Don Mariano Fazio nos quiere.- Inocencio
Fecha Wednesday, 27 April 2016
Tema 060. Libertad, coacción, control


Estimados amigos,

Las declaraciones de don Mariano Fazio en noviembre de 2015, son un asombroso paso más en el habitual empeño de engañar (aunque no juzgo sus intenciones) a los de arriba y a los de abajo.

Al Sr. Fazio, con todo respeto a su dignidad sacerdotal, parece que lo han elegido por ser un buen comunicador. Eso tiene dos peligros: el de deslizarse hasta ser un farsante, o si lo preferís, un flautista de Hamelin; y el de alejarse de las armas tradicionales, la Cruz y el Evangelio, según por cierto nos enseñaron.

Por ceñirme a lo que más nos concierne, el Profesor Fazio responde a la siguiente pregunta:

- “Dijo en una entrevista en El País que `Rezo por todos los que se han ido y los quiero con toda mi alma’. En aquel momento yo le agradecí que alguien con responsabilidad en la Prelatura tuviera esas bellas palabras hacia tantas almas cuya vocación en la obra `no cuajó’. ¿Ha cambiado el discurso de la obra respecto a quienes se han ido?”

Con las siguientes palabras:

“Mi experiencia personal es que nunca ha faltado cariño por quienes han dejado la Obra. Pero lógicamente no basta con `tu experiencia'', sino que hay que tener en cuenta las experiencias ajenas, las heridas y dolores objetivos o subjetivos que dejan las relaciones rotas, de las que a veces puedo no haber sido suficientemente consciente. (…). La gente que deja la Obra también está llamada a ser santa, sean cuales sean sus circunstancias. (…) ha cambiado la sensibilidad, y el deseo de mantener las puertas abiertas para poder ayudar mejor a todos”.

Todos veis que podríamos escribir varios folios de atenta respuesta, como ya se hicieron aquí en su día. Me limitaré, por mi parte, a unas pocas consideraciones.

Una es recordar a don Mariano las palabras “Hijitos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de obra y de verdad” (I san Juan 3, 18).

Otra es traerle a la memoria aquello de “Si el hermano o la hermana están desnudos y carecen de alimento cotidiano, y alguno de vosotros le dijere: ‘Id en paz, que podáis calentaros y hartaros’, pero no les diereis con qué satisfacer la necesidad de su cuerpo, ¿qué provecho les vendría? (Santiago, 2, 15-16).

Ahora bien, hay que reconocer en el Sr. Fazio un don especial, que los políticos conocen y usan bien. La gente lo pasa con frecuencia tan mal, que no pide que le quieran, basta con que le digan que le quieren. Si hasta votan a esos políticos…

La frase “a veces puedo no haber sido suficientemente consciente” es conmovedora, aunque parece delatar su origen. Admitiendo que es muy difícil y pesado el gobierno de una institución, y más de una tan extensa, habría que decirle a su autor que la humildad es una gran virtud, pero que no puede servir de excusa para no arreglar los problemas. Uno pide consejo, reza, piensa… y actúa. Si no, luego vienen todos estos líos... y las vocaciones que no "cuajan".

Querría añadir: dice don Mariano que "La gente que deja la Obra también está llamada a ser santa". Y le sugiero amablemente: ¿tendría usted la gran bondad de predicar sólo donde tiene jurisdicción, o donde haya sido invitado? Ya que, gracias a Dios, nos hemos ido, ¿por qué quiere usted mantener su pusillus grex, si ya no lo somos? ¿No será para `controlar el daño''? Pero, hombre… ¿no le da a usted vergüenza?

Y finalmente, y hablo también en serio, os sugiero que recéis por el alma del Profesor Fazio y de todos los que aprobaron esa entrevista. El asunto es peligroso, para ellos, por lo que se dice en Apocalipsis en 2,5.

Inocencio









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