Los numerarios visto desde fuera según mi experiencia.- Salypimienta
Fecha Wednesday, 26 April 2017
Tema 070. Costumbres y Praxis


Después de volver a leer el escrito de Astrid (03-04-17), me he puesto a pensar si es que los numerarios se dan cuenta de cómo son vistos desde fuera. No quiero hablar de numerarios y numerarias (está claro que son completamente diferentes), esta vez quiero hablar únicamente de los numerarios. ¿Cómo ven las personas de fuera a los numerarios? Quizá una persona que no sepa nada sobre el Opus Dei, considere a un numerario -si es que todavía existe alguno que más o menos salga a darse sus vueltas por el mundo real- como un señor raro, más bien rarísimo.

Yo fui supernumeraria, así que puedo decir que los veía desde fuera. No muy fuera porque yo estaba medio dentro (ya sabemos que los supernumerarios son medio algo en la Obra, no se sabe bien qué, pero medio algo), pero tampoco muy dentro porque ya se sabe que las dos secciones son independientes, ¡y vaya que lo son!. El trato que puede tener una supernumeraria con un numerario es poco, pero bastante más del que puede tener cualquier mujer que no sea de la propia familia del numerario en cuestión. Me dejaré ya de rodeos para ir al grano.

Los numerarios son seres un poco raros a quienes cualquiera que tenga el ojo un poco entrenado, reconoce casi de inmediato. No son tan distinguibles como los chicos "Hare Krishna" porque van con traje y corbata pero casi casi. Esa es la verdad. En las Misas del 26 de junio en la Basílica de Guadalupe, que es la única vez del año y el único sitio en que se juntan las dos secciones, sabías de inmediato quienes eran numerarios porque iban de dos en dos (o más) pero nunca solos, siempre perfectamente arreglados con traje y corbata y paraguas (en México, junio es un mes de lluvias) y siempre antes de la Misa rezaban el rosario, a veces hincados y otras veces al más puro estilo peripatético, pero se los notabas a leguas.

Los numerarios con quienes yo tuve relación trabajaban en el colegio de mis hijos, así que el trato era más o menos frecuente. Uno de sus rasgos característicos es la falta de naturalidad que tienen cuando han que interactuar con cualquier mujer. Son exageradamente formales y ceremoniosos, nunca te miran a los ojos directamente y abusan del lenguaje mojigato tan tradicional en la Obra: lo encomendaré... hay que llevarlo a la oración... etc.(¿Por qué nunca a nadie se le ha ocurrido escribir un diccionario de lenguaje opusino?, sería provechoso para quienes tienen que tratar con la opus-gente y nosotros nos reiríamos con ganas de recordar tanta afectación en el hablar). Siempre van muy correctamente vestidos como he mencionado más arriba, todo en ellos es perfecto por aquello de que nada en ellos desdiga del cargo y de la posición que ocupan y de verdad que no se les mueve un pelo. Su trato con los hombres que no son de casa es siempre alegre y amistoso con el fin de pescar vocaciones a como dé lugar. No recuerdo de quién lo leí aquí pero decía algo así como: “que pite lo que pite no importa, mientras sirva dejémosle pitar”. En cambio, con las mujeres de su entorno el trato es tan estirado y antinatural que resulta ridículo.

He de reconocer, que con algunos numerarios, después del trato continuo de muchos años, pude tener una relación más natural de mamá-maestro del hijo en el que incluso nos llegamos a tutear y a saludar de beso!!!, pero fueron casos muy excepcionales. La regla era hablarnos como si uno viviera en marte y la otra en venus. Es curioso notar que muchos de los numerarios siempre se dirigen a las mujeres como si se tratara de seres inferiores. Algunos usan ademanes y palabras para hacerse entender como si la mujer sólo hablara en arameo y él tuviese que explicarse en castellano. Lo malo es que tanto recato por parte de los numerarios puede resultar completamente contraproducente.

Recuerdo el caso de uno de los directores del colegio, muy poco agraciado por cierto -podría ser la versión humana del Golum del Señor de los Anillos-, que despertaba pasiones arrebatadoras entre varias de las mamás de ahí. Una me dijo un día, en tono de confidencia, que varias veces había soñado que seducía al numerario encima del escritorio de su despacho. Y yo me escandalicé como nadie nada más de pensar al buen hombre con una mujer desnuda sobre el escritorio lleno de estampitas. Es lo malo de lo prohibido, siempre resulta ser el fruto más apetecible. 

Salypimienta.

Astrid: Paciencia y amor son las cosas que hacen a un matrimonio feliz y duradero, y seguro que en tu matrimonio hay mucho de las dos, seguro que seguirán siendo cada día más felices. Novaliolapena y Junio: Por favor sigan contándonos, no me pierdo una sola de sus publicaciones. La vida en Villa Tévere es más rocambolesca que una película de Visconti ¡¡¡Cuenten más!!!









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