Opus Diaboli.- Cyrano
Fecha Wednesday, 06 March 2019
Tema 050. Proselitismo, vocación


Hace unos días una amiga me mandó el enlace a este vídeo de unos 8 minutos de duración. Es una pequeña entrevista a Serge Abad-Gallardo, un ex masón que ha publicado varios libros en los que cuenta su experiencia y afirma que la masonería sirve a Lucifer.

En el minuto 5 aproximadamente, explica cómo se abandona la sociedad secreta. Transcribo: “Basta con escribir una carta al venerable maestro y entonces se sale de la masonería. Los problemas vienen luego. Si se queda uno tranquilo no pasa nada salvo que pierde todos sus amigos porque todos los masones le giran la cara y pierde casi todos sus amigos y sus apoyos”. Supongo que esto nos suena a todos. Curiosa coincidencia.

¿Existen más coincidencias? Yo diría que sí: el presumible tráfico de influencias que ejercen algunos de sus miembros con el objetivo de beneficiar a la institución, la creación artificial de modelos sociales (caso de Father McCloskey), el presumible control de un importante flujo económico mediante una pléyade de sociedades mercantiles y fundaciones, la compartimentalización de la información, la promesa de alcanzar la santidad obedeciendo a los directores y cumpliendo un plan de vida (unos ritos)...

En la enumeración anterior, el adjetivo “presumible” no es solo un eximente de responsabilidad sino una coincidencia más ya que, al igual que sucede con la masonería, hay actividades muy difícilmente demostrables aunque todos sabemos que “haberlas, haylas”.

Este paralelismo entre masonería y Opus Dei no es nuevo. Ya en épocas fundacionales se calificó a la Obra de “masonería blanca” y, aunque no es mi intención escribir un ensayo acerca de este tema, me parece importante desarrollar una pequeña discusión.

En contra de esta similitud se puede alegar que la Obra tiene sus estatutos y está aprobada por la Iglesia. No obstante, dichos estatutos no se dan a leer a sus miembros y son sustituidos por un catecismo que es el que se explica en los medios de formación. Es más, la Obra contraviene (o lo ha hecho en el pasado) las normas de la Iglesia con “santa pillería”, por ejemplo en lo relativo a la dirección espiritual.

Se puede alegar que hay gente santa allá dentro. Hace poco Dax nos contaba un ejemplo y yo mismo podría hablar de otros casos. Pero también en la masonería hay tipos que, como le pasó a Serge Abad-Gallardo, buscan honradamente la sabiduría y la bondad aunque a la postre sirven al diablo sin saberlo. Hay que separar las instituciones de las personas. La gracia de Dios promueve la santidad hasta en la antesala del infierno.

Para mí hay dos notas que demuestran que el Opus es Diaboli. La primera es que el gobierno de la institución utiliza a los miembros como peones de sus intereses, instrumentaliza la dirección espiritual como mecanismo de control de las conciencias y relega la promoción de la felicidad individual en beneficio del aparato. Es decir, convierte a las personas en un medio y no en un fin.

La segunda característica es su peculiar modo de extender el Reino de Dios. Son los directores los que señalan la vocación postergando todo proceso de discernimiento personal. Pero no solo eso, la labor de la Obra confía en medios (colegios, clubes, estrategias, planes) olvidando a Jesús y la gracia. Es decir, es una LABOR SIN FE, puro movimiento, hacer y hacer cosas. Es como si los directores, que aparentan saber más que Dios, le señalaran a Dios a quien tiene que dar la vocación o como si la eficacia de sus apostolados fuera fruto de una cuidada planificación en los despachos de la Comisión.

En definitiva, el gobierno de la Obra habla de Dios pero se coloca por encima de Él y decide qué es el bien y qué es el mal. Y esto, queridos directores, es el Pecado Original. ¿Os suena “el árbol de la ciencia del bien y del mal”? ¿Os suena el “seréis como dioses”? Pues la “sabiduría” de los masones es esto mismo, es decir, establecer qué está bien y mal al margen de Dios y de la naturaleza de las cosas. Y esto es la tarea de Lucifer.

Quizá esto explique el tufo luciferino que deja el orgullo de algunos de los directores del Opus.

NOTA: eso de indicarle a Dios a quién tiene que dar la vocación ya lo defendió don Álvaro cuando dijo que Dios no negaría la vocación a quien hubiera pitado sin ella si era fiel.

Cyrano









Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=25679