El cardenal Cipriani y el caso de los solomillos.- Isabel de Armas
Fecha Monday, 08 August 2016
Tema 090. Espiritualidad y ascética


   He leído el artículo “Censuran al cardenal del Opus Dei por justificar violaciones en Perú” (Página 24, 2 de agosto de 2016), reproducido en esta página por Agustina, en el que, entiendo, Juan Luis Cipriani culpa a las jovencitas violadas de provocar las agresiones de las que fueron víctimas, por exhibirse indebidamente. El mencionado cardenal, arzobispo de Lima, dice textualmente:…”Pero no es que hayan abusado de las niñas, muchas veces es porque la mujer se pone como en un escaparate, provocando”.

   Al leerlo me ha venido a la memoria el conocido en el lugar donde ocurrió como “el caso de los solomillos”. Se trata del suceso protagonizado por un varón un tanto primitivo, que había machacado el cristal del escaparate de la carnicería de su calle, para llevarse los exquisitos solomillos que el carnicero tenía expuestos como muestra de la buena materia que se dispensaba en su establecimiento.

   Tan entretenido y entusiasmado estaba con las maravillosas piezas arrebatadas que, antes de llegar a su casa ya le habían atrapado y, de inmediato, fue a parar al cuartelillo. Una vez allí, interrogado, toda su autojustificación se centraba en que el solomillo era su irresistible pasión y que, si se lo ponían a la vista, como se lo habían puesto, pues él no podía resistirse y no tenía más remedio que ir a por él, en este caso a por ellos, porque se los había llevado todos –dos enteros y uno a medias-. El cerril sujeto insistía en su inocencia, ya que, si el carnicero no los hubiera expuesto en el escaparate, él no habría caído en esa tentación.

   Nada consiguió el sargento, al pretender que el obtuso ladrón entendiera que el carnicero tenía todo el derecho a exponer los solomillos en su escaparate, y que él no tenía ninguno para entrar a saco, romper la cristalera y apropiarse de tan suculentos y deseados trofeos. Y ante el gesto de desconcierto del recién atrapado usurpador, comentó con tono amenazante: “Ya verás si te vas a enterar cuando te encuentres con el castigo que te va a caer”.

   Cardenal Cipriani, ¿no comprende usted que por muy a la vista que a uno le pongan el solomillo en el escaparate, no le da derecho alguno para cargarse la vitrina y arramplar con la deseada mercancía? ¿Tampoco entiende que aquel dicho de “el buen paño en el arca se vende”, que primaba en su juventud como un principio, ha pasado a la historia? ¿Y que aquel otro de “van como van y pasa lo que pasa”, dicho que también funcionaba como principio en su años mozos, puede llegar a ser muy injusto?

   Con todos los perdones, no me queda más remedio que dirigir una corrección fraterna, de las de verdad, al actual arzobispo de Lima, ya que, no parece propio del “cargo y posición que ocupa” que, ante ese trágico caso de las jóvenes violadas, su reacción haya sido similar a la del burdo protagonista del “caso de los solomillos”.

Isabel de Armas









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