Querido Ramón, 

Me he quedado sorprendida y emocionada con el escrito del miércoles que me dedicas. Primero porque me alaga que te hayas tomado el tiempo para pensar en mí y dedicármelo. Segundo porque has interpretado perfectamente lo que creo ha sido el núcleo de mi problema. Muchísimas gracias. Si yo hubiera tenido una formación espiritual, teológica y religiosa suficiente, como tú dices, nada de esto me hubiera pasado. Lo reconozco pues mi problema vital radicó en mi ignorancia y la confianza ciega que he depositado en los sacerdotes. Así me formaron; jamás se me hubiera ocurrido poner en duda las palabras de un hombre consagrado y mucho menos de un Obispo. Por otro lado al encontrarme todo el día abarrotada de actividades (en la obra no hay tiempo para sentarse a pensar) nunca pude analizar si lo que me decían que espera Dios de mí era siquiera racional. No he podido formarme y se han aprovechado de ello. 

Tú dices que yo he metido la pata al tratar temas como la homosexualidad, los divorciados y la salud reproductiva, haciendo interpretaciones que no son evangélicas. Y me pregunto: ¿Cómo iba yo a saberlo? Un ejemplo: una vez me hicieron comprar la encíclica Humanae Vitae y luego Mulieris dignitatem (me las vendieron en el centro y todo). Como era muy obediente las leí. ¿Me crees si te digo que no he entendido casi nada? Lo mismo me ha pasado con muchos puntos del Catecismo. Me cuesta admitirlo en público pero mi formación teológica es tan pobre que yo no entiendo estas cosas. Como tampoco entendí nunca lo que repetía como loro recitando las Preces. Con el tiempo las aprendí de memoria pero nunca tuve en claro qué estaba diciendo. Esto no es normal, ahora lo veo. Me hubiera ayudado mucho que alguien se tomara el tiempo para explicarme el Catecismo, las encíclicas y las preces. Como conté en mi historia, 12 años de colegio religioso y 18 años de supernumeraria para terminar en una clínica de rehabilitación por no haber entendido nada de nada. Estuve a un paso de arruinar mi vida y la de mi familia por ignorancia y por confiar ciegamente en el “buen pastor” que me decía que Jesucristo esperaba algo de mí que –como tú dices- le pondrían los pelos de punta.

Me quedé helada cuando afirmas que han abusado de mi conciencia. ¡Qué fuerte! Tú has puesto en palabras cosas que yo he intuido pero que no pude hacer consciente hasta que te leí. Evidentemente conoces a las personas. Tienes razón, han abusado de mi conciencia y se han aprovechado de mi ignorancia. Espero que mi experiencia sirva para prevenir a otras mujeres que tal vez se encuentren en la misma situación en la que me encontré yo.

En fin, la vida sigue y agradezco a Dios la posibilidad que tengo de reencauzarla. Lamento profundamente que al día de hoy me encuentre alejada de la Iglesia. No encuentro sentido ir a misa si no puedo comulgar. Una pena. Igualmente, a pesar de los pesares, tengo muchos pequeños momentos de felicidad y doy gracias a la Vida por cada instante que comparto con los seres que amo.

Te deseo Ramón que pases unas hermosas Pascuas de Resurrección. Gracias nuevamente.

¡Un gran abrazo a todos!

Lupe

guadalupe.maria1717@gmail.com

Nota: acabo de ver que Mulieris Dignitatem es una carta apostólica y no una encíclica. Desconozco la diferencia pero lo aclaro por si acaso : - )