Contemplativo en la acción.- Josef Knecht
Fecha Wednesday, 23 March 2016
Tema 090. Espiritualidad y ascética


A la pregunta erudita formulada por Curial (21.03.2016) se puede responder que el jesuita y sacerdote mallorquín Jerónimo Nadal (1507-1580) calificó en una de sus obras, In Examen Annotationes (1557), a Ignacio de Loyola (1491-1556) de “contemplativo en la acción”: “simul in actione contemplativus” (cfr. MNad V [81] 162). He encontrado esta referencia en un artículo publicado en Internet: Julia Violero, “Contemplativos en la acción”, en Ignaziana 7 (2009) 29-96.

Que Sanjosemaría Escrivá admiraba a san Ignacio de Loyola y a san Francisco Javier se desprende de los aforismos 11, 402, 470, 474, 798 y 931 de Camino (1939), en que presenta a estos fundadores de la Compañía de Jesús como modelos de santidad. Sobre la importante influencia de la espiritualidad jesuítica en Escrivá y en la actuación del Opus en su período fundacional, es decir, en la España franquista, se puede encontrar una buena explicación en el libro de Isabel de Armas, Josemaría Escrivá y Pedro Arrupe: cara y cruz ¿de una misma Iglesia?, iepala, Madrid 2008, sobre todo en las páginas 327-330.

La pregunta de Curial ha sido muy acertada. Cuando estábamos en el Opus, los gerifaltes de la institución nos presentaban al fundador como un pensador tremendamente original en sus aportaciones a la espiritualidad cristiana. Sobre la base de este falso prejuicio, se entiende que Curial suponga que en el siglo XVI los vocablos “acción” y “contemplación” eran impropios o anacrónicos de aquella época, como si Escrivá los hubiera puesto sobre la mesa en el siglo XX por primera vez. Y no es así. La relación entre vida activa y vida contemplativa, representadas por las figuras bíblicas de las hermanas Marta y María (Lc 10,38-42), es en la historia del cristianismo más vieja que la tos; es un tema clásico y recurrente en todas las épocas.

Hacia el año 400, san Agustín de Hipona compuso una obra, De opere monachorum (Sobre el trabajo de los monjes), en que ofrecía explicaciones de orden teológico y práctico sobre cómo se debían compaginar en un monasterio la contemplación y el trabajo manual, para lo que se fundamentó en los textos bíblicos de 2Tes 3,6-12 y Mt 6,26-28 que a primera vista parecían contradecirse. Agustín fue así uno de los precedentes de la conocida sentencia “ora et labora” que en el siglo VI formularía san Benito de Nursia en su Regla monacal. Pues bien, recuerdo que, en los años en que pertenecí al Opus, los directores de la institución (entonces instituto secular y, más tarde, prelatura personal) y los profesores de teología del Studium Generale nos enseñaban que monseñor Escrivá era equiparable, en la historia de la espiritualidad cristiana, a la grandeza de san Benito por la siguiente razón o, más bien, contraposición. San Benito (siglo VI) representa la cima de la espiritualidad monacal, consistente en el abandono del mundo para dedicarse en el retiro del monasterio a la contemplación, mientras que Sanjosemaría (siglo XX) es la cima de la espiritualidad laical, consistente en la permanencia en el mundo de un cristiano que en su vida activa o trabajo profesional desarrolla también una intensa vida contemplativa. Este montaje es una falacia de autobombo institucional que no se sustenta desde ningún punto de vista, ni teológico, ni histórico.

Sin embargo, los prejuicios que nos inculcaron los directores del Opus todavía causan mella en nuestro ánimo a pesar de haber abandonado la institución hace años, hasta el punto de que una persona buena y sencilla como Curial formule con toda naturalidad (y con todo desconocimiento, provocado por las manipulaciones ideológicas de los directores del Opus que deforman grotescamente la historia de la espiritualidad) su pregunta basada en el comentario de que “los vocablos ‘contemplativo y ‘acción’ no me parecen palabras del siglo XVI”. La página web Opuslibros viene muy bien para deshacer este tipo de entuertos y para advertirnos de que monseñor Escrivá no fue nada original en sus lecciones de espiritualidad.

Aprovecho para desear una feliz Pascua a Agustina y a los lectores de Opuslibros.

Josef Knecht









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