Mi habitación era mi refugio.- ET
Fecha Wednesday, 04 April 2018
Tema 010. Testimonios


Traducción: Mediterráneo

 

Bueno, no sé muy bien cómo empezar esto, pero dejaré que mis dedos corran por el teclado. Mis disculpas por el consiguiente desorden.

Todo empezó con “alguien me ha dicho”, “algunas personas me han comentado que…”, las palabras de la directora de sm. Todavía me pregunto, ¿quiénes fueron “esas personas”? ¿Quién fue ese “alguien”?  ¿Tienen nombres o debo considerarlos “los sin nombre”? Cuando vas a confesarte y el sacerdote te insulta, y te habla en una jerga que no entiendes, y a él le preocupa que no le entiendas, simplemente porque tiene una información que no puede decirte, utilizará otros medios para comunicártela…



Cuando hablas con cualquier numeraria y ves que te mira con ojos perspicaces y quizá tú solo querías saber cómo está la otra persona. Si no era hablar con tu directora, o con una directora de las oficinas centrales [Se refiere a la delegación, a la asesoría regional o a la asesoría central (NdlT), el hecho de que dos numerarias hablaran era anatema.

 

Este es el ambiente – un ambiente de temor – que se supone que es santo. Esto se extendía también a las chicas que vivían en la administración. Había directoras muy fanáticas (regionales, sobre todo)  - recuerdo a una en concreto – que les prohibían hablar con nadie de fuera del centro, especialmente si pertenecían a otros centros. Y utilizaban a las numerarias auxiliares para preguntar a las chicas de qué estaban hablando, si las veía hablando con personas de otros centros. Esto se intensificaba si en ese momento había un escándalo público concerniente a la escuela de formación. [Las administraciones de muchos colegios mayores, o residencias, tienen el reconocimiento oficial de “Escuelas de hogar” y, en teoría, las empleadas son alumnas de la escuela y el trabajo de la administración son “las prácticas”. Ni qué decir tiene que no existe horario lectivo, las clases teóricas son mínimas y, de hecho, las alumnas pagan por trabajar en la administración. El negocio es redondo. (NdlT)

 

Así que nunca y bajo ningún concepto dos personas de la Obra podían ser vistas juntas. Sin embargo, esto era muy contradictorio cuando se enviaban notas de la Delegación y de la Asesoría diciendo que aunque solo hubiera dos personas en el centro, la tertulia debía tener lugar. Desafortunadamente y por si la otra persona era una fanática o una espía (en todos los centros las había), una debía tener mucho cuidado con lo que decía.

 

Así pues, en semejante atmósfera, lo menos que se puede decir es que mi habitación era mi único refugio seguro. Durante un año entero, las cuatro paredes de mi habitación fue lo que conocí. Las veo tan claramente mientras escribo esto, porque eran el único sitio donde podía no encontrar a nadie, ni tener que hablar con nadie. Gracias al cielo, aquello era una residencia y lozalizarte suponía mucho tiempo para la directora. En mi puerto seguro era donde podía evitarla. Nunca, cuando te encontrabas con ella, se limitaba al saludo habitual y listo, todo era acerca del deber apostólico y qué hacías, y qué deberías hacer. Era asfixiante y tóxico. Era como un marido a quien su mujer mortifica constantemente y él solo quiere desaparecer: exactamente esa era mi sensación.  

 

El oratorio hubiera debido ser ese lugar, teóricamente, y sin embargo era el último sitio en el que querías estar, porque la directora se asomaba y ver si habías terminado la oración, para controlarte. Mucho peor era  si era el día de confesarse, cuando la directora se aseguraba de que habías ido. Se quedaba dando vueltas por ahí, te enviaba directamente al confesionario y hacía llamar a quienes no estaban para que pasaran a ver al sacerdote. Eso sí era eficiencia para asegurar “la santidad de la gente”. Alguna vez, cuando tenía ánimo para ello, subía las escaleras para verme, así que me hice experta en encerrarme en el cuartito de la limpieza, solo para evitarla. Y si estaba cansada y se quedaba abajo… ¡a quedarme en mi habitación se ha dicho!

 

Desde la ventana de mi habitación podía ver los partidos de fútbol en el estadio regional, la puesta de sol, el skyline de los edificios. No había mucho que hacer en internet, puesto que la práctica habitual era que solo había internet en las áreas comunes. Sé que el panorama desde mi habitación no era nada del otro mundo, pero, oye, era una oportunidad para dejar volar mi imaginación y escaparme de todo lo que estaba sucediendo. Y, en mi habitación, la vida estaba llena de paz. Era una tortura ir a la tertulia de sm, donde enfatizaban el apostolado y discutían qué chica estaba más a punto (solo en sus cabezas, porque en la realidad, la muchacha en cuestión ni siquiera estaba cerca de estar a punto), cuando yo solo quería gritarle a esa chica “¡¡CORRE, VETE, SÁLVATE!!  En una de las tertulias me tocó estar con numerarias que habían hecho el Colegio Romano y hablaron en español durante toda la tertulia, traduciendo solo cuando alguien recordaba que yo no las entendía. En lo único que podía pensar cuando las escuchaba era en que debí haberme quedado EN MI HABITACIÓN.

 

Era en mi habitación donde mis queridas residentes, viendo lo deprimida que estaba, venían y traían algo para comer, y organizábamos una mini fiesta en el piso de arriba. Sin alcohol, que nadie se preocupe. El resto de las numerarias dormían en el piso de abajo. Siempre, siempre les estaré agradecida, porque en medio de la locura que me rodeaba, ellas eran la cordura. Mis ángeles de la guarda en la tierra.

 

Así que, para evitarme problemas, mi habitación era el refugio donde me sentaba, miraba al vacío y esperaba la luz al final del túnel, luz que finalmente apareció. Mi habitación se llamaba IRIS. Lo recuerdo con tristeza y, a la vez, con mucho cariño.

 

Cuando me fui, seguí con la costumbre de quedarme en mi habitación. Para la gente era muy raro, pero mi habitación seguía siendo mi refugio.

 

Un día estaba en el despacho de mi tía y me recordó lo rara que era cuando salí. Le expliqué lo de mi habitación y ambas nos reímos a carcajadas.

 

Que tengáis muy buena semana, llena de risas.

ET

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