Quiero agradecerle a Ana Azanza el trabajo hecho para traducir el video con la entrevista a un director del Opus, al psicologo Drewermann y el periodista Peter Hertel. Realmente el video es de gran interés por todos los argumentos tratados, las explicaciones del numerario, las respuesta que le dan los otros dos y el que dirige la trasmisión.
Leí el libro “Clerigos” de Drewermann hace muchos años –creo que más de veintecinco, ya fuera de la Obra desde algún tiempo- y supuso una etapa de mi recorrido evolutivo y de maduración interior después de salir. Ahora ya no recuerdo muchos argumentos tratados, pero uno sí me dejó una huella honda; el darme cuenta de que realmente la tradicional educación cristiana, y mucho más aún la formación que se da en la Obra, logran alienarnos de la voz de nuestra conciencia, echandola externamente fuera de nuestro interior. El razonamiento es que por el pecado original nosotros somos malos consejeros de nosotros mismos, y que la prudencia empuja a seguir el consejo, o el ímperativo, de quien sabe mejor cual es nuestro bien por verlo desde fuera y sin las inclinaciones interiores debidas al pecado original.
En realidad, si algo se ha consolidado dentro de mí en el recorrido de mi vida, es que es precisamente nuestra voz interior la que nos empuja a buscar a Dios, es precisamente el anhelo hacia nuestra dimensión espiritual, hacia esta presencia que barruntamos en el centro de nuestro ser, que alimenta la vida espiritual, y quizá precisamente el abdicar a la escucha de esta voz interior para darle oído a la voz exterior de los directores, de los criterios, del buen espíritu…, el perder ese cordón umbligal que nos conecta con Dios, es lo que alimenta la desorientación y la crisis espiritual que se dan a menudo entre la gente del Opus. No me parece atrevido hipotizar que también la perdida de la fé que se da en unos cuantos al salir pueda tener esta explicación: ya no sabemos, por desconfianza, buscar y encontrar la voz de Dios dentro de nosotros.
Hace ya muchos años –no me atrevo a buscarlas!- salieron en esta web muchas contribuciones acerca de que la vida dentro de la Obra es una vida de “menores de edad” espirituales. La formación espiritual, como también la humana, tiene como objetivo dar a cada cual las herramientas para realizar el proyecto humano de plenitud al que cada uno estamos destinados de forma personalísima y única, y esto sólo se consigue escuchando la voz interior de cada consciencia, no directivas generales y uniformes.
Sólo un ejemplo: en Camino se lee (más o menos): “Dejemos los minutos de silencio a los ateos…” sin llegar a vislumbrar cuanto y cuan inefablemente habla Dios en el silencio del corazón, y cuanto trabajo es necesario para llegar a ese silencio. En el Opus siempre se habla, también durante el silencio de los cursos de retiro: se habla dentro de sí, meditando las palabras del fundador, las sugerencias del sacerdote en la meditación, repasando las preguntas del examen de conciencia, rezando jaculatorias… Nadie, nunca, me enseñó en el Opus a callar y escuchar la voz de "MI" conciencia, siempre tenía que confrontarme con voces exteriores, la voz misma de Dios me llegaba desde fuera… mientras, como dice san Agustín, “Tú, Dios, estabas dentro de mí y yo fuera de mí mismo, y por fuera te buscaba”.
Todas estas consideraciones se reavivaron dentro de mí al seguir la entrevista traducida por Ana, y por esta razón vuelvo a darle las gracias por su trabajo de traductora, igual que darle las gracias a Agustina por su trabajo de editora de la página, que es lo que nos permite compartir nuestras reflexiones y experiencias con la esperanza que puedan ayudar a quien más pueda necesitarlo en cada momento.
Aquilina
