En el Opus Dei nada se deja al azar.- Txapala
Fecha Friday, 14 October 2016
Tema 130. Agradecimientos, felicitaciones


Suelo leer Opuslibros y, a pesar de mis ocupaciones, intento llevar las lecturas al día. Leí la noticia de la muerte de Mª del Carmen y, como homenaje a ella, decidí leer “Tras el umbral”. Empecé con mucho fuelle, sacando tiempo a la noche, y logré acabar el libro en algo menos de dos semanas.

En esta última semana, reflexionando sobre el libro, me he dado cuenta de que no me sorprendí tanto como cabía esperar con los desgarrones que en su vida le habían producido los líderes del opus. Casi diría que todo me parecía predecible porque conocía la melodía, aunque me faltara la letra de la partitura...



Es verdad que en Mª del Carmen los hechos son extremos, radicales, con el agravante de haberlos producido el staff fundacional. Ahora, con el tiempo transcurrido y la experiencia acumulada por el opus, desconozco si se producen o no hechos similares, pero seguro que se habrá introducido una sibilina “humanidad” fruto de la experiencia. Hay muchos medios para conseguir los mismos objetivos sin que queden marcas, huellas, testigos, rastros y, a ser posible, sin que el mismo interesado se dé cuenta de ese proceso. Más efectivo y educado que llamar “puta-puerca” es dejar de llamarte nada, el vacío existencial, identitario y grupal, por ejemplo.

Decía que a pesar de las experiencias extremas de Mª del Carmen no me sorprendía lo que iba leyendo porque, de alguna forma, iba intuyendo las siguientes páginas del libro y me resultaba predecible lo que le iba a suceder y no porque Mª del Carmen lo fuera dejando “caer” anticipadamente, sino porque conocía el percal de la institución, en la que nada se deja al azar.

Es opus es un “anti-Casino”, no hay premio posible fruto del azar, sino que las medallas/castigos son “regalos” de la cabeza pensante que no deja nada sin que esté atado y bien atado. Los juegos aleatorios y el opus dei tienen en común que en ambos se puede ganar o perder al arriesgar lo que uno tiene; la diferencia entre ambos es que en el Casino no hay trampas y el azar es incontrolable porque depende de la suerte, mientras que en el opus dei, los premios o castigos no dependen del factor suerte, sino de factores introducidos con subterfugios por quienes mueven los hilos para producir unos resultados predecibles (causa-efecto).

Sin embargo, la vida es vida y se aprende viviendo. Querer controlar la vida y toda la vida no acaba siendo otra cosa que el control de una muerte anunciada al haberle quitado a la vida el aliento vital. El paranoico control del opus muestra, implícitamente, que para ellos todo es esencialmente inmutable y estable como aparece en la teoría y sobre los papeles e, implícitamente, niega que la vida sea vida, mutable, cambiante, en evolución continua, inestable.

Somos en movimiento, pero para el opus somos sin movimiento y, en consecuencia, dejamos de ser para movernos sin sentido, aunque se pretenda lo contrario. Debemos quedamos quietos como estatuas de sal mientras todo gira y se mueve alrededor nuestro, y dejar que sean los míos-otros quienes decidan mis próximas jugadas según el bien que dicen me conviene y nos conviene al conjunto (el bien de la obra): es un movimiento artificial desde los hilos de las marionetas (sonrisa forzada, movimientos acompasados, libreto preescrito, cartón-piedra inauténtico, control desde arriba). Las lejanas cabezas pensantes controlan y mueven todos los hilos, hasta las ínfimas decisiones del conjunto (del todo) y de cada una de sus partes (cada miembro y lo que forma parte de cada miembro: inteligencia, voluntad, afectos, sentimientos).

Leyendo el Evangelio descubres continuamente que Dios es el imprevisible, que el Espíritu sopla donde quiere, que la gracia no se ata a presupuestos. Para el creyente todo es sorpresivo, los procesos de santidad son en movimiento, la vida es lo primero y es incontrolable.

La vida espiritual es un Casino donde el crupier es Dios mismo y en el que no hay “juego sucio”, hay azar y suerte, pero en cualquier caso siempre acogida porque jugamos en casa y siempre tenemos nuevas oportunidades de reconducir nuestras experiencias desde la compasión misericordiosa de la que tan bien está hablando Francisco.

El crupier está encargado de expulsar a los tramposos que quieren introducir juego sucio en la partida y en el hogar común. También Jesús se sublevó contra quienes querían convertir el templo en un mercado de licitaciones, subastando al mejor postor lo que hemos recibido gratuitamente.

Mª del Carmen, apostaste a lo mejor y te tocó el bingo, no por tu juego, sino por tu Crupier. Lástima que tu triunfo se tiñera de rojo durante muchos años por el juego sucio que te vino dado en la oscuridad de los aledaños del Casino. Pero llamaste a la puerta y se te abrió donde encontraste la Luz con paz verdadera. Menudo contraste.

Txapala







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