Carta abierta al nuevo prelado del Opus Dei.- Mediterráneo
Fecha Monday, 06 February 2017
Tema 070. Costumbres y Praxis


Rev. Ocáriz,

Le escribo con motivo de su nombramiento como prelado.

No le felicito, porque ser elegido sin que la sección femenina haya tenido voto, cuando sin ella ninguno de ustedes existiría a día de hoy, ni me parece de recibo ni me parece que sea motivo de congratular a nadie. Sin embargo, y ya que va a ser usted cabeza espiritual de varios miles de almas, sí me gustaría pedirle varias cosas.

1)      Pídale al Espíritu Santo los dones de sabiduría, de ciencia y de fortaleza. Los dos primeros, para saber por dónde debe ir la institución en el año 2017 y detener la esquizofrenia horrible de predicar una cosa y hacer exactamente la contraria, el tercero para llevarlo a cabo.

2)      Pida también la virtud teologal de la caridad, para ejercerla con todos aquellos que a partir de no sé qué día de enero son sus “hijos” y que necesitan desesperadamente una muestra de cariño, de atención, un signo de que toda su vida no ha sido una patraña, una señal de que algo, por lo menos algo, de lo que les dijeron antes de pedir la admisión, ha resultado ser cierto.

3)      Pida asimismo la virtud de la humildad. No pertenecen ustedes ni a la aristocracia del amor, ni al grupo de elegidos, ni a nada de nada de nada. Su soberbia, ese creerse por encima del mismísimo sumo pontífice, al mismo nivel de Dios Padre, hace daño a muchos seres humanos y dispara a la línea de flotación del mensaje del Evangelio, el de verdad, no la traducción de ustedes.

4)      Lea el Evangelio. Repase las parábolas del buen samaritano y del juicio final, considérelas a fondo. Jesús no habló de llevar a confesar, ni de llevar a hacer una romería, ni de llevar a retiros. Habló de cosas tan prosaicas como “cuida de él y lo que gastes de más, te lo pagaré a mi regreso”, “tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, estuve solo y me visitasteis”. Y, en las mismas palabras de Jesús, no es nada agradable lo que espera a quienes se excusaron. No me invento nada, está todotodito en el Evangelio.

5)      Deje de decir que son pobres. No lo son, y, personalmente, me importa bien poco porque ninguna riqueza material cubre el vacío de la falta de amor, de la falta de cariño, de la soledad, de la tristeza, de la amargura. Ustedes no son pobres porque viven como si fueran ricos y da igual que no tengan ningún título de propiedad a su nombre si usan y disponen de bienes de otros como si fueran suyos. Deje de decir que son pobres. Pobre fue Jesús, que durmió con un rollo de cuerda por almohada, pero ustedes no. Y de verdad que no pasa nada por no serlo, pero sí pasa por mentir y decir que lo son.

6)      Deje de decir que son familia. Esa es, con toda seguridad, la mayor y más cruel de las patrañas con las que se adornan. En algún momento de su larga carrera en la institución ha debido leer cartas de “hijos” desesperados, solos, enfermos, decepcionados porque nada de lo que les dijeron antes de pedir la admisión resultó ser cierto. Usted sabe perfectamente, o debería saber por lo menos, que hay personas en la institución muy, muy desgraciadas, amargadas, solas, tristes, personas para quien esa mamarrachada de “¿estás triste? Hay algún obstáculo entre Dios y tú” no tiene el más mínimo sentido. Sea sincero, afronte las consecuencias de decir la verdad, sin miedo, es mejor una sola verdad que mil mentiras.

7)      Deje de decir que son libérrimos. Si lo fueran, las puertas estarían abiertas para quien quiere salir y no puede hacerlo por motivos de edad, salud o economía. En la institución y a día de hoy, la libertad no existe. ¿Qué libertad es la que no permite elegir? Si no hay más que un camino, ¿dónde está la libertad? Si solo hay una opción válida, ¿qué libertad de elección se ejerce?

8)      Sea valiente. No importa que la vieja guardia se le eche encima, no importa que digan que no ha sido usted fiel, no importa que digan que se equivoca. Cambie, corte, suprima, actualice, modifique y, sobre todo, no tenga miedo. Pase a la historia como el prelado valiente, no como otra eterna sombra de escrivá. Ya hemos tenido suficientes sombras de escrivá y, francamente, reconocerá usted conmigo que la institución no puede ir peor y que el rumbo actual la lleva a la extinción, en directo y por la más segura de las autopistas. Está en sus manos cambiar ese rumbo, usted puede. Sea valiente.

Mis esperanzas de que lea usted esta carta se encuentran entre cero y casi cero. Sin embargo, muchos miembros de la institución leen esta página. También me dirijo a ellos. Me resisto a creer que no pueda hacerse nada.

Mediterráneo









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