Hola Bruna,
Quería responder a tu escrito del miércoles pasado, aunque algunos en Opuslibros (entre ellos el gran Areopagita) ya te han respondido. Me sabe mal que tengas esa desazón espiritual, me produce tristeza que la Buena Noticia de Jesús la hayamos transformado en motivo de amargura.
Lo que te sucede no es raro en la sociedad de hoy: la iglesia católica se había transformado simplemente en una estructura social cuyo fin principal era proponer ritos y actitudes morales que finalmente no tenían ningún sentido para los cristianos. Liturgias vacías, costumbres anticuadas, rigorismo moral, falta de proyección social... Finalmente, todo esa construcción cultural ha dejado de tener sentido en el mundo moderno.
Ya sé que la iglesia es mucho más que eso, que hace muchas cosas buenas, que lo importante es el mensaje de Jesús. Pero no podemos ser ingenuos: hoy día la Iglesia no puede o no sabe transmitir eficazmente el Evangelio acorde a los nuevos tiempos, el proceso de secularización es imparable, y con él caen todas las seguridades artificiales que teníamos basadas en la religión. Nos damos cuenta de que estamos desnudos frente a lo divino.
Si, como es tu caso, tu vivencia religiosa fue también el martilleo piadoso del Lado Oscuro, es lógico - y hasta diría deseable - que rechaces todo lo que es en la religión de artificial, postizo, inútil. ¿Sabes? Es lo que les pasaba a los primeros cristianos no judíos: les atraía el Evangelio, el frescor de Jesús, su oferta de Vida Eterna y Vida en Plenitud. Pero no podían con las cargas que traía en judaísmo: el templo, la circuncisión, las miles de normas de la Torah, el rigorismo. ¿Cómo iban los corintios a renunciar a su vida dionisíaca a cambio de ir a misa los domingos? (nota culta: Corinto era el lugar donde más se fornicaba del mundo romano en tiempos de San Pablo) ¿De verdad pensamos que figuras como el cardenal Rouco o el obispo de Alcalá, o de Granada, pueden atraer al cristianismo a alguien que sea mínimamente racional? San Pablo tuvo que hacer malabares para llevarles a su terreno, a ellos a los atenienses de las mil filosofías, a los rígidos romanos. Pero mantenía una norma única: amarse como hermanos, vivir libres de dominaciones, y no olvidarse de los pobres. Pues eso: el cristianismo no cabe en un molde de pietismo rígido.
No te preocupes. Lo que no te da paz no es de Jesús, no olvides que ése era su saludo "Paz a vosotros" (no "rezadme un avemaría, haced un triduo...") La espiritualidad es algo mucho más grande que la religión, Jesús no se puede encerrar en los estrechos muros de la iglesia, siquiera del cristianismo. Si tienes ansia de espiritualidad, busca lo que te venga bien. Hay muchos grupos católicos que plantean alternativas a la religiosidad tradicional. Y no católicos, ni te cuento.
E igualmente importante es hacer el bien, intentar vivir los valores de Jesús, y luego el Espíritu (creo que los griegos le llamaban "Paráclito" es decir, consolador) vendrá solo. No dejes de hacer el bien: los discípulos reconocieron a Jesús "al partir el pan", la gente lo veía al hacer milagros y curaciones. A Dios, nadie lo ha visto, pero a los hermanos los tenemos ahí todos los días.
Si quieres hacer algo más concreto, te recomiendo dos libros: en primer lugar, "Sahdana" de Toni de Mello. Se trata de ejercicios espirituales combinado con las técnicas del yoga. Toni de Mello era jesuíta hindú, y lo más importante para él era... respirar correctamente. Se las tuvo que ver con sus compañeros, claro. El otro libro es "El regreso del Hijo Pródigo", una profunda meditación sobre el cuadro de Rembrandt, escrito por Henri Nouwen tras una grave crisis existencial / psiquiátrica (al poco "salió del armario").
En fin, ten por cuenta que como dice Pablo "nada, ni nadie, nunca, podrá quitarme el amor de Dios". Eso es lo único importante, no hay nada más importante. El resto son adornos, que como todo adorno se pasa de moda.
Que Dios te guarde
Ramón
