ENTRADA/ Conclusión breve de mis años como numerario -siete: 1964/70- y divorcio (repudiar a la amante, más propiamente) culpable, por mi infidelidad sexual reiterada e incomprensión de ella, la autonombrada Obra, pese a mi siempre sincero intento de no abandonarla -cuarenta años: 1970/2017- y volver a su seno femenino. Mi entrega siempre fue total, salvo mi sexualidad -misma que ya había yo advertido y propuse ser supernumerario -"me gustan las mujeres..., y quiero formar una familia", argumenté-; "también a nosotros" (los numerarios, supuse), contra argumentó el director de la casa opusdeísta. Y di mi palabra y mi mayor esfuerzo, salvo lo salvable, mi naturaleza humana. Ésta, sí me ha acompañado siempre, más que mi ángel custodio o, qué sé yo, quizás, sólo quizás: ¡Ambos!

DESARROLLO SUCINTO/ ¡Cúantas maravillas de mi amante -ella, la Obra-! y ¡qué momentos tan padres, tan a toda madre! y ¡cúanta sensualidad: comida, bebida, chocolates, dulces, postres, cigarros, puros, etcétera, etc. Y ¡cúantos ensueños, abandonos -ni santo aprovechamiento del tiempo, ni logros profesionales, ni profundidad en el estudio, comodidades y demás! E ingenuidades, principalmente creer que como el buen ladrón, me robaba el Cielo, y que yo era alguien especial, valioso, mejor que quienes estaban fuera de mi amada, la Obra... En fin, vanidades e irrealidades; ¡pendejadas, pues! ¡Ah! pero una vez que repudié a mi concubina -la tal Obra- que no esposa [como el buen José, que "en silencio" repudio a su esposa María y, luego, forjó el temple de su hijo Jesús], tras andar de acá pa' allá y destramparme, logré afrontar mi realidad: si no el peor de los mortales, sí algo my cercano... y, simultáneamente: de posible acceso a Dios, al margen de ritos y entregas ficticias, apócrifas, espejismos...

CONCLUSIÓN/ El Opusdeísmo del talChema E de B (o de A, o marqués de pacotilla, o Rosamístico o sepa sólo Dios qué) es tan sólo obra humana, desnuda; vanidad de vanidades. Claro, exitosa como tal, al menos en el corto y mediano alcance. Gracias a tanto testimonio en nuestro Opus-libros se va develando y desvelando su naturaleza de animal humano: al tiempo... (Por supuesto, puedo estar errado..., por supuesto, puedo estar hablando por la herida, y hasta no actuar con buena fe; y sé que hay en la tal Obra, gente bien intencionada; el largo plazo tiene la palabra.)

Con amor humano y por aquéllos muy buenos tiempos de ensoñación: Ignacio Ricardo De la Mar, mexicano; primavera del 20diecisiete.