Una historia del país de los leones.- ET
Fecha Monday, 19 March 2018
Tema 010. Testimonios


Traducción: Mediterráneo

 

Todo empezó con caras sonrientes, buena comida, aventuras… campamentos, en toda la extensión de la palabra. Todo para atraer a las almas jóvenes, inconscientes de lo que les espera. Esto sucedía en un colegio de niñas, una de las obras corporativas que tienen en el país. Su primera y única misión: el proselitismo, o, en términos no laicos, el reclutamiento...



Poco podía yo imaginar que estaba en una de las muchas listas de San José de aquel año. Una a una, las amigas con las que iba al círculo desaparecieron. Pregunté dónde estaban, me dijeron que iban a otro círculo y, como yo quería ir con ellas, me dieron a leer el famoso “guión” [Se refiere a un guión que se da a las posibles vocaciones cuando ya están casi decididas, para que lo lean y “mediten” en el oratorio, antes de escribir la carta]. Lo leí durante una hora en el oratorio y después pité. Ya estaba dentro.

Sin embargo, antes, por supuesto, debí hablar con la directora, que quiso saber si había algún esqueleto en el armario. Me pregunté a qué venía eso, ahora sé que quería saber si había alguna mancha, alguna ropa sucia en mí o en mi familia. Gracias a Dios por mi inocencia de entonces, porque si hubiera habido algo y yo me hubiera ido de la lengua, lo hubieran utilizado posteriormente contra mí, en cualquier momento que les hubiera convenido.

Al cabo de un tiempo aparecieron  las habituales herramientas de mortificación corporal, nunca había oído hablar de ellas y nadie las había mencionado. Solo lo decían después del reclutamiento, así que me las dieron y me dijeron cuándo y cómo debía utilizarlas.  

            La vida seguía, por supuesto yo me sentía la reina del mundo, con el ego mimado hasta más no poder. Las directoras estaban por encima del bien y del mal durante todo este tiempo, nos decían que debíamos besar el suelo que pisaban. Qué ingenuas éramos, qué ingenua era.

            Las clases y la asistencia a círculos, el de sr y el mío, y la obligación habitual de contar las chicas que iban a la meditación y escribir sus nombres. Menuda estupidez. Y, por supuesto, la directora detrás de ti, preguntándote quien asistirá a la meditación.

En el colegio te sentías superior a las profesoras porque ahora eras una de ellas, y en casa también. Qué estúpida me siento al recordarlo. Sin embargo, esta es la realidad, así es como te hacían sentir ellas y como te hacía sentir tu ego, como mínimo, por encima de quienes te rodeaban.   

            Aquí hay muchas historias de Europa, Estados Unidos y América Latina. Bien, pues ha llegado la hora de escuchar al continente negro. Esto es solo el principio.

 

ET

 

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