“En casa” es el término empleado en el Opus Dei para referirse a que uno es fiel de la Prelatura. Recuerdo que, siendo numerario adscrito en el Centro Cultural Tradiciones – una casa linda en San Isidro -, tuvimos tertulia después del almuerzo y estaba invitado un recién pitado llamado Gabriel. Miguel, un español recalcitrante, presidía.

Gabriel es una de las personas más inteligentes que he conocido. Tanto, que sus profesores universitarios le tenían pánico. Era de carácter un poco ensimismado, un tanto asperge diría y me caía muy bien.

No sé por qué motivo a Miguel se le dio por hablar de nuestras ilusiones en la vida. Muy propio de él, comenzó a lanzar preguntas directas a cada uno: “¡Eh tú!, ¿Cuál es tu mayor ilusión?”. Yo, muy cándido respondí que hacer unos estudios que complementaran mi formación universitaria. Miguel me miró con lástima, algo que hacía cuando no acertabas a la respuesta que él esperaba. Así que lanzó la pregunta a su discípulo, Gabriel – total, gracias al “compelle intrare”, Miguel lo había hecho numerario al pobre chico – y, para sorpresa de todos, respondió:

-“¿Ilusiones?... No tengo ninguna”.

A Miguel se le desorbitaron los ojos: -“¡Pero qué barbaridad dices!”, haciendo de sus manos puños y medio levantándose de su asiento. Y, Gabriel, respondió recostándose en el rico sofá:

-“¿Qué ilusión cabe en el Opus Dei sino obedecer? Y, obedecer, no es mi ilusión sino cumplir la ilusión de otro. Por eso, no me hago ninguna”.

Cri, cri… se escucharon los grillos en un silencio de muerte “¡Vale!, ¡Ya está bueno de bobadas!, hablemos de cómo vamos de próximos pitajes” cambió de tema Miguel.

Nicanor

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Lima - Perú