Dicen que una fotografía vale más que mil palabras.- Carlos Olivares
Fecha Friday, 15 February 2019
Tema 020. Irse de la Obra


Aprovechando que el 14 de febrero se celebra en muchos países el día de San Valentín o día del amor y la amistad o el día de los enamorados, pero que para mí es mi aniversario de bodas número treinta y tres, quise compartir la fotografía de mi familia.

  

Sí, hay vida después del opus. Estuve veintidós años como numerario, seducido por un horizonte de santificación en medio del mundo. Sin embargo, veintiún años después de haber pitado a los quince años de edad, solo había ejercido mi profesión como ingeniero durante los seis meses que duraron mis prácticas antes de graduarme. Consejos locales, Colegio Romano, facultad de Teología en Navarra y luego como nuevamente como director en Consejos locales. Siempre fui alérgico al negro… De verdad que ya estaba harto. Siempre tuve muy clara mi vocación profesional laical y quería ejercerla. Trabajar como cualquier persona, vivir en medio del mundo. Ser libre y hacer lo quisiera.

No fue un proceso largo y paulatino. O tal vez sí. Pienso que fue como un fusible que se va recalentando poco a poco debido a una sobrecarga hasta que se funde. Así empezó mi época de rebeldía, por muy director que fuera. Fueron unos ocho meses desde que plantee mi “crisis” vocacional en la que me echaron los “perros bravos” para ver si me convencían. Época terrible, en la que trataban de someter mi inteligencia y mi voluntad por todos los medios.

El sólo hecho de que un numerario que ha ocupado cargos de formación y de gobierno plantee la crisis vocacional crea un punto de inflexión. Me di cuenta de que ya nunca más formaría parte de un Consejo local y sería menos que nadie como algunos numerarios que conocía. Así que un sábado por la mañana, después de misa y del desayuno en el centro cargué las maletas en mi coche y me despedí de todos los de la casa, menos del sacerdote y del director. No salí de escondidas.

Mi madre me acogió en su casa, contenta de que hubiera regresado. Y me mantuvo por unos meses, hasta que conseguí trabajo. El día antes de salirme había hecho caja, y pedí para gasolina. No me dieron el dinero. Me salí con lo que tenía en el bolsillo.

Y empecé un auténtico proceso de reinserción en la sociedad. Pensé que iba a seguir contando con mis conocidos del opus, numerarios y supernumerarios, me pronto me di cuenta de que me habían dado la espalda. Tenía que salir adelante solo. Conocer gente y hacer nuevas amistades. Aprender a vivir en libertad.

Mi madre, feliz de que estuviera de regreso, la quiso hacer de casamentera, presentándome a las hijas de sus mejores amigas. Me di cuenta de que yo era el mirlo blanco: hombre maduro, de buena familia, con buena educación y… soltero. Poco a poco me fue presentando a sus candidatas, pero resulta que todas las que me presentaban tenían una edad parecida a la mía estaban divorciadas y con hijos. No muchas gracias.

Fue una época de quemar etapas. De vivir la adolescencia que me había perdido en poco tiempo y totalmente desfasado. Todavía recuerdo mi primer beso, ¡a los treinta y siete años! Era tan torpe al tratar a las chicas… Por fin, dos años después conocí a la chica con la que me casé después de un noviazgo de ocho meses.

No hay matrimonio fácil. No todo ha sido miel sobre hojuelas durante estos treinta y tres años. Pero no hay nada comparable a la felicidad del nacimiento de un hijo, ni nada más duro que una enfermedad grave de tu cónyuge o de uno de tus hijos. Los problemas económicos agobiantes, la falta ocasional de trabajo…  Pero no cambio por nada estos años. El balance, sin lugar a dudas, es totalmente positivo.

Dentro del opus jamás tuve un sentimiento de alegría fuerte, y que además se acrecentara al compartirlo. Sí que tuve disgustos serios, pero que tuve que superarlos solo. Y estando dentro, ¿se puede estar orgulloso de algo? Pienso que no. Pero yo estoy orgulloso ahora de mi trayectoria profesional y de mis hijas. ¡Qué satisfactorio es verlos a todos unidos y queriéndonos tanto! Y los nietos… Son la recompensa a todos estos esfuerzos. Por eso quise compartir esta fotografía con todos.

Carlos Olivares









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