La Casta dominante en el Opus Dei.- Orange
Fecha Monday, 19 September 2016
Tema 070. Costumbres y Praxis


¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito; y cuando lo conseguís, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros. (Mt. 23: 9 y 15.)

En el fondo sólo confían en sus propias fuerzas y se sienten superiores a otros por cumplir determinadas normas o por ser inquebrantablemente fieles a cierto estilo católico propio del pasado. Es una supuesta seguridad doctrinal o disciplinaria que da lugar a un elitismo narcisista y autoritario, donde en lugar de evangelizar lo que se hace es analizar y clasificar a los demás, y en lugar de facilitar el acceso a la gracia se gastan las energías en controlar. (Papa Francisco. Exhort. Apost. Evangelii Gaudium n. 94).

 Las personas que detentan la autoridad en el Opus Dei forman una suerte de Casta dominante que en ningún modo está dispuesta a modificar nada de lo fundacional de la institución aunque el transcurrir del tiempo haya aconsejado que son imprescindibles ciertos cambios para mejorarla...



Esa negativa a cambiar no se basa en el análisis o estudio sereno de propuestas de mejoras que se van viendo necesarias. La negativa a cambiar radica en que todo lo que es fundacional, desde las ideas más básicas hasta los detalles más nimios, la casta dominante cree, o actúa como si creyera, que es simplemente la Voluntad de Dios, revelada a Escriba y transmitida por este, y por tanto tiene carácter inmutable. Cambiar algo seria desobedecer a Dios y a Escriba. Y eso es lo último que ellos están dispuestos a hacer. En consecuencia, actúan de forma tajante y radical: defensa a ultranza de lo establecido y rechazo frontal a cualquier innovación.

Si dentro de la Obra, cualquier persona plantea con el mejor ánimo de mejorar las cosas una lógica, sensata y razonable idea que implique trastocar algo de lo establecido, por pequeño que sea, la casta dirigente no entra siquiera a analizar o estudiar la propuesta ; rechaza su mera consideración. Piensan que como en la Obra no puede existir nada que este mal,ya que es perfecta por Voluntad de Dios transmitida por Escriba y por tanto no tiene ni un solo problema. Quien tiene un verdadero problema personal, piensan, es la persona que tiene el atrevimiento de pensar en proponer un cambio.

Ante este tipo de iniciativas, lo primero que hacen es tratar de convencerle de que pensar algo diferente de lo establecido es una falta de humildad, es pura soberbia y además es una muestra de "mal espíritu" por atentar contra la unidad de la Obra. Acto seguido le proponen como solución que anule su pensamiento -rendir el juicio lo llaman-. Si la persona acepta este consejo, la casta dominante se queda muy tranquila pensando que al obedecer en contra de su criterio, esa persona avanza en su camino hacia la santidad; aunque , de puertas para adentro, toman ciertas medidas "preventivas": al haber sentado ese precedente ya no se fían completamente de él y se le margina sibilinamente de puestos y encargos de responsabilidad, proporcionalmente a la audacia de sus propuestas.

Pero esa persona en su interior se ve obligada a negar mentalmente de forma constante su pensamiento sensato y razonable y rechazarlo continuamente porque si no, es soberbio y atenta contra la unidad. Tiene que hablarlo en la charla cada vez que se le presente la "tentación" recurrente de pensar. (Si Dios nos ha dado la facultad de pensar, se supone que es para que la usemos, como todas las demás facultades. Y repugna al más básico y elemental sentido común que ese mismo Dios diga luego por boca de terceros que no la usemos. Cualquier niño lo entendería).

Puede haber gente cuya mente le permita amoldarse a esa situación y entonces podrá seguir en la Obra. Pero es muy difícil que la constante represión del propio criterio honesta y serenamente formado, no tenga consecuencias de desgaste mental. En muchos casos acabará en la consulta de un psiquiatra previamente avisado con el consecuente tratamiento psicofarmacológico.

Otros, aunque creen que llevan razón en las discrepancias que piensan, no las manifiestan porque saben que va a ser inútil. Se conforman y se quedan dentro por rutina, por motivos más pedestres: son mayores, tendrían dificultades para encontrar un trabajo, no tienen dinero, no tienen casa, no sabrían que hacer ni dónde ir, les da miedo el mundo real, tienen a su familia muy descuidada, no tienen amigos de verdad... y prefieren seguir en la Obra como esos matrimonios sin amor que siguen por inercia.

