EL SEXO EN EL CONFESIONARIO.- Salypimienta
Fecha Monday, 14 January 2019
Tema 075. Afectividad, amistad, sexualidad


            Me encuentro sorprendida con la noticia de la fortuna que pagó el Opus Dei a una mujer como indemnización por la conducta inapropiada que la hizo sentir incómoda del P. McCloskey.

            En todos los años que estuve cerca de la Obra NUNCA fui testigo de que un sacerdote se comportara en presencia de las mujeres de otra manera que no fuera fría, distante e incluso cortante. A nosotras se nos decía siempre que nuestro trato con ellos debía de ser cortés y respetuoso pero impersonal y que bajo ninguna circunstancia tuviéramos ningún tipo de muestra de afecto o simpatía especial por ellos. Es por eso que la noticia me ha llamado tanto la atención.

            La única vez que me sentí realmente incómoda con un sacerdote fue estando ya casada y con hijos. Él fue un hombre muy culto que daba unas charlas extraordinarias en las que hablaba de astrología, de historia y sobre todo de arte, materia en la que era un verdadero experto.

            Fuera del confesonario era muy correcto, pero dentro, por lo menos a mí me tocó conocer a un tipo con una mente muy sucia. No sé si así era con todas, pero a mí me hacía unos interrogatorios que podrían considerarse como pornográficos. Solía comenzar con preguntas aparentemente inocentes: ¿Guardas la vista? ¿Evitas los pensamientos sensuales? ¿Le das el débito conyugal de buen grado a tu marido? En las confesiones subsecuentes el interrogatorio subía de tono poco a poco con preguntas como: ¿Tienes una vida sexual activa? ¿Disfrutas del sexo? ¿Piensas en cosas sexuales durante el día?  Las siguientes confesiones resultaban ser un verdadero atentado al pudor humano porque pretendía que le contaras con todo lujo de detalles sobre el tipo de caricias que te hacías con tu marido, si te gustaban y si las disfrutabas, lo que se decían uno al otro durante el acto sexual y el tipo de prendas que usabas para “seducirlo”. Me agobiaban tanto esas preguntas que me limitaba a contestar con evasivas y monosílabos. Cuando ya no pude más fue el día que me preguntó si sentía placer durante la penetración. Le dije que no contestaría a esa pregunta ni a ninguna más. Me salí sin esperar ni la absolución y nunca más volví a confesarme con él.  Todas las veces que me crucé con él a partir de ese día, jamás hizo ningún gesto o comentario, siempre actuó como si nada hubiera pasado y yo igual.

            Nunca lo conté en la charla ni con otro confesor porque me daba mucho pudor. Con el tiempo comprendí que eso fue un tipo de abuso sexual porque nadie, bajo ninguna circunstancia tiene derecho a indagar sobre la vida sexual de otra persona ni en el confesionario, ni en la charla ni tampoco en una charla de amigos. No sé si lo haya hecho con otras a las que confesaba porque evidentemente esos temas no se comentaban entre nosotras. Esa es la única vez que un sacerdote tuvo un comportamiento inadecuado conmigo.

            Creo que están saliendo muchos secretos de tipo sexual a la luz, no veo por qué no habría de haberlos, finalmente la Obra está compuesta por seres humanos y con la restricción afectiva que existe ahí, alguna vez se romperían las compuertas de la castidad llevada al extremo. Quizá tendrían que procurar dar una mejor educación sexual y entender que la naturaleza humana necesita del afecto y la ternura, y que todos los asuntos relacionados con la sexualidad son parte de esta naturaleza.

Besos

Salypimienta. 









Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=25605