Ella había encontrado un tesoro o al menos eso parecía. Una familia espiritual que la acogía, que la trataba con cariño e interés. Hermanas que se preocupaban y se preocuparían por su bienestar espiritual. Estaba dispuesta a todo por su vocación.

Fueron pasando los años y a pesar de luchar todos los días, veía el ideal muy alto y ella se sentía a veces la manzana podrida, el gusano que no llega a dar ejemplo. Otras veces sentía aflorar su responsabilidad y se proponía mejorar, ayudar, obedecer. Que difícil es estar en una institución donde se supone les importa tu trato con Dios y descubres que lo más importante son los números, llenar las meditaciones, los retiros y las convivencias. Se vive el dualismo a rajatabla, y te piden unidad de vida???.

Ella descubrió algo que cambió su perspectiva radicalmente, la institución puede ser dañina y puede hundir a las personas sensibles y emotivas. Le dolió mucho este descubrimiento y se encontró en una encrucijada, o aceptaba como algo bueno lo que había descubierto o decidía dar un paso al costado y se desentendía de ese mundo que ya no le ofrecía mayor crecimiento espiritual sino la rutina y el sinsentido. Decidió irse. Le ofrecieron ser cooperadora: ¿Qué sentido tiene salirse para seguir haciendo lo mismo?

De un día para otro toda la fraternidad que había vivido y compartido por 20 años se esfumó. Solo quedaron "amigas" que se acordaban de que ella existía para que participase en alguna charla, en algún retiro... pero su cumpleaños fue borrado de la mayoría de las listas de sus ex-hermanas. ¡Bonita caridad! El mundo es demasiado grande y bonito para ocuparse de ese pequeño mundo lleno de secretos, discreciones e indiscreciones. !Ojalá los que están dentro y los que estamos fuera, encontremos la verdadera paz!

Pasiva