Pero habrá otra gente que no pueda o que no quiera renunciar a tener sus puntos de vista y con ánimo constructivo reitere con insistencia y buena voluntad sus propuestas a la casta rectora. Como al final comprueba que jamás le van a hacer caso, esa persona puede, en primer lugar tomar la decisión de marcharse de la Obra diciendo que no lo escuchan y que lo acusan de soberbio y de tener mal espíritu contra la unidad. Si eso ocurre, la casta se queda tan tranquila catalogándolo de persona infiel a su vocación divina y asunto terminado.

Pero si no se marcha y sigue en sus trece, la casta opta por intentar una y otra vez convencerlo. Esto, a veces da resultado y pasaríamos al caso anterior. Pero cuando ven que definitivamente no pueden conseguirlo y/o el asunto puede levantar cierto escándalo, no les tiembla el pulso y lo expulsan sin miramientos de la Obra aunque lleve décadas dentro. Y lo echan pensando en que están defendiendo la Voluntad de Dios y haciendo un gran bien a la Obra (como si hubieran extirpado un cáncer) . A partir de ahí, la persona, su vida, sus sentimientos, sus aspiraciones, su pasado -aunque lo haya dedicado desde niño al Opus Dei-, su futuro...  a la casta le importa una higa.

Los miembros de la casta dominante son personas fanatizadas, rígidas, que odian lo que no sea la Obra y el espíritu de la Obra vivido como ellos dicen y mandan. En general, tienen reprimidos sus sentimientos, no tienen verdadero amor al prójimo. Idolatran la Obra como estructura. Ese es su verdadero dios. En ciertos aspectos no se conducen como verdaderos cristianos a pesar de intentar guardar todas las apariencias (pero se nota que les faltan muchas cosas de Cristo: la bondad, la ternura, la misericordia, la comprensión, la empatía, el amor por la oveja perdida, el perdón del padre al hijo prodigo, la actitud del buen samaritano, el disculpar al pecador o al que falla, el comprender al que sufre... nada de ello aparece en sus vidas) No tienen amigos. Recuerdan en muchos aspectos a los fariseos.

La mayoría están en Roma (Echevarría, el consejo, la asesoría, los puestos clave en el Vaticano) y luego están los de fuera: algunos Vicarios y miembros de comisiones (no todos, por supuesto) y una pequeña minoría de numerarios especiales. Todos ellos tienen en común la absoluta lealtad a Echevarría, más que a Dios. Si alguno de ellos comete un error en esta materia es inmediatamente defenestrado; recordemos: "el que se mueve no sale en la foto".

La casta dominante pone entre ellos y el común de los fieles del Opus Dei un colchón de directores intermedios que cumple la doble función de permitirles vivir aislarlos de los de a pie y de servir de correa de transmisión para que funcione lo mejor posible la autoridad de arriba abajo y la obediencia de abajo arriba. Estos directores "colchón" son seleccionados entre los que no muestran el más mínimo espíritu crítico, entre los muy dóciles, con poco carácter, con ningún criterio, con escasísima valía humana, sin ninguna valía profesional. Gentes que no arrastran porque no valen nada. Son los más útiles.

Los miembros del Opus Dei de a pie, los fieles comunes que no tienen cargos son en su gran mayoría gente muy buena, muy entregada, con gran amor a Dios y con buen corazón. Solo que no perciben la manipulación y el sometimiento de que son objeto.

Hoy día el único sitio donde hay información sobre estos temas de forma solida, fiable y creíble es Opuslibros. Cuando aquí se dan informaciones, datos y testimonios objetivos que indican que ciertas cosas en la Obra van mal, la casta dominante lo niega de forma cuasi histérica: no rebatiendo las informaciones con argumentos racionales convincentes o abriendo espacios de sereno debate, sino atacándonos con odio e inquina y acusándonos de ser una panda de traidores resentidos.

Opuslibros solo pone un espejo delante de la cara de la casta dominante y así esta ve sus rasgos de fealdad, lo cual hace enloquecer sus cabezas en las que solo tienen instalada la idea de que la Obra, su ídolo, es perfecta (la madre guapa). Y en vez de arreglar los aspectos de fealdad que ven, quieren romper el espejo. Pero, este humilde espejito que se sitúa en Internet es, para su desesperación, irrompible e incontrolable. Prohíben leerlo a todos los miembros. Al que lo lee le dicen que comete una falta de obediencia y le obligan a manifestarlo en la dirección espiritual para que la casta este informada de quien lo lee y quién no.

