Caminante, se hace camino al andar.- JuanchoR
Fecha Monday, 03 June 2019
Tema 050. Proselitismo, vocación


Querido Daneel:

Gracias por tu comentario. Quisiera reproducir aquí unas letras de tu escrito:La vocación no está escrita en un papel: "tener vocación [no] es una especie de “hecho verificable”, como si uno pudiera mirar un papel dentro de un sobre, donde consta los que tienen o no tienen determinada vocación. Y, de esta manera, antes de mirar dentro del sobre hay que hacer una apuesta sobre lo que hay en él, de tal manera que el que acierta gana la apuesta, y el que se equivoca la pierde. Pienso que esta forma de pensar es un grave error espiritual." Yo también pienso que eso es un error. Y añado otras de tus líneas: "Dios habla con nosotros durante toda nuestra vida, nos llama una y otra vez, en los acontecimientos, en las personas que nos rodean. La vocación no es un molde en el que uno tiene que esforzarse por encajar, sino un continuo diálogo vital con Dios, que no termina nunca, en el que siempre se descubren nuevos matices. La vida no es un laberinto que ya está trazado, sino un camino que hacemos al andar."...



Precisamente, esa es la visión que tengo yo de la vida y de la vocación: "un camino que se hace al andar". Por eso apunté que Dios "se adapta" a nuestras decisiones". La verdad es que no pude ahondar más en el tema por falta de espacio y de tiempo.

También dices: "Dios no tiene un “programa” para nosotros, que si acertamos a seguir seremos felices, y si erramos seremos infelices." Aquí se haría necesario precisar términos, porque efectivamente, de no hacerlo, se podría caer en errores de interpretación. Dios no tiene un "programa", un "guión" como el de una película que debamos interpretar. No somos simples actores, de lo contrario, ¿dónde quedaría la libertad? La libertad, que es el eje fundamental sobre el que gira la salvación, pues no hay amor sin libertad. Pero dentro del amplio panorama vital, está claro que hay cosas que nos acercan a Dios y otras nos alejan. Y ahí está el "santuario de la conciencia" en el que uno a solas con Dios debe clarificar y decidir sobre hechos concretos de su vida, de su día a día, de sus éxitos y fracasos, etc.

También comenté en mi escrito que sería interesante ahondar en el debate de si la pertenencia a una institución de la Iglesia conlleva o no una llamada divina. Pero cuando se habla de vocación, en términos vitalmente amplios (vocación al sacerdocio, al matrimonio, a la vida consagrada, etc.), se está hablando precisamente de un camino. Un camino que, como tú bien dices, se hace al andar, pero que en muchos casos se perfila de acuerdo con una misión en la vida: por ejemplo, no son las mismas las exigencias de la vida sacerdotal que las del matrimonio (me refiero aquí a estos dos caminos porque en ellos creo que queda claro que existe una vocación, quedando además respaldados por un sacramento).

¿Significa eso que la vida de una persona pueda quedar marcada por una decisión personal, decisión a seguir lo que uno ve como un camino al que Dios le llama, un proyecto (proyecto abierto, que se concreta a lo largo del caminar), por una misión? Todo depende del interesado, del "juego" entre lo que Dios pide, la gracias que da para desempeñarse, y las decisiones que uno, en diálogo con Dios, toma de acuerdo con las circunstancias que van apareciendo en la vida. Pero que Dios llama a determinadas personas a desempeñar misiones determinadas es algo que aparece en el Evangelio: "la mies es mucha, los obreros pocos".

Aquí debemos ser cuidadosos. Repito que la vocación es algo que ocurre entre Dios y cada persona. Que todos tienen vocación ("Dios QUIERE que todos los hombres se salven"). Que la vocación de hecho adopta tantas formas como personas existen (fue la respuesta que dio el entonces cardenal Ratzinger a la pregunta de un periodista: "¿cuántos caminos existen para la salvación?" "Tantos como personas ha creado". Y ello no está en contradicción con decir que solo hay un "camino": Cristo: Camino, Verdad y Vida.

Creo que para entender todo esto mejor hay que caer en la cuenta de que el cristianismo no es una de las "tres grandes religiones del libro", como algunos lo llaman. Es simplemente, ni más ni menos, una RELACIÓN PERSONAL con Dios.

Pero el lenguaje es traicionero, y a veces nos obliga a generalizar, clasificar, etiquetar... no era para nada esa mi intención.

Creo que el Opus Dei adolece a menudo de dar una explicación clara de lo que es la vocación. Y en muchos otros casos, como se puede ver por los testimonios que aquí se leen o que de modo más o menos cercano hemos vivido en otros, el modo como se ha tratado este tema es inadecuado o erróneo. Es posible que la teología de la vocación, por su complejidad, no está del todo desarrollada. Y se acaba cayendo en soluciones de "librillo" o de "espantaviejas", que tanto daño acaban causando, sobre todo, como dices tú, entre la gente joven.

Gracias a Dios, según veo yo, el concepto de "etapa de discernimiento de la vocación" se usa cada vez más, y ahora los menores no pueden pedir la admisión sin consentimiento de sus padres. Esto debería conllevar por parte del Opus Dei, además, una profunda tarea de replanteamiento y formación de los supernumerarios para que sepan respetar la libertad de sus hijos y les dejen todas las puertas abiertas, de manera que nadie se vea empujado, y que las decisiones sean personales y a solas con Dios. Recuerdo no hace mucho que tuve que hablar muy seriamente sobre esto con un supernumerario "entusiasta".

Pienso, por tanto, que los años que pasan desde que uno pide la admisión hasta que hace la fidelidad (entre siete años y medio y seis años, según la edad con que se pida), deben ahondar precisamente en esto; en mi caso y en el de otros muchos que conozco fue así. Yo puedo decir que si estoy en el Opus Dei es por decisión personal (o mejor dicho, por una serie de decisiones personales a lo largo del tiempo), y porque creo que conmigo se explicaron bastante bien (y no fue una sola persona, ni fue en una sola ciudad ni centro: pasé por varios lugares a través de los años que precedieron a la "fidelidad"), y procuro que si alguien a mi alrededor "siente" esa llamada, termine respondiendo del mismo modo, pero no de golpe y porrazo: necesita su tiempo para saber qué es y para ir decidiendo.

Y aún así, la vida nunca está cerrada, ni podemos decir de este agua no beberé. Lo que está claro es que Dios no cejará en su empeño de tenernos a su lado una vez que todo esto haya concluido.

Pido disculpas si en algún momento no me he expresado del todo bien. No trato, creo que eso sí queda claro, de pontificar nada, sino tan solo de compartir mi experiencia personal.

Con cariño,

JuanchoR







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