Preguntas incómodas en el confesionario.- Escudo de Roble
Fecha Wednesday, 16 January 2019
Tema 010. Testimonios


Leí con interés el envío de salypimienta sobre el sexo en el confesionario. Ella describe preguntas profundamente incómodas que tuvo que soportar de parte de su confesor, algo que es verdaderamente repugnante.

Sin embargo, según parece, hacer preguntas incómodas a mujeres en el confesionario era algo que mandaban los textos de teología moral católica tradicional. Años atrás, hurgando en una biblioteca, me encontré con un libro de Charles Chiniquy titulado El sacerdote, la mujer y el confesionario (enlace a una versión en línea; está disponible el texto íntegro).

Este libro fue publicado en castellano en la década de 1950 por los bautistas como un exposé anticatólico, y dicha publicación cesó luego del Vaticano II. Chiniquy fue un exsacerdote devenido a ministro presbiteriano, conocido polemista anticatólico, y sus escritos no pueden considerarse ecuánimes. Pero lo que dice tiene demasiado parecido con lo que denuncia salypimienta como para ser mera coincidencia. El último capítulo del libro presenta algunas preguntas que indican los textos de teología moral (Ligorio y Dens están entre sus autoridades más citadas). Por pudor, Chiniquy las transcribe en latín. En esa biblioteca, hojeando el ajado libro, buscando entender lo que decían con mi latín elemental de curso anual, me quedé azorado; no podía creer que un se indicara a un cura indagar así en la vida íntima de una mujer. Una de las preguntas transcriptas en el libro de Chiniquy, atribuidas a Burchard, es esta:

Fecisti quod quaseam mulieres facere solent, quando libidinem se vexantem exinguere volunt, quae se conjungunt quasi coire debeant ut possint, et conjungunt invicem puerperia sua, et sic, fricando pruritum illarum extinguere, desiderant?
Ya no entiendo casi nada de latín pero esto es pornografía, no es teología moral; y aun así, es lo que grandes doctores del área indican a los confesores que deben preguntar en el confesionario a sus dirigidas.

Como bien dice Chiniquy (cap. 1):

Porque no exagero cuando digo que para muchas mujeres de noble corazón, bien educadas y decentes, el ser forzadas a exponer sus corazones ante los ojos de un hombre, a abrirle todos los más secretos escondrijos de sus almas, todos los más sagrados misterios de su vida de soltera o casada, a permitirle hacerles preguntas que la más depravada mujer nunca consentiría oír de su más vil seductor, es frecuentemente más horrible e intolerable que ser atada sobre carbones ardientes.

Ese cura que abusó sexual y espiritualmente de salypimienta tiene, lamentablemente, algo con qué excusarse. Puede citar a todos los tratadistas clásicos preconciliares y justificarse diciendo que sólo seguía esas indicaciones. Sabiendo la mentalidad retrógrada del Opus con respecto a lo sexual, y su nivel de intromisión en la vida íntima de los matrimonios, no sería nada raro que la conducta abusiva del cura sea sólo la puesta en práctica de algún «criterio» emanado de alguna instancia directiva salida de algún círculo del infierno.

Lo siento tanto, salypimienta. Lo siento muchísimo.

Como dice el encabezado de esta web, gracias a Dios, ¡Nos fuimos!

Escudo de Roble









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