente ir. Me contestó: sabe que no vamos a las bodas, de todas formas lo vemos y mañana le respondo.

Sobra decir que ni dormí y lo que me temía sucedió: que era mejor rezar por ellos, que les escribiera una carta cariñosa. Solo recuerdo que ya ni oía. Ya no oí más porque casi me mareo de impotencia, de pena, y rabia.

Me puse a llorar y me dijo: vaya al oratorio y pídale luces al Señor, tenemos que estar desprendidos de todo, además somos pobres no podemos ir a las bodas de todos, y así fue.

Luego me fui dando cuenta de que todos éramos casi iguales pero unos más iguales que otros como dicen ahora con un poco de sorna. Entonces fui empezando a espabilar por tantas incoherencias. Como os he dicho en otra carta, cambié de táctica y comentaba que tal día me tenía que ir, y ponía una razón de peso. Y acto seguido me iba a comprar el billete para que no hubiese que ver ni un punto de debilidad. Si acaso una mala cara pero ya no se hablaba  más del asunto,.  

Un buen día me dijeron que eso no era docilidad, que había que consultar las cosas sobre todos los viajes y que luego había que estar abierto a lo que nos dijeran. Por un oído me entraba y por el otro me salía,  seguí con mi costumbre de que cuando lo veía necesario me iba a verlos  y hacerles un poco de compañía, que para eso fueron muy buenos padres, y muy sacrificados.

Y con todo esto os quería también comentar un pensamiento que tenía entonces. El separarte de la familia de esa manera, el que no pudieras participar de los eventos familiares que no digo de todos pero si de algunos, muchas veces me llevaba a la tristeza, a una angustia infinita, (qué amás de 3 les ha llevado o les ha costado una enfermedad). Yo pensaba, Dios mío dónde he venido a caer. Porque cuando pitas no sabes ni el 99% de las cosas y todo te lo ponen tan bonito que luego ya cuando estás dentro es cuando te vas dando los batacazos, los disgustos las desilusiones y todo lo que cada uno le quiera añadir.

Bueno por hoy ya os dejo, me he podido desahogar un poco con vosotros, gracias a todos.

Seguiremos

Antonia









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