Es curiosa la inclinación de los cristianos, entre los que me cuento, por la metáfora de la madre (absint Freud e tutti quanti). En el tiempo, supongo que habrá que partir de la Santa Madre Iglesia, para pasar a Nuestra Madre la Virgen (y ninguna como ella). Pero luego Escrivá, cuando ya habíamos dejado a nuestra madre en casa, nos vino con "nuestra madre la Obra", y ya van tres. Menos mal que su madre se quedó en la abuela.
Pepito.