Estimada Agustina y compañeros
Tiempo atrás le solicité a Agustina que retirara los escritos que había remitido. Gentilmente, como siempre, me explicó que por motivos técnicos muy atendibles le era imposible hacerlo sin afectar la página. Como corresponde se lo agradecí; pero pasados los días me puse a pensar que le debía a ella y a ustedes una explicación. Sentí que debía explicarles el por qué de la solicitud, y esto entonces lo que ahora pretendo.
Lo primero que debo decir es que no reniego de nada de lo escrito. Es decir. Afirmo que es auténtico.
Lo escrito transmite mis vivencias y sentimientos. Los hechos referidos reflejan los que por haberlos vivido conozco de primera mano, o por fuentes fidedignas. Acepto que alguien pudiera darles una interpretación diferente y acepto también la cuota parte de responsabilidad que me cabe en todos los hechos que protagonicé. Más, ello no quita que en su tiempo y lugar viví y sentí las cosas tal y como las expreso. Como suele decirse, con el diario del lunes todos acertamos los ganadores.
La explicación al pedido de retirar los artículos es que perdoné, o, por lo menos, trato de perdonarlos desde el corazón. Estoy viviendo un proceso en el que rezo por la Obra y por sus directores e integrantes. Me siento bastante liberado del rencor y resentimiento que he tenido.
Puse en la perspectiva de los siglos que tiene la Iglesia el tiempo de la Obra. Creo que la Obra tiene un papel para jugar que solamente Dios sabe. Incluso causando dolor a otras personas. En definitiva, Dios me ha hecho ver las cosas con una perspectiva diferente, y en ese sentido entonces siento que debería haber actuado de manera distinta. Hoy escribiría directamente al Vaticano y al Obispo de mi diócesis. Siento que le hago un mal a la Iglesia y favorezco a quienes son sus enemigos y hacen por sembrar odio y destrucción.
Pienso que, al final, si Dios no quisiera el Opus Dei lo hubiera destruido. Quizás permita que se destruya en el futuro, o tal vez la transforme en otra cosa muy diferente a la que conocimos y conocemos. Instituciones de religiosos y laicos las hubo a lo largo de los siglos que prosperan hasta hoy; otras que lo hicieron en un momento puntual; y muchas que se transformaron o extinguieron. En fin, vaya uno a saber lo que pasará. Pero, insisto, cada una por una cosa cumplió su papel y de ello algún bien surgió.
Esto no quiere decir que no se me suban los tanos a la cabeza cuando veo ciertas cosas, en la TV o en mi entorno. Pero trato de rezar por ellos, por su conversión, para que adviertan sus errores y curen el dolor que causaron.
Paradojalmente, siento también que en este proceso esta página cumplió un papel importante. Aunque, no tengo claro cómo atar todas estas.
Estas son, estimados Agustina y lectores las cosas que me están pasando.
De ninguna manera ansío que sean compartidas ni imitadas, porque cada persona hace su propio proceso.
Lo que sí deseo de todo corazón es que todos podamos dejar atrás el sufrimiento, la decepción y las malas experiencias; que curemos completamente las heridas del alma y del cuerpo, y que todos alcancemos y vivamos la paz, para concentrarnos con toda la energía en lo que falta por vivir, que es lo único verdaderamente importante. Para alguno esto sonará a filosofía de dos pesos. Quizás sí. Pero, no por barato deja de ser cierto.
Para finalizar deseo agradecer a Agustina por su amabilidad, por todo lo que hace para ayudar a curar el dolor de otros, y por luchar contra los obstáculos que se le interponen. En ella a todos quienes con ella y como ella proceden.
Un afectuoso saludo a todos y mis deseos de felices Pascuas
HeCHeCe
