En primer lugar, me uno a las felicitaciones que tanto se merecen Lupe como Salypimienta por sus testimonios, sus experiencias de vida relacionadas con el Opus Dei como supernumerarias. Gracias a Dios ya todo pasó, para ellas y para miles, miles de personas víctimas de una institución que torció su mensaje original y lo encorsetó a la medida de un pobre hombre (pobres lo somos todos sin excepción), un cura con ínfulas de grandeza.

No hace mucho, un todavía -muy a pesar suyo, os lo aseguro- supernumerario de la Obra, muy cachondo él, platicaba acerca del tema de la procreación obligada en este tipo de miembros con relación a la psicología aplicada en las relaciones de pareja en una improvisada tertulia al término de una sesión sobre economía corporativa.

La anécdota se refería a la respuesta que dio nuestro protagonista, el senior de la camarilla, a un joven integrante de la misma. Todos integrantes de la jornada de networking organizado por una entidad financiera. 

Ya bastante mayor y con un montón de hijos casi todos emancipados, expresaba de una forma muy gráfica y divertida las consecuencias de las prédicas y mítines del magnate $an €scriba que le influyó decisivamente en sus años de edad reproductiva matrimonial. 

Durante el transcurso de algunos debates hubo momentos de cierta tensión por la acalorada confrontación en algunas cuestiones que provocaban acentuados desacuerdos en los componentes de dicho grupo; pero el supernumerario en cuestión no daba muestra de la más mínima alteración ante los debates más acalorados o momentos ciertamente críticos.

Parecía no enterarse, pero cuando intervenía daba una opinión certera y a su vez guardaba una envidiable frialdad y serenidad. Esa actitud invitó más tarde, ya fuera de concurso, a que alguien le soltara: A Ud. Ya no le importan demasiado esas cosas, ¿verdad? 

Mire, argumentó el hombre con socarronería y plan jocoso: lo que pasa es que ya no tengo edad de irritarme, pues cada vez que me enfadaba con mi esposa acababa con unas paces muy sabrosas pero que provocaban un conflicto inflacionista en la población mundial. Mejor resolverlo todo con calma y con cabeza, que para eso la tenemos....

Manzano