Doble rasero, narcisismo y moral hipócrita.- Ex_apéndice
Fecha Friday, 04 November 2016
Tema 010. Testimonios


    Es superconocido, pero siempre sorprendente, que ante situaciones comprobadas de profesores homosexuales o pedófilos en algunos colegios del Opus, los directores de esas instituciones educativas opusinas adoptan medidas disciplinarias muy distintas siguiendo un criterio claramente discriminatorio: Si el profesor homosexual o pedófilo pertenece al Opus se le traslada lo más lejos posible a otro centro o colegio de la Obra; si por el contrario no pertenece al Opus, sencillamente se le expulsa.

 

     Eso viene ocurriendo desde hace mucho tiempo. Para demostrarlo traeré a cuento dos hechos ocurridos en momentos muy distantes en el tiempo.

 

    Empezaré por el más reciente...



     Tenemos en Opuslibros mucha información sobre el reciente “caso Gaztelueta”. Y también sabemos la maniobra que hizo el colegio y por tanto el Opus, para quitar de en medio y evitar “escándalos” al supuesto pederastra. Por escoger uno de esos testimonios entre otros, nos referiremos al que nos proporciona Alberto Moncada que a su vez nos remite a lo que dice Massimo Lauria en una carta publicada en castellano y en español en Pop Off. Allí podemos leer textualmente que en el caso de pedofilia ocurrido no hace mucho en el colegio Gaztelueta de Bilbao, obra corporativa del Opus, “el profesor (pedófilo) del niño, inmediatamente después de la denuncia (interpuesta por los padres) ha sido transferido a otro centro del Opus Dei… ¡de Australia!”. (Nada menos que a Australia. Las admiraciones son mías).

  

    Dicho lo anterior me referiré a un segundo hecho, que se remonta a los años 1963-64 del siglo pasado y consta de tres apartados:

 

   a). Texto publicado por Fernando Olmeda en su blog el 1/10/2012 06:04:00 p. m.

 

“…. Rescato los párrafos sobre Álvaro Pombo que incluí en "El látigo y la pluma" (Editorial Oberon 2004, todavía en algunas librerías como Berkana), al hilo de sus declaraciones sobre el franquismo, difundidas tras recibir el Premio Nadal. 

 

    Es la síntesis  de la conversación que mantuve en su domicilio de Madrid, donde me recibió amablemente. Una evocación sincera y sobrecogedora entonces, y que ahora cobra interés. Están en el capítulo 7 (páginas 131 y 132):”

 

«Álvaro Pombo, santanderino de familia acomodada, emigró a Inglaterra tras comprobar que en España no había sitio para gente como él.

     Una noche, estando sentado en un banco de la plaza de España de Madrid, fue abordado por dos inspectores de paisano. Así recuerda la breve conversación mantenida con los agentes:

 

-¿Qué haces aquí? Yo te conozco, tú eres maricón.

-Sí, lo soy.

-Pues acompáñanos a la comisaría de Luna.

   

   Tras una noche en el calabozo es interrogado para cumplimentar el atestado por cometer supuestos "pecados contra natura". Le preguntan por su empleo, y tras responder que trabaja como profesor de literatura en el Colegio Tajamar, perteneciente al Opus Dei, dan aviso al director del centro, que lo despide automáticamente:

     "Lo peor fue –dice Álvaro- que nadie me preguntó, hicieron caso a la policía sin preguntar, fue abusivo e injusto no tomarse la molestia de comprobar si era cierto lo que decían, pero claro, lo que decía la policía iba a misa.

    Yo era tímido, con una subjetividad muy fuerte, y creía que era el único homosexual. Pensé que aquí no tenía sitio y tuve que irme, no pude opositar a catedrático de Filosofía, que es lo que quería hacer. Fui víctima de la brutalidad franquista, fuertemente condicionada por el catolicismo"

    Pombo, que había vivido castamente su sexualidad hasta el punto de reconocer que no fue excesivamente gozosa, huyó de un país en el que podía terminar en prisión sólo por ser homosexual, y, aunque hizo visitas puntuales, no regresó hasta 1977»…”

 

 

b). Comentario mío. (Escrito el 14 de abril de 2014)

 

     Gran asombro me ha causado el encuentro casual, en el día de la fecha, con este incidente personal de la vida de Álvaro Pombo, que transcribo en el apartado anterior, puesto que soy testigo –lo he descubierto hoy- y estoy en condiciones de certificar que todo cuanto dice es cierto. Lo curioso del caso es que hasta ahora era un “testigo ignorante” de la causa de su expulsión de Tajamar. Pero testigo, al fin y al cabo, de los hechos.   

