Dulces y cilicio. (Cap.37 de 'El buen pastor').- Nachof
Fecha Sunday, 25 July 2004
Tema 070. Costumbres y Praxis



DULCES Y CILICIO

Cap.37 de 'El buen pastor'
Enviado por Nachof el 25-julio-2004

Hasta hace poco tiempo, algunos conventos de monjas de clausura suministraban cilicios a los numerarios y agregados del opus dei que lo necesitaban. Esta situación era frecuente, sobre todo, en los cursos y convivencias anuales que, sobre todo en el hemisferio norte, tienen lugar en estos días.

De acuerdo con las normas de la obra. Está previsto que numerarios y agregados del opus dei se pongan el cilicio en la la parte alta de la pierna para vivir lo que ellos llaman la mortificación corporal. Esto no se produce cuando es uno de los días de fiesta del calendario de la obra o un domingo...

Los días de fiesta en la obra son los de los santos patronos e intercesores; los apóstoles; las grandes fiestas de la Iglesia (Corpus Christi, Navidad, Anunciación) y, por supuesto las fechas de nacimiento y fallecimiento del fundador. Cuando yo me fui de la prelatura estaba incluida en el calendario de no ponerse el cilicio la fecha del pitaje (incorporación) de Don Alvaro del Portillo, el 7 de julio. Se puede decir que son muchas las fiestas en que uno se "libra" de utilizar el cilicio o las disciplinas (látigo de cuerdas). Estas últimas deben aplicarse en las nalgas el tiempo que dura una oración elegida por el autoflagelador.

Pues bien, hasta hace poco tiempo eran las monjas de conventos de clausura las que facilitaban esos instrumentos (cilicio y disciplinas) a los de la obra. Cuando yo me fui ya era la administración de los centros la que los facilitaba.

Una vez estaba yo en Córdoba asistiendo a un curso anual en los denominados Colegios Mayores de las Cajas de Ahorro, que se alquilaban durante el verano y que luego se han abandonado, debido al elevado precio. En aquella convivencia yo era el encargado de tienda. Era como un recadero. Recuerdo que recibí solicitudes de adquirir cilicios o disciplinas para los que participaban en el citado medio anual de formación.

Los de la zona que participaban en el curso anual indicaron un convento de monjas de clausura, cuyo nombre no recuerdo, para que adquiriera los cilicios y las disciplinas o látigos de cuerdas. Al llegar a la residencia religiosa, la conversación pudo ser más o menos la siguiente, delante del torno:

--NachoF: Ave María Purísima.

--Monja tras el torno: Sin pecado concebida. ¿Qué desea?

--NachoF: Deseaba adquirir dos cilicios.

--Monja: ¿De qué tipo y para qué los necesita?

--Nachof: Soy del opus dei. Me lo han encargado dos de la convivencia anual en la que participo. Los necesito de brazo (son los más pequeños).

--Monja: Ah, bien. Un momento. Nosotras somos cooperadoras (personas en este caso que rezan por la obra).

Al rato se oía girar el torno de las monjas, y se presentaban dos cilicios en un sobre. A través del torno se podía oir. Son tantas pesetas. Lo agradecí y seguí con la lista de compras de la tienda.

Estas mismas monjas que suministraban los cilicios a los de la obra, vendían a la vez dulces y vinos. Sabido es que los conventos de clausura suelen tener productos de alta calidad, que, naturalmente, no se pueden comparar con los cilicios. Seguro.





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