Una forma de vivir el cristianismo.- José Carlos
Fecha Friday, 13 August 2004
Tema 040. Después de marcharse


Una forma de vivir el cristianismo


Queridos todos:

Gracias por todas vuestras respuestas a mi correo, “Lo bueno del espíritu.” (26-VII). Especialmente aprecio el de Zuri (6-VIII), en el que nos previene sobre lo delicado del asunto, y con gran sencillez elabora varios temas, atinando en sugerir que cada uno escoja lo que le ayude.

Un punto que me han advertido varios, entre ellos José Antonio (2-VIII), es el que pueda confundir la parte con el todo. Por cierto, José Antonio, gracias por contestar: sabes que te aprecio y te respeto, y son personas como tú a las que echaba de menos en la web.

Creo que en la Obra se deja claro que las prácticas de piedad no se las inventó San Josemaría en 1928; son prácticas tradicionales en la vida de la Iglesia. Yo no “pongo medallas en la Obra que pertenecen a la Iglesia,” no les alabo por idear una lista de normas, sino porque me ayudaron a incorporarlas a mi vida diaria. Estoy de acuerdo con Fulcro (3-VIII) (otro a quien echaba de menos) que no tiene que ser para todos, pero él también admite que a muchos nos puede servir. Me explico.

Estoy seguro de que si no hubiese pertenecido a la Obra, conociéndome cómo soy, yo no habría leído a Santa Teresa de Jesús, San Alfonso, San Agustín, Santa Teresita, San Francisco de Sales, Garrigou Lagrange, Robert Benson, Tanqueray, Dom Chautard, Boylan y tantos otros clásicos de la espiritualidad. Creo que eso me ha enriquecido.

Me parece, siendo bien consciente de mis limitaciones, que el énfasis en tratar a la humanidad de Jesús, ese esfuerzo por “meterse en las escenas,” (que repito no fue idea novedosa de San Josemaría, pero sí que lo enseñó a hacerlo), a mí me ha ayudado a tener una relación más personal con Él.

Gracias a clases doctrinales, cursos de formación, cursos anuales, etc me he animado a leer al Papa y los documentos del Vaticano II (Lumen Gentium, Gaudem et Spes, Instrucción sobre la Liturgia). Aquí en EE.UU. se hizo un esfuerzo considerable por difundir las enseñanzas de Juan Pablo II, cosa que también agradezco porque por mi cuenta no habría puesto tanto empeño.

Me alegro de haber podido asimilar, con cierta profundidad, temas como la moral sexual de acuerdo con las enseñanzas perennes del magisterio. No son particularidades del Opus Dei, están todas recogidas en el Catecismo y en tantos escritos del Papa, Ratzinger y demás, como apuntaba acertadamente José Antonio Botella el 4 y el 6-VIII.

Otro asunto que me parece bien: esa preocupación por los demás, reflejada en la idea de “llevarles a la oración”. No me refiero ahora a pedir sin cesar para que llegaran vocaciones; hablo por ejemplo de pensar en las personas con que uno convive, y en qué se les puede ayudar; tener interés en la mejoría espiritual de tus familiares; pasarse ratos charlando con Jesús sobre ellos; tratar de resolver (o al menos, comprender) los problemas que alguien te cuenta en la dirección espiritual o en una conversación de amigos, o los que leo en esta web… Aunque sea por el beneficio puramente humano de poder reflexionar sobre los acontecimientos y personas del día, pasarme ese tiempo me ayuda un montón, qué os voy a decir.

Sin haber sido del Opus Dei me parece que yo no iría a misa todos los días. Y no es por mantener una hoja de expediente ni llenar una cuadrícula ni dar cuentas a nadie ni por escrúpulos. Lo hago motivado por una idea muy bonita y profunda que me comentaba un día mi tío jesuita, el cual no tiene nada que ver con la espiritualidad de la Obra: para él, su Eucaristía diaria era “un punto de reunión y de encuentro.”

Creo que Carmen Charo (2-VIII) pone el dedo en la llaga: es muy posible que uno-a se pierda en las formas y se olvide del fondo, quedándose en la superficie, preocupándose por las apariencias, obsesionándose con la contabilidad. Tiene toda la razón en que sería una pena hacer todo eso, y luego voy y me dejo llevar de la impaciencia en el hospital, contesto a una enfermera de mala manera, no siempre trato a los pacientes con cariño, a veces ignoro a los más desafortunados… Sí, esos aspectos del amor al prójimo me cuestan, y ya dice San Pablo que sin caridad no soy nada. Es algo que a menudo me recuerda – de vez en cuando con cierta vehemencia, pero siempre con cariño :) – otra buena amiga que conocí en la web. En eso estamos.

Finalmente, agradezco a Carmen Charo (2-VIII) que nos vuelva a presentar una idea que ya había elaborado Aquilina (orejas, no me acuerdo de la cita exacta, lo siento): lo que hemos pasado todos ha sido una oportunidad de conocer a fondo el inmenso amor de Dios, su misericordia y providencia por todos nosotros, su cariño que lo trasciende todo. Tienes razón, Carmen Charo: yo no entendí la filiación divina con la profundidad de cuando me iba, pues cuando uno se encuentra en un abismo existencial, cuando se sabe un punto minúsculo del universo, cuando se desmoronan la autoimagen, los ideales soñados, los soportes sociales y el futuro resuelto, no tiene más remedio que aferrarse al Único que nunca nos abandona. Y Él no decepciona.

Alguno podrá pensar que todo esto es una tontería, pero al niño de Nueva Delhi y a mí nos parece de justicia reconocer lo mucho bueno que hemos recibido ;).

Un abrazo a todos,

José Carlos







Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=2603