Colegios de Fomento.- Bastián
Fecha Wednesday, 16 March 2016
Tema 100. Aspectos sociológicos


Con respecto a lo que dice Pepito este lunes pasado, sobre que en España “los colegios de Fomento no están acogidos al régimen de conciertos del Estado con la enseñanza privada”, hay que puntualizar que en unas comunidades autónomas sí, y en otras, no.

Esa discrecionalidad depende del gobierno de cada autonomía, que interpreta la norma general de una forma o de otra, dependiendo, claro está, de la ideología del partido dominante: el alfa.

Es cierto que la razón por la que los colegios de Fomento que, deseando estar concertados, no lo están se debe, en parte, a su especificad de ser o colegios para chicos o colegios para chicas, al menos en los niveles de bachiller, porque en el curso previo a la universidad sí hay algunos centros mixtos.

Dejando aparte la idoneidad de cada sistema, pues ambos tienen sus ventajas y sus desventajas desde el tipo de vista pedagógico o desde cualquier otro, dependiendo de opiniones y creencias particulares, lo cierto es que la legislación estatal española impone a los colegios concertados ser mixtos, de donde si no fuera por interpretaciones legislativas, no habría en España ningún colegio mixto con la condición de concertado.

Y dicho eso, como antiguo profesor de un colegio masculino de Fomento y colaborador de un centro de enseñanza mixto, puedo opinar de ambos sistemas independientemente del punto de vista económico, que no es el menor a la hora de que las familias elijan colegio.

Mi experiencia y la de varios otros exprofesores que han conocido de primera mano los dos sistemas es que, en régimen de enseñanza mixta es más elevado el porcentaje de fracaso escolar entre los chicos, los cuales mejoran bastante sus resultados con la educación diferenciada.

Eso, entra otras explicaciones, tiene mucho que ver con la mayor madurez de las chicas a la misma edad que los chicos, y la indudable diferencia sicológica con que chicos y chicas afrontan la adolescencia, que necesariamente influye en el rendimiento escolar, el esfuerzo, la tención y otros valores en los que se enmarca el proceso educativo-formativo.

Y dicho lo anterior, que parece una defensa de la enseñanza diferenciada, y lo es, pues comprobé su idoneidad cuando me dediqué a esos menesteres en ambos sistemas, es innegable que los inspiradores y promotores de los colegios de Fomento los cerrarían antes de acatar la obligación de hacerlos mixtos. Prefieren convertirlos en centros elitistas, a lo que en muchas autonomías les obliga el estricto cumplimiento de la ley. Y supongo que no muy a disgusto de algunas familias usuarias, con nulo interés en las mezclas sociales. Y por otro lado, dificultaría el libre desempeño de las pesca submarina, de cabotaje o de cualquier otra modalidad del arte piscatorio o, en realidad, cinegético. Aunque, por otro lado, elevaría las ratios de matrimonios endogámicos entre los claustros.

Que, indudablemente, ayudaría bastante a mantener constante la población escolar propia. De donde deduzco que, en un futuro próximo, si la ley mantiene su exigencia, y las razones financieras mandan a veces más que mucho, los colegios de Fomento dejarían de ser refugio de numerarios y numerarias sin trabajo ni experiencia laboral, para convertirse en centros mixtos con gran número de maestros y maestras de la clase de tropa, aptos para la reproducción: tanto física como espiritual.

A veces, cuando pienso, me asusto. No sé si hacerles llegar a la delegación más próxima esta idea que acabo de parir, aunque ya lo leerán aquí mismo.

Me despido con una pregunta a los entendidos. ¿Hay numerarios de índole laica dentro de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz? Algo me suena de cuando mi numerariez, y pensándolo bien –ya digo que a veces me asusto- si el ente numerario, per se, tiene alma sacerdotal y, además, pertenece al seminario josemariano desde que inicia el bienio filosófico hasta que despita, ¿qué circunstancia puede invalidarlo para pertenecer a una sociedad clerical a la que puede pertenecerse de pleno derecho siendo seminarista? O tal vez hay que estar ordenado, como mínimo, de diacono (¿ya no hay subdiáconos?). Y si fuera este segundo caso, ¿de qué pitan los seminaristas, toda esa ingente cantidad de seminaristas que llenan la multitud de seminarios josemarianos y parajosemarianos de todo el mundo?, ¿de aspirantes? (¿a qué?), ¿a coadjutores?, ¿a cooperadores muy católicos?

En fin, como dijo Goethe poco antes de espicharla, “¡Luz, más luz!”.

Bastian.









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