El estilo macho machote.- H.A.
Fecha Thursday, 05 August 2004
Tema 100. Aspectos sociológicos


EL ESTILO MACHO MACHOTE

En la década de los años cincuenta del pasado siglo, el hermano de un numerario que con el tiempo llegó a ser cura famoso de la institución escribió en gruesos caracteres sobre la fachada del Colegio Mayor Miraflores de Zaragoza -entonces temprano centro de estudios- esta insólita e injuriosa afirmación: "La fundadora es una loca".

Casi por los mismos días, y en el mismo lugar, el hermano de otro ilustre numerario que también lo fue por aquel entonces, fue conquistado por una hermosa doncella, rica para más señas, a la que paseaba por la bimilenaria ciudad en un hermoso descapotable al que hacía sonar el claxon de forma desafiante cuando circulaba frente al número siete de la calle de San Vicente Mártir, la única vía medio urbanizada del entorno, donde se levantaba y aún se mantiene el colegio mayor Miraflores.

Estos dos ilustres ex numerarios convivieron en el mismo colegio mayor con otro todavía más audaz, que consiguió ligarse nada menos que a una numeraria de la administración aprovechando los escasos recursos de conocerse que permitía la misa compartida a medias. Celosías y demás impedimentos, la cal y el canto, insuflaron vida y pasión a los dos célibes que terminaron por enamorarse.

Como este emparejamiento amoroso no debió de ser el único caso en la protorregión de Hispania, el fundador elaboró por inspiración divina toda una teoría que aplicada a la práctica evitase repeticiones. Y creo que así debió de ocurrir también en otros muchos asuntos, como parece demostrar esa abundancia de notas y casuística que deja pequeña o se empareja, por su prolijidad, con la minuciosidad talmúdica.

Aparte de la vis cómica de las anécdotas, me parece que éstas reflejan una manera de ser de esos vice primeros numerarios: eran gente bastante bestia, por más que alguien ha dejado escrito en esta web que eran "intelectuales bien educados". El paradigma I, que diría el amigo Küng. O tal vez ya el paradigma II. Otros de la misma hornada, entre ellos Joaquín M, un cura que le tocó inaugurar Venezuela, jugaban en la piscina del club de Tenis de Zaragoza a tirarse de cabeza desde el trampolín para ver quien caía en el agua lo más cerca posible del bordillo. Todo muy al estilo de Jesús Urteaga y sus canciones de adelante sin miedo no miréis atrás, con los ojos en el capitán... que a través de los montes las aguas pasarán... Un, dos, un, dos, un, dos......

¿De dónde habrían heredado ese estilo? Sin duda de los primeros, e incluso del propio fundador. Un hombre extremadamente riguroso en sus mortificaciones corporales que, seguramente, heredó de su madre la fortaleza del rudo carácter típicamente aragonés

¿Se acuerdan de la foto de la abuela? Cualquier estudioso de la psicología gestofacial podrá afirmar que se traba de una mujer poderosa, dominante como lo fueron en su generación la inmensa mayoría de las mujeres de la clase media española, una sociedad matriarcal masivamente extendida en la montaña de la provincia de Huesca, en uno de cuyos somontanos se encuentra situado Barbastro. Sabido es que el padre del fundador fue un hombre bondadoso, sumiso a la esposa y de ignotas habilidades sociales. Un pequeño burgués, arruinado, y, como todos sus vecinos, dominado por la señora: a su favor habrá que decir que, seguramente, sí fue un santo, pero a la fuerza, santificado por la doña: lo habitual.

Bueno, parece que esa figura paterna, al menos, no le perjudicó al fundador; pero, en cambio, dejó el campo libre a la ilustre matrona para influir profundamente en su hijo. Y de ahí puede derivarse ese aspecto de las fotos juveniles, tan puestecito y atildado, algo poco frecuente en los varones de su misma edad en aquella época, como han comentado sus hagiógrafos al exponer el ambiente humano poco refinado de los compañeros de seminario; su estilo tan diferente del resto de los alumnos en el seminario de Zaragoza hizo que le llamaran Rosa Mística., como recuerda su compañero el padre Mindán. Pero sobre todo, por esa manía de aparecer siempre elegante; esas fotos tan retocadas, tan elegidas, ¡tan divinas! Ese culto a su personalidad, ese exceso por la presencia, por el aspecto... aunque tuviera luego que repetir constantemente que en casa se ponía una sotana vieja, recosida ¡pero limpia!

Hay una foto que hubiera hecho furor: la del cadáver incorrupto. Pero ya es una foto imposible. Dejó dicho que, pasados unos años después de su muerte, no abrieran el ataúd ¿para no faltar a la humildad? Parece que barruntaba -palabra mágica en su argot- el estado incorrupto como prueba de la predilección divina y como que no quería hacer ostentación, nada extra víncere. Pero parece que no le hicieron caso, porque el reconocimiento de los restos del candidato es requisito ineludible. Por cierto, en el proceso de beatificación y canonización, tan arteramente urdido, nada se dice de si los restos permanecen incorruptos, o al menos yo no lo he encontrado. ¿Alguien puede arrojar algo de luz sobre este asunto?

H.A.







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