Tengo la esperanza de que la Obra nos resarcirá.- Inscrito
Fecha Wednesday, 15 May 2019
Tema 120. Aspectos económicos


Leí con mucho interés la entrevista a D. Fernando Ocáriz publicada con ocasión del 90 aniversario de la fundación del Opus Dei.

Creo que habrá un cambio en la actuación de la Prelatura con las personas que dejamos nuestra vida y patrimonio, entregados a las labores, y que un buen día, por las razones que sean, que sólo Dios y nosotros conocemos bien, optamos por desvincularnos de la institución.

Personalmente, como tantísimos otros, he sufrido lo indecible, dentro y fuera de la Obra.

Fui muchos años miembro numerario "inscrito". Lo entregué todo. No retuve nada como peculio.

Más allá de la dedicación completa a las labores apostólicas y encargos de formación y gobierno, mientras pertenecí al Opus Dei, nunca desarrollé una actividad profesional secular y civil. Esto que acabo de escribir parece una contradicción con el espíritu del Opus Dei, pero no lo es. Se trata más bien de una paradoja. Para los directores de la Obra a los que se les pide una dedicación interna completa a la institución, esos encargos se convierten en la "profesion", con la que deben santificarse.

La Obra no me dio de alta en la Seguridad Social en los años en que estuve, así que perdí la posibilidad de tener una pensión de jubilación en su día.

Tampoco en la Obra se preocuparon porque tuviera un plan de pensiones, o algo parecido, que me permitiera afrontar la vejez con dignidad en caso de dejar la institución.

Al desvincularme de la Obra no recibí ningún tipo de compensación económica justa.

Con estos antecedentes, es fácil imaginar el angustioso calvario que vivo desde que no pertenezco al Opus Dei, sencillamente porque no tengo nada: ni trabajo, ni dinero. Me considero un auténtico indigente; algo que va minando poco a poco eso que hoy en día llaman "autoestima".

Busco a diario un trabajo, de lo que sea, que me permita tener ingresos para subsistir con autonomía.

Dicho lo anterior, leer la entrevista con el Padre referida al comienzo de este escrito, me produjo un halo de esperanza. Desde entonces, cada día sueño despierto que llegará un momento, no muy lejano, en el que sonará el timbre de la casa donde vivo, abriré la puerta y recibiré al Vicario de la Delegación que viene para comunicarme que la Obra, como madre que es, comprende la penosa situación que atravieso, y que el Padre, compadecido y misericordioso, ha dispuesto compensar mis años de dedicación completa al Opus Dei con una aportación económica suficiente para que viva con un mínimo de dignidad, al menos mientras encuentro un trabajo estable con el que sostenerme por mis propios medios.

¡Quién sabe si ese sueño será una realidad para los que estamos en la misma situación! Pidámosle a Dios que así sea.

ex.inscrito@gmail.com







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