Mi experiencia cerca del Opus Dei.- Sonreír y luchar
Fecha Wednesday, 09 January 2019
Tema 030. Adolescentes y jóvenes


Durante mi primer año en la universidad me relacioné amistosamente con un compañero de clase (al que llamaré Rafael), comenté mis inquietudes religiosas y acerca de las desigualdades sociales en el mundo.

Al principio él me invitó a ir a estudiar a la biblioteca de un colegio mayor (residencia universitaria) del Opus. Yo estaba sorprendido de que me pudieran dejar entrar. También me fue invitando a participar en actividades deportivas (tenis, fútbito, etc).

Poco a poco me iba presentando a gente del colegio mayor, en un plan muy campechano y distendido.

Recuerdo cuando me propuso una entrevista con el joven director del colegio mayor en su despacho (yo me sentía un poco incómodo ante la idea de esa entrevista). Recuerdo que el director entre otras cosas me dijo en un momento:

“No sé si tienes novia…” Yo evidentemente sabía que era una pregunta indirecta, pero aunque no tenía novia no me apetecía contestar al parecerme una pregunta indiscreta y fuera de lugar. A pesar del silencio posterior a ese comentario me hice el despistado y entonces me preguntó directamente:

-          “¿Tienes novia?”

-          “No… “¿Por qué?” - Le contesté intentando restar importancia a mi pregunta.

Yo veía que mi compañero simpatizante del Opus invitó a otro compañero de clase que llamaré Antonio que académicamente era muy bueno, uno de los dos mejores de los 150 que había en total y Antonio me dijo “Rafael me ha invitado a una misa recordando a Monseñor Escribá de Balaguer”, pero no suelo ir a misas por mi abuelo, así que tampoco fui a la del sr Escribá de Balaguer.

De forma progresiva me fueron invitando a las charlas. Luego alguien me habló de la importancia de confesarse. Yo más adelante le dije al sacerdote (que supondremos que se llamaba Manuel) que preferiría confesarme solo una vez por semana pero él me insistió (creo recordar que visiblemente molesto) en la importancia de confesarme dos veces por semana. Por ejemplo, me decía que si falleciera sin confesión podría estar en pecado mortal y no iría al cielo. Así que lo que empezó como invitaciones opcionales a actividades deportivas y de estudio en el colegio mayor se fue convirtiendo en una serie de compromisos a los que tenía que asistir (charlas, confesiones, etc).

Recuerdo una vez que algo descontento empecé a decirle al sacerdote del Opus:

- “Es que ustedes…”

-“No, no digas ustedes. Yo soy D. Manuel. El director es fulanito de tal, etc, etc.”

Lo de “ustedes” fue algo inconsciente. Me había hecho la idea como de que había una única forma importante de entender la religión y todos en el colegio (director, cura, chavales de mi edad y todos) pensaban y actuaban de una forma coherente con esa única forma de pensar. Todo lo que pasaba me resonaba a la misma idea.

Recuerdo una tertulia en que el cura hizo algún comentario jocoso que a mí no me pareció gracioso (aunque hay que decir que era campechano y sabía hacer las charlas amenas), pero los chavales se empezaron a reír de una forma que a mí me pareció orquestada para crear (aunque fuera de forma artificial) un ambiente alegre y distendido entre los jóvenes.

Se me invitó (insistió mucho) en que fuera a cursos de retiro. El primer retiro me gustó bastante porque me supuso mi primera experiencia personal espiritual en que sentí a Dios. En verano una convivencia en un lugar como Barbastro o Torreciudad me incomodó más. Veíamos la figura de Don José María Escribá (o San José María Escribá como insistía un amigo mío simpatizante del Opus) y su libro “Camino” por todas partes, creo que más que la figura de Jesucristo.

Después de llevar un año en contacto con el colegio del Opus un día quedé con mi compañero de clase de universidad Rafael y me dijo que había decidido hacerse “numerario” del Opus Dei (con 19 años). Yo le dije que había decidido dejar de ir al colegio Mayor porque quería colaborar en un grupo de una parroquia. Estuvo casi una hora intentando convencerme de que debía seguir en contacto con el colegio del Opus. Como yo no cambié de idea, al final me dijo lo siguiente que me parece muy fuerte: “Me has decepcionado”.

Años después de esto, mi hermana y yo teníamos en común el interés por actividades de voluntariado. Le comenté una asociación que vi en un anuncio que luego resultó ser del Opus. Mi hermana pidió información al principio y dejó su teléfono, pero aunque luego dijo que no le interesaba lo que le ofrecían, la insistieron muchísimo llamándola muchas veces.

Sonreír y luchar









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