En los centros la entrada de internet a Opuslibros está bloqueada. Pero con el avance de la tecnología, para su desesperación, no pueden impedir que haya miles de miembros (entre ellos, todos los de la casta) que lo lean de pe a pa. A la casta le rechinan los dientes porque el fenómeno se les escapa de las manos. Es la primera vez que algo que atañe de forma importante a la Obra, está fuera de su control. El documento interno que elaboraron en 2013 ha sido un fracaso, no les ha servido para nada. En los 3 últimos años no han vuelto a tocar oficialmente el tema. Lo dan por perdido.

En Opuslibros se dicen verdades como puños: que a Escriba lo idolatran ocultando todo lo malo que hizo y que ya sabe todo el mundo, que cada vez hay menos vocaciones en todos los países, que están recurriendo a captar menores de edad en los colegios para conseguir algunas vocaciones que suelen durar poco, que cierran centros de estudios porque no hay numerarios, que cierran clubs porque no va nadie, que no se respetan las normas de la Iglesia para la dirección espiritual, el alto abandono de numerarios y agregados, que buscan y se las apañan para acumular riquezas como sea, que no cumplen las leyes civiles tributarias y de seguridad social, que no respetan la libertad de conciencia, que el nivel y la formación de los supernumerarios es cada vez más superficial, que la gente ve a los miembros del Opus Dei llevar una vida de monjes disfrazados de laicos, cada vez más alejada de lo que es la gente normal y corriente... que si no ponen remedio, el Opus Dei va a tener problemas de supervivencia a la vuelta de 15-20 años por falta de lo esencial: de numerarios y de sacerdotes

Ante estas informaciones, como ya he señalado, la casta dominante reacciona de forma fanático-histérica negándolo todo y no admitiendo en público la existencia de estos problemas. Sus cabezas y sus corazones no les permiten otra cosa.

Cuando algún miembro de la casta dirigente , siempre apoyado por los directores "colchón" de los que hablábamos antes, visita centros o va a tertulias de convivencias o cursos anuales, siempre niega la realidad. De entrada se hincha da hablar de San Josemaria, del Beato Alvaro y de Echevarría, a cual más bueno y mas santo. Solo cuenta que la Obra es maravillosa y fantástica, y que va fenomenal en todo el mundo mundial, que está dando abundantísimos frutos por doquier y les cuenta tres o cuatro anécdotas triunfalistas estilo Crónica -que lleva apuntadas en la agenda-,  sobre la labor en Costa de Marfil, sobre unos cooperadores de Austria y sobre lo bien que van los procesos de beatificación, amén de volver a insistir en que la raíz de todo es la gran unión que tiene el Padre con San Josemaria, por todo lo cual hay que dar muchísimas gracias a Dios.

Pero cada vez hay más numerarios y agregados de cierta edad y personalidad que ya no se creen ni la mitad de la mitad de lo que oyen porque ven y viven la realidad del día a día y empieza a darse el fenómeno del cuento del rey que va desnudo mientras todos los que le rodean de deshacen en halagos a lo maravillosa que es su túnica, su corona, sus pieles, sus joyas, sus armas.....

Algunos de ellos (sobre todo si aportan buen dinerito todos los meses), llegan a plantarse ante los directores y no les toleran ciertas cosas porque si no, se largan. Y los directores miran las estadísticas de directores y curas que se han marchado, se les pone la carne de gallina y ceden a condición de que no haya grandes escándalos.

En resumen, que hay una cúpula que ejerce la autoridad y el control y se toma su misión con la rigidez de quien manda un ejército. (Solo importa el resultado de las operaciones programadas, no importa cómo lo pasan las personas, se las cuida en masa, no uno a uno, si hay bajas se las entierra y punto). Es decir, que no hay corazón. Y son tan ciegos que no ven que ese ejercito va de fracaso en fracaso hasta  la derrota final mientras ellos no cesan de proclamar maravillas exultantes como en las ultimas soflamas triunfalistas que lanzaba Hitler cuando los aliados y los rusos estaban ya a pocos kilómetros de Berlín.

No son el Buen Pastor que se desvive por la oveja perdida... si una oveja se pierde, allá ella. No son el padre del hijo prodigo pródigo pues tienen el corazón de piedra. Hay una falsedad radical en la llamada unión con el Padre. No es la unión del  "cor unum et anima una" sino la unión que hay en un regimiento. No hay familia: al Padre no se le siente como tal, (acaban de morir en México en accidente de tráfico un grupo de pobres mujeres de la Obra, por cuyas manos pasan diariamente muchos millones, piden dinero a los demás para los gastos funerarios.

Orange.







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