La personalidad de Don Florencio y su labor de gobierno.- Josef Knecht
Fecha Monday, 22 August 2016
Tema 010. Testimonios


En mi escrito de hoy me dirijo a Inocencio (19.08.2018), que ha hecho una llamada de atención para que en Opuslibros no se pierda la objetividad. Siempre es de agradecer que alguien nos recuerde que ser objetivos y no tendenciosos presupone reconocer todos los aspectos de la realidad humana, de suyo tan compleja. No cabe duda de que don Florencio Sánchez-Bella tenía grandes virtudes humanas. También yo lo traté de cerca y reconozco con Inocencio que aquel consiliario del Opus en España era afable, cordial, sonriente, alegre y cercano; así se me manifestó las pocas veces que coincidí con él. Eso sí, recuerdo que en una tertulia con directores de consejos locales corrigió a un numerario ridiculizándolo en público a raíz de un comportamiento de éste que le había disgustado durante la tertulia; entonces palpé la veta autoritaria y severa de don Florencio. Pero, siguiendo la línea argumentativa de Inocencio, es comprensible que un buen gobernante sea de vez en cuando exigente con sus gobernados, pues para eso manda. En principio, parece que Inocencio tiene toda la razón cuando critica a Orange (17.08.2016): deberíamos ser en Opuslibros más objetivos reconociendo con elogios las virtudes de las personas pertenecientes a la Obra de Escrivá, para no darnos la mala imagen de tendenciosos ante los lectores de esta página web.

 

Ahora bien, el escrito de Orange –al menos esta fue mi interpretación– no pretendía cuestionar la personalidad de don Florencio, sino su labor de gobierno como consiliario del Opus en España. Son dos enfoques diferentes, que Inocencio no ha sabido distinguir. Orange no atacó la persona de don Florencio ni negó sus cualidades personales, sino que criticó con toda la razón del mundo su labor de gobierno por haber impulsado un proselitismo intolerable y voraz, como si fuera un ogro (presuponiendo, por supuesto, que un ser humano nunca es un ogro).

 

Recomiendo a Inocencio que lea el artículo, bien suculento y repleto de sentido del humor, del escritor Juan José Millás, publicado ayer domingo, 21 de agosto de 2016, en El País Semanal (página 21) y titulado “Un fragmento de la prehistoria”, en que Millás habla del político estadounidense Donald Trump.

 

Después de leer con atención ese artículo, Inocencio sería capaz de escribir al periodista Juan José Millás recriminándole: “Señor Millás: usted ha denigrado sin objetividad alguna la persona de Donald Trump, faltando así a la caridad. Un multimillonario ha de tener a la fuerza muchas virtudes humanas, pues de lo contrario no habría llegado a esa posición social y política. Trump es un hombre de extraordinaria capacidad de trabajo, emprendedor y creativo, sacrificado y esforzado, un líder audaz a quien siguen millones de estadounidenses. No es justo criticar a nadie sin elogiar a la vez sus virtudes personales. Usted, señor Millás, ha sido tendencioso por poner a Trump casi al nivel de Hitler, Stalin y Pol Pot”.

 

Vamos a ver, y que quede claro. Ni Orange ni Millás entran a valorar las cualidades personales de don Florencio Sánchez-Bella ni de Donald Trump. Tan sólo se limitan a criticar sus respectivas actuaciones de gobierno y la ideología subyacente a ellas.

 

Por culpa de don Florencio, mi vida –y la de miles de españoles– se trastocó por completo cuando de joven caí en las redes de captación que don Florencio impulsaba cual ogro voraz. Desde la atalaya de mi edad madura reconozco que haber ingresado en el Opus fue el mayor error de mi vida. Sin embargo, no todas mis experiencias en la Obra de Escrivá fueron negativas: conocí a gente estupenda, y a varios de ellos les estoy muy agradecido por lo mucho que me enseñaron y lo bien que me sirvieron (como las numerarias auxiliares); también hubo bastantes momentos en que me lo pasé en grande y que me enriquecieron; los médicos de la Clínica Universitaria de Pamplona me atendieron siempre a la perfección. Esas cosas buenas se las debo a don Florencio, a quien, no obstante, nunca se lo agradeceré, porque todo el mundo sabe que bien y mal crecen a la par en la vida humana como el trigo y la cizaña en los sembrados; todo el mundo sabe que el mal absoluto no existe. No hace falta enfatizar en Opuslibros verdades elementales como esta, pues ya se da por sobreentendida. Lo que en Opuslibros se denuncia son los graves errores de la institución –sobre todo los del fundador y los de los directores y directoras, como fue don Florencio, que sembraron cizaña– sin entrar a valorar las cuestiones de tipo personal de esos dirigentes, pues se sobreentiende que para esparcir cizaña con eficacia se requieren muchas virtudes humanas (y también dinero y poder, pero este es otro cantar).

 

Josef Knecht









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