Más perlas (4).- Lila
Fecha Monday, 17 September 2018
Tema 076. Agregados


Perla 12: Cuando pité hicieron un círculo con las agregadas que habíamos pitado en los últimos tiempos. Éramos 6 o 7 y teníamos todas la admisión o ni eso. El círculo lo daba una numeraria y ahí fue donde oí por primera vez que "La obra es una familia de vínculos sobrenaturales y nuestro padre decía que los vínculos sobrenaturales son más fuertes que los de la sangre". Recuerdo que me impactó. Era muy fuerte cómo nos separaban de nuestras familias con comentarios así. Yo tenía 18 años y me tenían anulada, así que pensé que eso sería así. Sin embargo, tres o cuatro años más tarde, cuando la agregada que era amiga de mi madre me dijo que no la iba a tratar más "porque no entendía nada" (en el argot del opus "no entender" significa que la persona no ha recibido el don tan grande de entender esa maravilla que es el opus), me sentí traicionada y me dolió más que si me lo hicieran a mí...



Quiero decir que el hecho de que te dejen tirada como a una colilla cuando no les sirves, cosa que en el opus es la especialidad de la casa, hubiera preferido que me lo hicieran a mí en vez de a mi madre, que es una santa. Ahora pensándolo, me doy cuenta de que eso de que los vínculos sobrenaturales son más fuentes que los de la sangre en mí no funcionó, porque pudo más el vínculo con mi madre que ninguna otra cosa. Por otra parte, está por ver qué vínculos sobrenaturales había ahí, porque si los hubiera no te hacían las perrerías que a veces hacían. Creo que no se trata tanto de diferenciar el vínculo sobrenatural y el de la sangre sino de seguir el precepto de San Agustín "Ama y haz lo que quieras" porque en el opus ni "ama" ni "haz lo quieras".

Perla 13. Con respecto a eso de que te usan y sacan de ti todo lo que pueden, tengo una pequeña historia. En los dos últimos años que fui del opus me busqué una parroquia para dar catequesis de confirmación. Me presenté al párroco y me ofrecí. Cuando ya llevaba allí dos años y el párroco me conocía y sabía que era del opus porque yo se lo había dicho, me dice la directora del centro, que por supuesto estaba al corriente de todo, que va a ir a hablar con el párroco de donde doy catequesis para pedirle si se puede hacer allí al comienzo del verano una misión popular, y que fuera yo con ella para presentárselo, habiendo acordado previamente una cita con él. Lógicamente, me pareció bien. Todo se hizo según lo previsto, fuimos una mañana a la parroquia la directora, otra numeraria y yo, les presenté al párroco y se le presentó el proyecto, el cual se llevó a cabo con mucho éxito y de lo cual me alegré. Lo que no me pareció bien es que, después de estar yendo allí dos años todas las semanas hasta la otra punta de la ciudad, a llevar a cabo un proyecto que yo me había buscado, se hace una misión popular y ni se me explicó nada ni se me hizo partícipe, es decir, que, una vez que se habló con el párroco, se llevó a cabo el proyecto, el cual se encargó a las numerarias de la casa, y a mí no se me dijo ni que asomara la nariz. Supongo que el párroco se extrañaría... Nunca llegué a saberlo... Creo que es bonito que el Señor se sirviera de mí para que ellas hicieran allí un proyecto, pero lo que no creo que estuviera bien es que, una vez que les presenté al párroco, prescindieran de mí totalmente. Al fin y al cabo yo era catequista de esa parroquia y ellas habían llegado allí porque yo preparé un terreno dos años. Y, ante todo, hay que ser normales y naturales y el párroco me conocía a mí.

Perla 14. Siempre era igual, que les llevaras niñas al centro, siempre haciendo de puente. El problema no era hacer de puente, si eso era lo que Dios quería, sino que te utilizaban, éramos como la avanzadilla y ellas el estado mayor. Muchas veces, después de la meditación semanal de agregadas, nos metían las celadoras en el cuarto de estar con la directora. Lo que sucedía en esas tertulias era surrealista. Nos decían que era una tertulia. Y un churro. Ella se sentaba en sitio preferente con una carpeta y unos folios y nos hacía decirle, una por una, qué amiga íbamos a traer a la meditación de San Rafael. Una por una. Apuntaba el nombre de la agregada y el de la amiga. Sinceramente, aquello me parecía una trampa y un bochorno. Dentro de lo que cabe, yo casi siempre tenía alguna amiga para llevar al centro pero estoy segura de que muchas se sentían fatal por tener que dar un nombre poniéndote en compromiso delante de todo el centro. Fuera como fuese, este ponernos a todas en compromiso delante de todas siempre me dio vergüenza y nunca me pareció un método muy evangélico. Más bien era un forzar las cosas y violentar a las personas. Como siempre, el fin justificaba los medios... Gracias.

Lila.

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