Opuslibros - Para Orugaria: El no saber donde uno se mete.- Jose A. Botella

Para Orugaria: El no saber donde uno se mete.

Hola a todos:

Tras leer varios correos me ha llamado la atención el de ayer de Orugaria y he decidido volver a escribir en este forum.

Parece que Orugaria ha encontrado la verdadera libertad tras su salida de la Obra y escribe una retahíla de cosas que ahora puede hacer y antes, aunque le hubiera gustado, no podía llevar a cabo.

Me pregunto porqué se dice tanto que en la Obra no hay libertad cuando uno decide libremente el someterse a unas reglas establecidas. Otra cosa es que el pitable no conociese en profundidad donde se estaba metiendo al pedir la admisión como miembro de la Prelatura. Esto es uno de los inconvenientes en las maneras de actuar que veo en el Opus Dei y que ha desatado siempre las famosas críticas sobre ocultamiento y secretismo y que debería cambiar. Creo que el pitable debería saber más de lo que se le dice al principio. Debería leer las glosas y las instrucciones para saber con lo que se va a encontrar.

No me vale la idea de que dar toda esa información sería un agobio para el que empieza y que no podría asimilar de un golpe. Creo que esto era, y no sé si lo sigue siendo ahora, uno de los problemas fundamentales que se da en la Obra. Un argumento que alguna vez he oído es que alguien que entrega completamente su alma a Dios debe confiar en sus directores y asimilar poco a poco el espíritu de la Obra. El efecto puede ser negativo ya que la persona tiene que aceptar y "tragarse" al final toda la regulación, las normas y maneras que no se le había comunicado con anterioridad a la admisión so pena de ser infiel. Recuerdo el caso de un amigo que tras hacerse de la Obra (yo le hablé para pitar) descubrió lo de la cuenta de gastos y se agarró un cabreo de mírame y no me toques. Yo tampoco sabía nada sobre la mortificación corporal antes de pitar.

Muchos santazos en la historia de la Iglesia, real y totalmente entregados a Dios, han cambiado de orden porque no estaban de acuerdo en puntos concretos con las exigencias (o la poca exigencia) que se les pedía.Y por ello no fueron infieles. Pienso, y en esto estoy de acuerdo con muchos de los que aquí escriben, que es el estilo y la forma más que el fondo lo que puede hacer raro y sospechoso al Opus Dei. He terminado otra vez de releer las obras completas de Santa Teresa de Jesús y me he dado otra vez cuenta como funciona el tema de la vocación y la vida religiosa en la Iglesia Católica.

Existen ahí fuera muchas órdenes, institutos, asociaciones etc... en la que se vive un determinado espíritu, cono unas determinadas reglas, con mortificación corporal o sin ella, con clausura o sin ella, con votos o sin ellos, el Opus Dei es una institución más que se puede elegir como forma de vida. El Opus Dei no ha inventado nada nuevo en el tema de cómo se puede vivir una vida ascética, simplemente ha regulado una espiritualidad fuera de los conventos pero básicamente con el mismo fondo tradicional en la manera de alcanzar bienes espirituales: obediencia, castidad, pobreza, mortificación corporal qué quizá no estén de moda pero que fueron y son considerados como medios legítimos de la ascética cristiana. No acierto a comprender la insistencia en criticar este punto.

Estoy de acuerdo con muchísimos de los temas que aquí se hablan y que se presentan como "fallos" de la institución o de sus miembros. Yo también los he sufrido en mis carnes y podría contar unos cuantos casos en los que se pone en evidencia la debilidad y la manera errónea de actuar de personas concretas amparándose en la famosa "voluntad divina", pero no lo haré por motivos de conciencia.

Creo que el estilo de la Obra, como ya he comentado alguna vez, necesita ser revisado y corregido, pero no entiendo la crítica hacia el fondo de una manera de vivir el cristianismo y que se puede elegir entre otras muchas.

Disfruto leyendo las anécdotas de Satur y algún día me gustaría contar algunas realmente divertidas que sucedieron en Albalat (entonces centro de estudios) en los años 84-86.

Un saludo,
Jose A. Botella