 

   Coincidí con Álvaro Pombo en el Instituto Tajamar cuando él era allí profesor de Lengua y Literatura. Yo, que en aquel entonces –luego, como es bien sabido, me desvinculé de la secta- pertenecía al Opus Dei, era, además de profesor de Historia, el Director de la Sección de Bachillerato Laboral y formaba parte de la Junta de directiva del Instituto, tenía también a mi cargo la contratación del profesorado de la sección a mi encomendada.

 

      Un día de finales de septiembre de ¿1963 ó 1964? –no recuerdo bien el año- me llamó el director de Tajamar –Bernardo Perea Morales- a su despacho y me dijo que yo debía buscar urgentemente un profesor de Lengua y Literatura, pues Álvaro Pombo había sido despedido. Le dije que acababa de hablar con él, que no me había comentado nada al respecto, que eso me extrañaba pues yo tenía mucha confianza con Álvaro.

  

     Bernardo actuó entonces con una enigmática reserva y me dijo que no hacía falta que me explicara él los motivos por los que Álvaro había sido expulsado. Punto y aparte.

   

     Pasó el tiempo, mucho tiempo. Yo me fui a lejanas tierras, en 1967. Estuve 15 años ausente  y desvinculado de España intentado hacer mía la patria que el Opus me había adjudicado. Logré enamorarme de aquella región remota y de sus gentes amables, en especial de alguna que otra señalada persona. Regresé a España el año 1982.

 

     Un día leí una noticia relacionada con un escritor afamado llamado casualmente Álvaro Pombo. Posteriormente supe que había recibido premios importantes, incluidos el Planeta 2006 por “La fortuna de Matilda Turpin” y el Nadal 2012 por “El temblor del héroe”. Incluso leí algunas de sus obras. Pero no caí en la cuenta, aunque pensé que quizá, quizá… ese señor podría ser aquel joven profesor cuya expulsión de Tajamar yo había vivido en primera persona. Me parecía imposible y además nunca encontré datos que me lo confirmaran. Leí dos o tres entrevistas, que le hicieron con motivo de alguno de los premios que consiguió y me resultó interesante su línea de pensamiento. Nunca volví a preocuparme más del tema.

   

     Pero… esta noche, de forma casual, he encontrado, sin proponérmelo, el texto que antecede a este testimonio que estoy escribiendo, que se convierte en la clave de todo el afair del que fui testigo “ignorante” hace tantos años, debido al más puro estilo ocultista del Opus. Ahora sé que el académico de la Lengua Álvaro Pombo es aquel joven colega que yo conocí en Tajamar y sé también, por fin, a pesar del ocultismo de Bernardo Perea, y de todo la intransigencia opusina, la causa por la que fue fulminantemente expulsado de Tajamar (obra corporativa del Opus, por si no quedaba claro): Álvaro Pombo García de los Ríos era homosexual.

 

3). Doble rasero del Opus. El fin justifica los medios.

 

      Triste conclusión que pone una vez más de relieve la mezquindad del Opus. Cuan distinto es el trato que se dispensa en la Obra a quien es “de casa” y a quien “no es de casa” o está “en mal plan”. Lo de homosexual, heterosexual, pedófilo o agresor sexual es lo de menos.

      Eso ocurre en todos los órdenes de la arcaica moral y de la retorcida y autocomplaciente perfección de San Opus y se llama desprecio despiadado a la persona sin respeto alguno hacia ella y discriminación pura y dura, en defensa de la santidad e inmaculada pureza de la obra excelsa ¿de Dios o de Escrivá?  Opus (¿Dei vel Escrivá?) omnis gloria… Los individuos concretos y sus personales o particulares cuitas ¿Qué importan? Son nada y menos que nada.

     Yo me pregunto ¿Cómo es posible que Bernardo Perea se fuera a su casa a comer tan tranquilo con su mujer (era supernumerario), después de haber mandado a la calle a un hombre que se quedó sin trabajo de la noche a la mañana, debido a un chivatazo de la policía franquista?

      Ni siquiera a mí, que formaba parte de la cúpula del colegio, se dignó explicarme el motivo de tan drástica medida. ¿Discreción? ¿Caridad?... No lo creo. Más bien impunidad, mutismo, secretismo… prepotencia, y lo que es peor, todo eso “en el sacrosanto nombre de Dios”. ¿Puede uno creerse que se está santificando con esos criterios dentro de la cabeza? En fin para que seguir…

 

     Paz, con un poco más de caridad y libertad, para todos de

     Ex_apéndice.







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