Hola!

Leyendo por aquí y por allá, me encuentro un delicioso texto de Pouis [¡El numerario travieso!.- Pouis, Publicado el Lunes, 09 julio 2018]. Y llegando al final... se me ocurre un comentario que no tiene que ver directamente con la correspondencia (a mí me pilló el cambio de "política" sobre este punto, y la verdad es que me sorprendió cuando el director de una convivencia, al dejarle una carta sobre la mesa, me dijo por primera vez que ya no había que dejarlas en dirección. Me desorientó un poco, pues "casualmente" nunca había recibido correos abiertos -llevaba pocos años en la obra-, y tampoco tenía nada que ocultar en lo que escribía...).

Pero voy al comentario de "confiar más que en mil notarios"... la confianza... las relaciones, como las de familia o la amistad, se fundamentan en la confianza. Sin ella nada se puede hacer... Personalmente, prefiero aceptar la traición que desconfiar de alguien QUE NO ME HA DADO RAZONES PARA ELLO. No fue eso lo que me ocurrió a mí, que en el cambio de una delegación a otra, fui percibiendo que estaba "bajo sospecha", sin haber cambiado nada en mí, ¡vaya! (lo que sí cambiaba de un centro a otro eran determinadas costumbres, pues parecía que lo que era criterio aquí no lo era allá y viceversa), y de poco me sirvió hablar llanamente. La conciencia tranquila, me dije: "un dire suspicaz no será el que vaya a dar al traste con mi vocación". Pero... ¿con cuantas otras sí que puede acabar? O, lo que es peor, ¿cuántas "vocaciones impostadas" puede llegar a provocar de esta manera? "Zape no nació mentiroso; se dio cuenta de que su padre partía de la premisa de que él siempre mentía, y fue así como aprendió a mentir."

Pobre Zape.

Con cariño,

JuanchoR