El chivateo del Opus Dei.- Bonnet
Fecha Friday, 22 December 2017
Tema 070. Costumbres y Praxis


He leído en la prensa que el Papa está pensando rehabilitar al jesuita Pierre Teilhard de Chardin quien, en su momento, fue denunciado y condenado por la Iglesia oficial. El actual parece ser un pontificado que quiere restablecer la justicia rehabilitando creyentes que, en el pasado, fueron condenados por una Iglesia intransigente.

Este hecho me ha recordado casos de sacerdotes y religiosos, muchas veces párrocos o teólogos españoles que, en las épocas de Juan Pablo II y Benedicto XVI, fueron denunciados ante sus obispos, sus superiores o incluso ante Roma por católicos que alegaban estar escandalizados ante expresiones o actos de los denunciados. Seguramente muchas de las acusaciones que entonces parecían graves y escandalosas, hoy las relativizaríamos desde la cultura de la tolerancia y el pluralismo y los nuevos valores cívicos y religiosos, tal como hace Francisco.

En aquel entonces, algunos denunciados afirmaban que los denunciantes habían sido miembros del Opus o el mismo Opus Dei como tal.

Justa o injustamente, el estigma del “chivateo” ha acompañado al Opus Dei durante decenios, al menos en España y en Roma, por su rigidez doctrinal y falta de discernimiento en distinguir lo principal de lo accesorio, por su acriticismo interno e hipercriticismo externo, por considerarse paradigma de toda la iglesia, por tener una visión eclesial principalmente legalista y nada carismática, por el poder acumulado recolocando a los propios y marginando a los ajenos, por el paroxismo de una corrección fraterna muy controladora y nada evangélica, por la adrenalina de saberse los mejores, por la impunidad de un superpoder que todos reconocían y casi todos temían, por defender una moralina que era más papista que el papa.

Supongo que las Curias o Nunciaturas conservan datos de los denunciantes y que estos archivos serán públicos en el futuro.

Quizás los denunciantes actuaron a iniciativa personal y no de manera institucional. Es posible, pero ¿qué mensajes (directos o subliminales) recibieron en los medios de formación del Opus Dei? ¿Hubo criterios o directrices sobre cómo debían actuar supernumerarios y agregados en casos de “malos” párrocos o teólogos con “mala” doctrina o “malos” hábitos? ¿Consultaron en sus Centros las denuncias que pensaban hacer y qué consejos recibieron? Si fuera el caso, ¿comentaron en el Centro las denuncias interpuestas y qué reacción encontraron? ¿Se animó u obligó a miembros a que denunciaran a título propio para evitar verse involucrada la institución como tal?

En cualquier caso, quiero elevar mi oración por los que han sufrido calumnias y depuraciones eclesiales. Cuando la Iglesia o una de sus instituciones muta genéticamente el servicio evangélico por una cuota de participación en el poder instituido está traspasando una línea invisible en la que todo vale, sin valer las personas.

Bonnet









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