No vale la pena ni hoy, ni ayer, ni mañana.- iotganaderia
Fecha Friday, 17 January 2020
Tema 010. Testimonios


Perdonar el anonimato. Es una forma de seguir manteniendo las distancias. Os ofrezco mis reflexiones sobre mi experiencia en la Iglesia católica y con la prelatura. A mis 60 años, puedo resumir mi relación como una especie de decepción tan profunda como justificada hasta sus últimas consecuencias.

Suponiendo que Dios exista, tal y cómo nos lo cuenta la Iglesia Católica, y suponiendo que podemos decir, de alguna manera, que es una persona, el trato con la Trinidad, por explicado y razonado que este, es completamente decepcionante. Es tal distancia que se ha establecido entre el Evangelio y las realizaciones históricas de la Iglesia que he dejado de creer. No tanto en términos absolutos como en términos relativos. Hay un ser superior que tiene un plan, parece claro, más allá de las vías tradicionales de demostración. Me dedico a un mundo que está a caballo entre la filosofía, la ciencia y la tecnología. Los hechos son los que son. El mal en el mundo, siendo ese misterio que nadie quiere desvelar, es tan evidente cómo evidente la impotencia de hacerlo desaparecer.

Aún en el supuesto de que eso llegue a ocurrir en el futuro, nada cambia en el pasado, si tenemos cómo base la dignidad de cada persona. Y este el punto central de mi decepción. Aún cuando son muchas, una mayoría cada vez más silenciada, que hace el bien hasta grados de heroísmo que sólo se entienden por el amor a Dios, la Iglesia católica, y la prelatura, en particular, son agentes activos y determinados para hacer que el mal, la ausencia del bien debido en su fórmula clásica. Hay profesionalización, una ideología, una estrategia, tácticas hasta la náusea, dedicadas a provocar el mayor mal posible. Ahora mismo no me preocupan las interpretaciones o las iniciativas para poder reconducir todo ello. Tengo 60 años y no tengo tiempo para más. Son mis hijos los que me han hecho reflexionar sobre todo ello. Es una condena difícil de explicar que tenga más miedo de que participen en la Iglesia que en actividades dónde la Iglesia no esté presente.

Tenemos una formación básica, elemental, de parroquia, pero lo más importante de las supuestas virtudes las hemos aprendido con la vida y a pesar de la Iglesia. No quiero ser injusto, no creo que sea así toda la Iglesia. Pero también tengo que advertir dos cosas. El sistema de perversión es institucional, aplica en lo más alto de la Iglesia y, por tanto, se derrama por todos sus niveles.

También, y esto es lo último ya, no me vale con islas, con grupos o movimientos en paralelo a todo ello, por buenos que sean. Tengo todo el derecho a exigir, o a pedir más bien, que cualquier bautizado tenga la posibilidad de ser católico sin estas contradicciones. Me he pasado media defendiendo que hay otra Iglesia y hoy puedo asegurar que existe, pero está escondida, en una minoría silenciosa e incapaz de poder alzar su voz. Esa tensión que se supone entre tradicionalistas y abiertos no hace más que aumentar el desasosiego. Sólo hay que seguir, por ejemplo, los ataques despiadados al Papa Francisco y ver cómo son una niebla de difamaciones, injurias o calumnias, frente a verdaderos pecados estructurales de los que le atacan.

He vivido bajo Pablo VI, Juan Pablo I y II y Benedicto XVI. No es esto lo que me esperaba al final de mis días. La maldad pura, químicamente pura, en un grado de refinamiento que no tiene nada que envidiar a los peores momentos del pasado.

No ha valido la pena, en absoluto, haber hecho de la Fe una militancia sectaria. El Mal ha extendido sus posesiones de forma brutal. Perdonar si parece pesimismo, pero no lo soy en absoluto, pesimista. Necesito tener las ideas claras para no perder la Fe.

iotganaderia









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