Mi despedida de la Obra.- Raimon
Fecha Monday, 17 February 2020
Tema 076. Agregados


 

Quiero escribiros sobre mi despedida. Como dije en mi anterior escrito, fui viendo con el tiempo que no era mi sitio. Antes de eliminar apuntes que tenía de los retiros anuales leí algunas partes por encima. No las recuerdo textuales pero escribía que me quería ir, que me daba miedo perder el trabajo (porque acordaos que trabajaba en un colegio de Fomento de Madrid), quedarme sin amigos, sin entorno, sin apoyo familiar, etc. Nunca dije nada en la charla sobre mis dudas, por cómo soy de cabeza, y creo que es lo que me salvó. En ningún momento me dijeron si estaba en lo cierto o no porque no lo sabían.

 

Dos veranos antes de dejarlo sí se lo dije a la persona con la que hablaba. Llevaba unos cinco años haciendo la charla con él y le tenía un aprecio especial. Era una persona distinta y vivía las cosas, aunque sean algunas, un poco “normales” dentro de lo que ellos entienden como normal. Me dijo que lo rezara mucho y después de hablarlo durante el verano en varias ocasiones, decidí seguir adelante por un único motivo, mi madre.

 

Os contaré en otro escrito mi último año dentro porque la verdad es que da para mucho. Nos situamos en septiembre de 2018, arrancaba el curso con todo lo que conllevaba: trabajo, club, nivel del club, todo. Por mi miedo a perder mi trabajo, pensé que era mejor dejarlo a principio de curso porque si así era, podía demostrar a dirección del colegio durante el mismo que no cambiaba, que seguía siendo el mismo.

 

Dejé que pasara un mes y medio de clases y después entré en dirección de mi centro y dije lo que llevaba mucho tiempo queriendo decir: “lo he pensado mucho y quiero dejar de ser de la obra”. Ese primer paso es importantísimo y creo que aunque haya gente que luego dé marcha atrás, lo que genera en una persona que esté dentro ser capaz de hacer eso me parece muy relevante.

 

Me dijo que ok, que lo rezara mucho y que hablase con la persona encargada de los agregados. Al salir le escribí un mensaje y me respondió por la noche concretando un día para ir a la delegación. Tuve tres entrevistas con él, en un mes y medio. Me dijo que rezara una serie de cosas y que quizás me estaba precipitando, que me diese un tiempo.

 

La tercera vez que quedé con él hubo un momento que me dijo: “si lo tienes tan claro déjalo cuando quieras”, con otras palabras y arrogancia dijo: como veo que no vas a cambiar de opinión, déjalo. Tengo que decir que lo tenía muy pensado y sobre todo decidido. Me dijo que hablase con el director de mi centro para cerrar el día en el que escribiría la carta.

 

Le escribí contando y cerramos una fecha. Algunas personas le llaman el día de su nacimiento y otras el de su pitaje. Yo no le pongo un nombre pero sí os digo que lo celebro y lo celebraré, ese día no lo olvidaré nunca.

 

El día que quedamos fui al centro y me explicó qué cosas mínimas tenía que escribir en la carta y que podía añadir lo que quisiese. La escribí de forma muy sencilla en una habitación y se la entregué. Pasé al oratorio, hice mi última genuflexión allí y salí. Llegué al coche, me quité el anillo, lo guardé en la cartera y me fui a casa. La sensación que tuve en ese momento es indescriptible, única, inolvidable, maravillosa...

 

Me quedé muy tranquilo, satisfecho de mi decisión y si pensar en nada más.

 

 Ahora que ha pasado el tiempo me doy cuenta de que ese día puse fin a los círculos, charlas, club, retiros, cursos anuales, comeduras de cabeza, locura de vida, estrés por hacer las normas, madrugar para hacer la oración e ir a misa, aparentar, etc. Solo tenía libertad, mucha libertad de la de verdad.

 

Raimon









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