Hace ya más de un mes desde mi primer escrito, donde os contaba mis reflexiones acerca de que la Obra no me hace mejor y que quizás esté malgastando mi vida.

Como imaginaréis, he estado leyendo muchos textos, escritos antiguos... Me han impactado y ayudado muchas cosas. Pero querría mencionar una en concreto. Una anécdota que no conocía de Miguel Fisac en una entrevista, muy parecida a la que os contaba yo en mi primer escrito. Cuenta Miguel Fisac que

"Un día, que no olvidaré porque tengo su amargor en el alma, me fue a ver un compañero que yo había tenido cuando estudiaba el Bachillerato y me contó su situación económica familiar, desesperada, y me pidió que le prestara un dinero. Le dije que volviera a la mañana siguiente. Porque esta decisión yo no la podía tomar por mí mismo. Lo consulté con mi director, y él me prohibió en absoluto, que le diera nada: a él le prohibía consentirlo el espíritu del Opus Dei".

Quiero daros las gracias a quienes me habéis escrito tras mi segundo escrito.
A Pasiva, a Lupe y a Ramón, que ha escrito dos: éste  y éste.

Lupe: me ha impactado lo que me dices sobre los supernumerarios a quienes aconsejo: "lo que tú manifiestas es justamente uno de los motivos por los que he sufrido inmensamente". Me ha hecho pensar que no sólo no hago el bien que podría, sino que en ocasiones -o más que en ocasiones- hago daño.  Te agradezco también tus consejos "fáciles" de poner en práctica, en mi situación actual: mis padres.

Ramón. El primero de tus dos escritos me ha conmovido. Y me ha dado paz, mucha paz. Para seguir adelante con decisiones importantes. En los temas que estamos hablando... y en particular en otro que también me estaba rondando la cabeza. Y mira que nos han hablado de filiación divina... Gracias de nuevo.

Además, valoro mucho que los dos, tanto Lupe como Ramón, os habíais propuesto no escribir más.

Un abrazo

TresDecadas