Gracias a Dios, ¡un final feliz!.- Sinfonía
Fecha Monday, 13 June 2016
Tema 030. Adolescentes y jóvenes


Gracias a Dios, ¡un final feliz!

Empiezo esta historia porque un amigo…. un “gran amigo” de Opuslibros me lo ha pedido…

Empiezo esta historia con el afán de que quienes la lean, no pierdan nunca la esperanza!!!

Sobre todo aquella madre o aquel padre que, como yo, sintió haber perdido un hijo o una hija y piensa que nunca más lo recuperará.

Cuando comencé a leer Opuslibros, me sentía tan identificada con cada detalle narrado, que mi corazón se quebraba, y al mismo tiempo sentía que no estaba sola, que las cosas que yo vivía no eran producto de mi imaginación. Tras esas líneas había gente como yo, que tenía las mismas inquietudes, los mismos miedos y las mismas angustias...



Llegó el momento de empezar a escribir, de contar mis penas y de sentirme acompañada. De inmediato encontré respuestas y mucho consuelo. De hecho, descubrí que había alguien que se interesaba por mí, y que ahora, puedo decirlo, fue una pieza clave, siempre con su consejo oportuno y a quién va dedicada esta historia con un final feliz.

Gracias por todo Dionisio.

La historia empieza cuando nuestra hija, después de haber estado en un colegio de la Obra, nos comunicó que había tomado la decisión de entrar en ella. Yo le rogaba que esperara un tiempo pues a los 18 años no estamos preparados para tomar decisiones tan radicales y mi teoría es que en la vida, uno nunca debe saltarse etapas. Fue imposible convencerla y desde ese instante sentí como la perdía, como cambiaba, como sus actitudes ya no eran las mismas, yo las sentía absolutamente fabricadas…

Se acabaron para nosotros las celebraciones juntos. Los abrazos ya no eran los mismos, y a pesar de haber tenido que aceptar su decisión, nunca volví a sentir paz en mi corazón, ni pude volver a encontrar el mismo brillo en sus ojos.

Ella me decía que era “feliz”, pero yo no podía sentir esa felicidad, todo me parecía fingido, insisto…  “fabricado”.

Aproximadamente al año y medio de haber entrado al Opus, empezó a sufrir de dolores musculares. Estos migraban por diferentes partes del cuerpo. Vimos todos los especialistas e hicimos todos los exámenes médicos existentes. Nosotros sólo servíamos para pagar las cuentas porque realmente nos sentíamos totalmente excluidos. Ella siempre iba con alguien de la Obra y nosotros éramos quienes estábamos en segunda fila.

Durante seis años fueron innumerables los profesionales de la salud que la atendieron, incluyendo psicólogos y psiquiatras, tratando de buscar causas y llenándola de pastillas y terapias. Llegando al fin, a la conclusión de que se trataba de una somatización…. 

Es decir, todo lo que estaba en su psiquis, ella lo somatizaba en su cuerpo.

Fue tratada por especialistas excelentes, quienes estaban convencidos de su teoría e intentaban convencerla a ella, para que diera el paso.  Salir de la Obra era su remedio…

Sin embargo la culpa era muy grande y no se decidía a tomar la decisión. Pensaba que si salía, le estaba fallando a Dios.

Nosotros somos una familia católica practicante y justamente por eso pusimos todo en sus manos. Y fue Dios quien nos fue guiando. Con muchísima paciencia y también con muchísima astucia, sobre todo, sin obligarla a nada. Yo quería que ella sintiera en mí y en nuestra casa, esa libertad que hace tanto tiempo le habían arrebatado. No quería presionarla, pues eso sólo hubiera conducido  a no querer volver,  o a que estando  ya en casa no pueda recuperarse.

Pasaron nueve años, y digo nueve, pues he confirmado que ella estaba ya “atrapada” a los 16, y nosotros éramos víctimas del más infame de los engaños.

Haciendo un paréntesis, me pregunto: Cómo es posible que tomen el nombre de Dios para la mentira y el engaño a los padres, si la autoridad de los padres es conferida por el mismísimo Dios??? Realmente es algo que nunca podré entenderlo…

Sin embargo, tengo que también aclarar aquí, que ya no tengo rencor contra nadie, porque he llegado a comprender que todas esas personas también fueron “formadas” y “fabricadas” de la misma manera como lo estaba siendo nuestra hija.

En mi corazón, no puede caber el odio hacia “alguien”, pero si hacia “algo”.   Ese “algo” que es un sistema malévolo en el cual no caben las palabras “amor”, “respeto”, “libertad”. En donde se trata de anular los afectos, en donde la alegría es fingida y el propio “ser”, es reprimido…

Cuando la enfermedad era tan insoportable que nuestra hija ya no tenía ganas de luchar más, cuando pensó en terminar con todos esos demonios que la atormentaban, cuando había perdido sus amigas, cuando ya no se creía capaz de nada y menos de acabar con sus estudios, cuando físicamente estaba tan deteriorada que su autoestima estaba por los suelos, cuando estaba intoxicada de miles de pastillas(entre ansiolíticos, antidepresivos, etc.), cuando los ataques de pánico eran tan fuertes que ya no podía mantenerse sola…

Pasó lo que tenía que pasar…

Vieron que ya no podían manejar más aquella situación; porque además yo les advertí que cualquier cosa que pasara con nuestra hija, las haría totalmente responsables….

Se vieron acorraladas y tomaron la decisión de presionarla para que salga de la Obra…

Eso era justo lo que yo estaba buscando, era justo lo que yo esperaba…. Que la decisión saliera de ellas. Sería entonces cuando nosotros podríamos esperarla con los brazos abiertos.

No fue fácil. Nuestra hija volvió en un estado terrible. Y yo tenía muchísimo miedo. Pero el amor de Dios todo lo puede. Yo siempre le he pedido a Dios por la Vocación de mi hija. LA VOCACION HACIA EL. No hacia una institución que dice que le pertenece y en la que pude ver como la mentira, la hipocresía y la falta de libertad eran sus principales aliadas.

Poco a poco, con muchísimo amor, paciencia, tolerancia y sobre todo, libertad, podemos decir que recuperamos a nuestra pequeña.

Esta historia tiene un final feliz, nuestra hija hoy está libre de pastillas, acabó su universidad, está sana y llena de vida…

Siempre habrán huellas de lo sucedido, de hecho ella mantiene aún relación con algunas numerarias, a pesar de que le dijeron que sería mejor que no vuelva por ahí. Hoy es capaz de romper reglas y hacer lo que quiere, lo que le nace, lo que Dios le pide…

Porque hoy sabe que la regla no puede anteponerse a la persona, y hoy ella es una persona íntegra y saludable.

La esperanza nunca debe perderse y cuando uno le pide a Dios, tiene que saber que sus tiempos no son los nuestros, pero que El nunca deja de oírnos, nos rescata y nos devuelve lo que nos dio desde siempre al hacernos sus hijos…. LIBERTAD!

SINFONÍA







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