Pequeño análisis de los niveles de conciencia en el Opus Dei: El deseo.- Yo
Fecha Monday, 18 April 2016
Tema 100. Aspectos sociológicos


Nivel de Energía 125: Deseo

En este nivel se encuentra disponible más energía; el Deseo motiva vastas áreas de la actividad humana, incluyendo la economía. Los publicistas juegan con nuestros Deseos para programarnos con necesidades ligadas a nuestros impulsos instintivos. El Deseo nos lleva a gastar grandes esfuerzos para lograr u obtener recompensas. El deseo de dinero, prestigio o poder rige las vidas de muchos que han logrado sobreponer el Miedo como su motivación predominante en la vida. El deseo es también el nivel de las adicciones, en donde los anhelos son más importantes que la vida misma. La víctima del Deseo puede estar realmente inconsciente de la base de sus motivos. Algunas personas se vuelven adictas al deseo de atención y alejan a los demás con sus demandas constantes. El deseo por la aprobación sexual ha producido una industria completa de cosméticos y ropa de moda...



El Deseo tiene que ver con la acumulación y con la ambición. Pero el Deseo es insaciable porque es un campo progresivo de energía, de manera que la satisfacción de un deseo es simplemente reemplazado por el deseo insatisfecho de algo más. Los multimillonarios están siempre obsesionados con la adquisición de más y más dinero.

El Deseo, obviamente, es un estado más alto que la Apatía o el Sufrimiento. Con el fin de “obtener”, usted tiene primero que tener la energía de “desear”. La televisión ha tenido una gran influencia en muchos pueblos oprimidos, porque inculca deseos y energiza sus ansias hasta el punto de que logran sacarlos de la Apatía y comienzan a buscar una mejor vida. El anhelar algo puede iniciar al pueblo en el camino al éxito. El Deseo puede, por lo tanto, convertirse en un trampolín para lograr niveles más altos de conciencia.

Si nos fijamos en nuestra vida, veremos restos de crisis vitales del pasado que todavía están sin resolver. Pensamientos y sentimientos sobre los sucesos que tienden a colorear nuestra percepción, y nos daremos cuenta que nos han discapacitado en ciertas áreas de la vida. Al llegar a este punto, es conveniente preguntarse si vale la pena pagar este coste continuo. Ahora que disponemos de algunas herramientas para gestionar estos residuos, podemos procesarlos. Podemos investigar y soltar los sentimientos residuales para que se produzca la curación. Podemos dejar ir… Esto nos lleva a otra técnica de sanación emocional que se vuelve poderosa cuando el evento principal ha pasado. Consiste en situar el suceso en un contexto diferente, para verlo desde otra perspectiva y considerarlo dentro de otro paradigma, con otra importancia y otro significado.

Se dice que la mayoría de las personas se pasan la vida lamentando el pasado y temiendo el futuro, y, por ello, son incapaces de experimentar alegría en el presente. Muchos asumen que este es el destino humano, nuestra suerte, y que lo mejor que podemos hacer es poner buena cara y aguantarlo. Algunos filósofos han aprovechado este enfoque negativo y pesimista para desarrollar los sistemas del nihilismo. Evidentemente, estos filósofos, algunos de los cuales han sido aclamados en los últimos años, son meras víctimas de emociones dolorosas que no han sabido gestionar y que provocaron una intelectualización y una elaboración interminables. Algunos pasaron toda su vida construyendo sofisticados sistemas intelectuales para justificar lo que resulta absolutamente obvio que es una simple emoción reprimida.

Una de las herramientas más eficaces para gestionar el pasado es crear un contexto diferente. Esto significa que le damos un significado distinto. Asumimos otra actitud respecto a las dificultades o traumas vividos y valoramos el regalo escondido en ellos. Viktor Frankl fue el primero en reconocer el valor de esta técnica en psiquiatría. Expuso su enfoque, que llamó «logoterapia», en su famoso libro El hombre en busca de sentido. Con su experiencia personal y clínica, demostró que los acontecimientos emocionales y los sucesos traumáticos cambian y se curan considerablemente cuando se les dota de un nuevo sentido. Frankl habló de su experiencia en los campos de concentración nazis, donde llegó a considerar su sufrimiento físico y psíquico como una oportunidad para conseguir el triunfo interior. «Todo se puede tomar de un hombre, menos una cosa: la última de las libertades humanas consiste en elegir la propia actitud ante cualquier conjunto de circunstancias, elegir el propio camino» (Frankl, 1954). Frankl rea contextualizar sus terribles circunstancias a fin de que tuvieran un profundo significado para el espíritu humano.

Cada experiencia en la vida, sin importar lo «trágica» que sea, contiene una lección oculta. Cuando descubrimos y reconocemos su don escondido, se produce la curación. En el ejemplo del hombre que perdió su trabajo, transcurrido algún tiempo, miró hacia atrás y vio que su anterior trabajo retrasaba su crecimiento y que se había convertido en una rutina. De hecho, el trabajo le había provocado una úlcera. Antes de perderlo, sólo había visto sus ventajas. Más adelante, comenzó a ver el precio físico, emocional y mental que había estado pagando. Después de perder el trabajo, se abrió a descubrir nuevas habilidades y talentos; de hecho, comenzó una carrera nueva y más prometedora.

Por tanto, los acontecimientos de la vida son oportunidades de crecer, experimentar, expandirse y desarrollarse. En algunos casos, al mirar atrás, parece que en realidad había algún propósito inconsciente detrás del evento, como si nuestro inconsciente supiera que tenía que aprender algo importante y que, por doloroso que fuera, esta era la única forma de hacerlo. La vida humana, es una vida con propósito. Este principio forma parte de la psicología de Carl Jung, el cual, después de toda una vida de estudio, llegó a la conclusión de que en el inconsciente existe un impulso innato hacia la plenitud, la integridad y la realización del Ser; y que el inconsciente procura los medios para llevarlo a cabo, aunque resulten traumáticos para la mente consciente.

La persona instalada en este nivel está permanentemente insatisfecha, pero tiene energía suficiente como para saltar a un nivel superior. De no hacerlo, las adicciones y el deseo vehemente de “conseguir” pueden llevarle a “dar la vida” por conseguir el “último deseo” y así satisfacer de una vez por todas su inquietud.

Siempre busca la ganancia, la adquisición, el placer, tener algo que está fuera de uno mismo. Es insaciable, nunca está satisfecha, y anhela. «Tengo que tenerlo». «Dame lo que quiero, y dámelo ya!».

Cualquier parecido con la vida en un centro del Opus Dei es pura coincidencia
Os quiere

Yo







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