El desafío del Venerable.- Lizzy B.
Fecha Monday, 22 July 2019
Tema 040. Después de marcharse


Le pedí al Venerable Anciano (Zartán) que me diera un tema para escribir, ya que me contó que él había mandado correspondencia a Orejas. Y en el wasap aparecieron las palabras: “¿Valió la pena? ¿He sacado algo positivo?".

 

Voy a hacer un esfuerzo por dejar de lado mi talante ligero e intentar profundizar. Cuando conozco personas nuevas, candidatos a buenos amigos, que se interesan por conocerme, por entender un poco de mi itinerario vital –soy siempre una especie de enigma, porque soy una mezcla de muchas cosas y no me pueden encasillar-, no evito, llegado el momento, de hablarles del Opus. Dependiendo de la persona, agrego más o menos datos. Me doy cuenta de que lo hago porque explica que mi único novio haya sido mi marido. Y que no lo conociera hasta los 29 años. Es decir, que explica la pobreza de mi vida afectiva, pero no la pobreza de mi alma, jajajaja. Una joven con ideas de entrega llevadas al extremo de apuntarse a una institución ultra conservadora de la iglesia católica, no puede ser una mala recomendación. Aunque también habla de alguien bastante temerario y raro. Porque el Opus también puede ser entendida como una secta. A todo eso me enfrento cuando explico mi pertenencia al Opus y la verdad no me hago mucho juicio. Entiendo que entré por el corazón, por la misma debilidad del corazón que con los años se ha convertido en mi mayor fortaleza: querer entender la vida y amar de verdad.

 

Por supuesto que cuando explico mi pertenencia al Opus a mis nuevos amigos –los viejos estaban ya allí o han sido puestos al corriente- no me pongo en este plan de heroína. Más bien les cuento mi afinidad con el profesor supernumerario que me “contagió la enfermedad”, o la reciente muerte de mi madre, lo que habría motivado mi interés por el catolicismo, mi conversión y posterior entrada al opus como agregada. En muchos momentos de mi vida en el Opus fui muy feliz. Los más altos, son aquellos de pura contemplación estética o de amor, si se quiere. En ratos de oración mental, en algunas misas, en algunas tertulias. O haciendo algo banal con alguna de mis hermanas. Tengo recuerdos bellos de mis estudios de filosofía o del Evangelio en los cursos anuales. Aprendí a nadar en mi primer curso anual a los 22 años. Y la administración nos cuidaba y consentía con pastelillos. Recuerdo haber recibido mucho cariño de mis hermanas. De haber bailado y cantado las canciones de Chayanne en algunos cursos anuales, y que no nos importara nada. Haber tomado mucho pisco sour en una celebración y luego haberme ido a fumar con mi grupete, sintiéndome mala pero buena. Recuerdo haber escalado cerros, haber leído libros maravillosos en viajes en voz alta. Haberme bañado en el mar y haber hecho desviarse a todo el mundo para encontrar un baño. Recuerdo aprender latín, intentar cantar bellas y antiguas canciones. Haberme trasladado en el tiempo y el espacio a la España de principios de siglo para seguir la fundación de la Obra, allí, sentada en el oratorio por horas, y solo detenerme cuando entraba alguna a hacer las normas. Entonces miraba su nuca, su espalda, sus gestos. Las veía hacer la genuflexión y trataba de imaginarme a esa edad (la que tengo ahora), cómo estaría mi alma, qué habría pasado con mis sueños, mi corazón. Recuerdo haber conocido personas maravillosas, talentosas, graciosas. Algunas con diversos males, que paliaban con medicamentos, que ahora entiendo necesarios, porque la vida es difícil.

 

¿Que si valió la pena? Por respeto a mí misma, porque el periodo Opus tomó un cuarto de mi vida, debo decir que sí. Si pudiera elegir nuevamente, habría elegido ocupar esos 10 años trabajando de camarera y viajando por el mundo, pero bueno, es leche derramada sobre la mesa. Los ocupé en lo que los ocupé y tan mal no está. No hay grave perjuicio de mi vida, tampoco. Fue un intento bello y fallido de entregar mi vida a una causa superior, lo malo es que la vocación al Opus no va para ninguna parte, realmente. No es por el mensaje, o por la cuestionable figura del fundador con sus virtudes humanas tan tan… es porque la vida humana se trata de amar, de seguir el corazón, de llegar ser uno mismo y de disfrutar la existencia común. Y nada de eso se puede hacer en el Opus a menos que te decidas a mentir y a desobedecer, porque se trata de seguir “el camino de nuestro padre predicho por Dios”, un “dios” que es una ameba, un “algo” que el director/a de turno rellena según el interés central. Al final, tu camino interior está sujeto a arbitrariedades y a manipulación. En algún punto se te viola espiritualmente, se te falta el respeto más esencial. A mí se me evaporó la confianza, y junto con ello, el amor. Lo dije al confesor en mi último curso anual, que sentía que perdía la fe. Obviamente la reacción del sacerdote fue la furia, jajaja. No hay cómo.

 

¿Si he sacado algo positivo? Muchas cosas. He aprendido kilos sobre el ser humano en general, a partir de mi experiencia en el Opus. Hay cosas que entiendo muy bien, paños y paños de aprendizajes que no hubiera tenido de no haber sido opus, y luego exopus. Porque siendo ex vives cosas muy lindas, como la reconstrucción, la propia y la de otros. Conoces personas extraordinarias, que llegas a amar de verdad. Al pasar los años, la experiencia se transforma en algo que suma. Procuras no olvidar lo negativo, para poder empatizar y dar un buen juicio cuando alguien lo necesite, pero vitalmente, la experiencia no puede sino sumar. Creo que eso es lo que me interesa que quede de todo lo que he dicho: que hay que tomar distancia y poner los “hechos opus” en perspectiva vital. Se trata de tu vida, de tus decisiones, y debes amarte en cada una de tus versiones, aunque hayas estado equivocado u obrado mal. El poder transformador de la mirada del amor puede ser vertido en tu propia vida, iluminando hasta los rincones más oscuros. Y luego miras a los demás y ves luz también. Todo está en la mirada, pues los hechos del pasado existen en sí, solo en la medida en que los evocas. Hoy lo único que te une al opus son tus recuerdos. Procura que sean los mejores.

 

Lizzy B.









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